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Rusia amenaza con trasladar la guerra al espacio: sería una catástrofe sin precedentes
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Con posibles efectos catastróficos

Rusia amenaza con trasladar la guerra al espacio: sería una catástrofe sin precedentes

Moscú vuelve a amenazar a occidente con destruir sus satélites de comunicaciones por su apoyo al Ejército ucraniano. Un ataque que tendría consecuencias imprevisibles

Foto: Putin en el centro de la corporación Energia, en Korolyov, Rusia. (Reuters/Sputnik)
Putin en el centro de la corporación Energia, en Korolyov, Rusia. (Reuters/Sputnik)

El Kremlin vuelve a la carga con sus amenazas contra los satélites de comunicaciones occidentales. Esta vez el aviso llega por parte de Sergey Belousko, que irónicamente es el Coordinador Especial de la Federación Rusa para la Cooperación Internacional en los Usos Pacíficos del Espacio Exterior. Belousko lanzó una advertencia a las empresas espaciales comerciales —como SpaceX, dueña de la red de satélites de comunicaciones Starlink— a las que acusó de interferir en los "asuntos internos" de Rusia, es decir, a su invasión de Ucrania.

Belousko dijo durante la reciente Conferencia sobre la Seguridad en el Espacio Ultraterrestre, organizada por el Instituto de las Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme en Ginebra, que el Kremlin podría estar preparándose para tomar represalias y arremetió contra los que apoyan la resistencia ucraniana.

Hace pocos meses, la Casa Blanca denunció la existencia de un arma nuclear orbital creada por Rusia. Según publicó Reuters en su momento, “la detonación de un arma de este tipo podría interrumpir todo, desde las comunicaciones militares hasta el transporte [civil]”.

Foto: La visualización fantástica de un acelerador interestelar por una IA. (Inteligencia artificial/Dall-e/MHoltsmeier)

Otras fuentes confirmaron al New York Times que Rusia podría poner esta arma nuclear en órbita este mismo año, creando un escenario geopolítico sin precedentes. Rusia, sin embargo, negó categóricamente estas acusaciones.

Un telón de acero digital

El enfado del Kremlin con los proveedores de servicios como Starlink viene de largo. Antes de que se diera el primer tiro en Ucrania, la dirección de inteligencia militar de Rusia lanzó un ataque que dejó fuera de servicio miles de routers en tierra conectados al satélite estadounidense Viasat. Esta red era la encargada de permitir que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y sus mandos de defensa pudieran comunicarse con sus soldados. Pero, el ciberataque no lo conocimos hasta tres meses después del inicio de la guerra y sus consecuencias tampoco.

El siguiente paso de, Moscú fue lanzar una campaña de bombardeos para destruir la infraestructura de Internet ucraniana. El plan ruso consistía en desplegar un telón de acero digital que dejara aislados a los altos mandos ucranianos, mientras que en tierra los tanques rusos avanzaban para capturar la capital, Kiev.

placeholder Ilustración de la posible arma nuclear rusa en el espacio. (Mike Tsukamoto/Air&Space Forces Magazine/Pixabay)
Ilustración de la posible arma nuclear rusa en el espacio. (Mike Tsukamoto/Air&Space Forces Magazine/Pixabay)

El ataque fue acompañado de artillería dirigida a torres de televisión y de telecomunicaciones. Querían asfixiar al ejército ucraniano en "la niebla de la guerra", según explicaba en aquel entonces, Victoria Samson, directora jefe de seguridad y estabilidad espacial del think tank con sede en Washington Secure World Foundation.

Rusia tuvo poco tiempo para saborear su éxito. El fundador de SpaceX, Elon Musk, puso a disposición de Ucrania su red de satélites Starlink para restaurar la conexión a Internet. Aunque tiempo más tarde la desactivo para sabotear un ataque naval ucraniano contra la flota rusa. Además, los satélites de imagen de Maxar Technologies y Planet Labs proporcionaron imágenes de alta resolución del conflicto que revelaban con gran precisión los movimientos rusos al enemigo.

Tras el apoyo de occidente, el presidente ruso, Vladímir Putin, utilizó a sus enviados a las reuniones de la ONU para amenazar con derribar los satélites estadounidenses que ayudaban a Ucrania. Desde entonces, Rusia no ha dejado de perseguir este objetivo, a pesar de que su propio Ejército está empleando la red Starlink para sus ataques en territorio ucraniano. Justo ayer salieron a la luz unas fotos que muestran un dron Shahid ruso derribado en suelo ucraniano que iba equipado con un terminal Starlink.

La primera guerra nuclear espacial

Obviamente, lanzar un ataque nuclear en el espacio, aunque sea contra satélites, puede ser desastroso. El jefe del Comando Espacial de los Estados Unidos, el Comandante General Stephen Whiting, lanzó hace pocos días una seria advertencia en el evento Air, Space & Cyber Conference en Washington. "El mundo no puede y no debe aceptar que Rusia ponga un arma nuclear antisatélite en el espacio", aseguró.

Según el general Whithin, "Rusia es la potencia espacial original. Lanzaron el Sputnik y al primer hombre y la primera mujer al espacio. Ellos saben que no está bien; deberían saberlo". El arma sería una violación del Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, como ya apuntaron otros expertos en estas páginas.

El general aseguró que, "en segundo lugar, es indiscriminado. No solo va a afectar potencialmente a los satélites estadounidenses. Afectará a los satélites rusos, los satélites chinos, los satélites indios, los satélites europeos, los satélites japoneses. Ese tipo de impactos tendrán repercusiones reales para todos nosotros aquí en el planeta Tierra".

El miedo viene de la alta posibilidad de que la nube de desechos metálicos resultante hubiera puesto en marcha un juego de carambolas espaciales llamado síndrome de Kessler, en honor al ingeniero de la NASA Donald J. Kessler. Esta teoría afirma que, dada una cierta densidad de objetos en órbita, una colisión entre dos objetos puede originar una reacción en cadena que derribe gran parte o la totalidad de la infraestructura espacial global, eventualmente provocando un gran apagón de comunicaciones y servicios fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad. Los trozos metálicos también podrían derribar la ISS y otras naves espaciales tripuladas o de carga, como en su día mostró la película Gravity, de Alfonso Cuarón. En el peor escenario posible, el síndrome de Kessler anularía cualquier posibilidad de viajar al espacio.

El Kremlin vuelve a la carga con sus amenazas contra los satélites de comunicaciones occidentales. Esta vez el aviso llega por parte de Sergey Belousko, que irónicamente es el Coordinador Especial de la Federación Rusa para la Cooperación Internacional en los Usos Pacíficos del Espacio Exterior. Belousko lanzó una advertencia a las empresas espaciales comerciales —como SpaceX, dueña de la red de satélites de comunicaciones Starlink— a las que acusó de interferir en los "asuntos internos" de Rusia, es decir, a su invasión de Ucrania.

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