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El viejo bombardero supersónico que se ha convertido en una pesadilla para el Pentágono
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Su sucesor será el B-21 Raider

El viejo bombardero supersónico que se ha convertido en una pesadilla para el Pentágono

El B-1B Lancer es una reliquia de la Guerra Fría gue sigue siendo fundamental para las Fuerzas Aéreas de EEUU. Pero su reemplazo, el moderno B-21 Raider, podría no ser adecuado para la guerra moderna

Foto: El bombardero B-1B Lancer (Reuters - Jacob Skovo)
El bombardero B-1B Lancer (Reuters - Jacob Skovo)

Desde su primer vuelo en 1974, el bombardero Rockwell B-1 Lancer se ha convertido en una pieza indispensable en el arsenal aéreo de EEUU por su gran capacidad de carga, flexibilidad y fiabilidad en combate. A pesar de las nuevas actualizaciones que ha venido recibiendo en los últimos años, su jubilación está prevista para cuando se termine de producir a su sustituto: el bombardero nuclear ‘invisible’ B-21 Raider. Pero el gran rendimiento del B-1B y las dudas sobre la capacidad del B-21 para la nueva guerra aérea se han convertido en un grave problema para el Pentágono.

Los primeros diseños del B-1 se remontan al final de la Segunda Guerra Mundial, aunque tras varias cancelaciones fue producido finalmente durante la administración Reagan como arma de disuasión nuclear ante Rusia. Desde entonces, sigue siendo fundamental en la flota de bombarderos del Pentágono y ha realizado multitud de misiones tanto convencionales como tácticas.

Foto: El Su-57 durante la exhibición de vuelo en China. (EFE/ALEX PLAVEVSKI)

Según explica Flying Mag, el primer Lancer partía con una velocidad máxima de Mach 1,2 (1.470 km/h), contaba con una estructura adicional para aumentar la carga útil en 33.500 kilos, un radar mejorado y la reducción de la sección transversal del radar que aumentaba su invisibilidad ante los detectores enemigos de la época.

Un avión viejo, pero imprescindible

El Lancer ha batido casi 50 récords de carga útil, autonomía, velocidad y tiempo de ascenso en su categoría. Aunque las Fuerzas Aéreas estadounidenses tienen bombarderos más nuevos que el B-1B, no hay ninguno en servicio que pueda transportar mayor carga convencional de armas guiadas y no guiadas.

Desde entrada en servicio, a mediados de los años 80, estos veteranos bombarderos han recibido una serie de mejoras. Como explican los analistas de National Interest, a finales del año pasado, el 7º Ala de Bombarderos de la Base Aérea Dyess lanzó un B-1B Lancer con un nuevo sistema de comunicaciones de datos tácticos Link 16, un sistema modernizado de identificación amigo-enemigo, un sistema de aviónica defensiva y un nuevo sistema de comunicaciones para ayudar al bombardero a adaptarse a los combates aéreos actuales.

placeholder El B-1B Lancer en la Base estadounidense de Doha, Qatar. (USAF)
El B-1B Lancer en la Base estadounidense de Doha, Qatar. (USAF)

A pesar de los años, su flexibilidad y gran capacidad de carga, unida a su probado historial de combate, han consolidado su papel fundamental para las Fuerzas Aéreas americanas. Esta es una de las principales razones por las que la retirada de estos bombarderos es una pesadilla para el Pentágono.

El Raider nace obsoleto

Su reemplazo, el B-21, que podría estar listo en 2027, está generando serias dudas entre los propios oficiales estadounidenses. El general David W. Allvin, Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de EEUU aseguró el pasado mes de abril que hay que evaluar otras opciones debido a los rápidos cambios que están sucediendo ahora mismo en la tecnología militar.

El B-21 estaba destinado a ser el bombardero nuclear ‘invisible’ que en teoría iba a dar a EEUU una superioridad estratégica sobre China y Rusia. Aunque la USAF planea adquirir al menos 100 de estos bombarderos, la lenta velocidad de producción señalada por el jefe de adquisiciones del Pentágono, William LaPlante, indica que quieren proteger el programa de posibles recortes presupuestarios, a la vez que se adaptan a los cambios tecnológicos y estratégicos.

placeholder La panza del B-21 Raider en pleno vuelo. (point_mugu_skies)
La panza del B-21 Raider en pleno vuelo. (point_mugu_skies)

"Creo que no vamos a llegar a ese número [las 100 unidades de B-21] hasta probablemente mediados de la década de 2030 y más allá", aseguró Allvin en una audiencia del Comité de Servicios Armados del Senado el 16 de abril. El general apuntó que hay otros avances tecnológicos que hay que evaluar para tener una mejor mezcla de capacidades antes de comprometerse a que el B-21 sea la columna vertebral de la futura fuerza de bombarderos norteamericana.

Sus comentarios cayeron como un jarro de agua fría después del bombo y platillo con el que EEUU habla del nuevo Raider y apuntan a tecnologías emergentes que pueden ofrecer capacidades superiores para futuros entornos de combate.

Allvin no especificó a qué se refiere concretamente, pero el concepto de guerra aérea con enjambres de naves autónomas coordinadas está ganando fuerza a la vista de lo que está ocurriendo en la invasión rusa de Ucrania. Además, está el desarrollo de aviones hipersónicos y naves suborbitales, que también representa un cambio estratégico hacia un entorno de alta velocidad a gran altitud para superar las tecnologías de defensa aérea actuales.

Desde su primer vuelo en 1974, el bombardero Rockwell B-1 Lancer se ha convertido en una pieza indispensable en el arsenal aéreo de EEUU por su gran capacidad de carga, flexibilidad y fiabilidad en combate. A pesar de las nuevas actualizaciones que ha venido recibiendo en los últimos años, su jubilación está prevista para cuando se termine de producir a su sustituto: el bombardero nuclear ‘invisible’ B-21 Raider. Pero el gran rendimiento del B-1B y las dudas sobre la capacidad del B-21 para la nueva guerra aérea se han convertido en un grave problema para el Pentágono.

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