Aer1: el invento que puede acabar con la industria de las bebidas con burbujas
El Aerflo Aer1 Bottle es una botella con un tapón que inyecta CO2 en el líquido que quieras y cuyos cartuchos se usan una y otra vez para evitar todo el gasto y despilfarro de las bebidas con burbujas
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2cb%2Fd4d%2F835%2F2cbd4d835adbf7583927673b88833f2d.jpg)
Me encantan el agua y las bebidas con gas, pero detesto el desperdicio y gasto absurdo del agua carbonatada envasada. Y aunque un Sodastream podría haber sido una solución hace una década, no te permite rellenar tu botella cuando se te acaba el agua y estás a 12 estaciones de metro y dos transbordos de tu cocina. Por eso me entusiasma el Aer1, una botella portátil que carbonata tu líquido favorito en cualquier momento y lugar con solo pulsar un botón. Podría convertirse en un cambio radical para los millones de personas que aman las burbujas pero no quieren ni pagar el elevado coste ni el impacto medioambiental de las latas y botellas de un solo uso.
Fabricado por una startup de Brooklyn llamada Aerflo, el sistema Aer1 es un concepto sencillo: combina una botella reutilizable con un dispositivo para carbonatar. El sistema incluye 13 cápsulas reutilizables de CO2, cada una capaz de carbonatar el equivalente a cuatro botellas de 500 ml de agua. Estas cápsulas, del tamaño de un dedo, se insertan en un elegante dispositivo de carbonatación integrado en el tapón. Cuando se agota una cápsula, simplemente se reemplaza por una nueva del paquete incluido al comprarla.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fdbe%2F695%2F8d2%2Fdbe6958d25737ede645910a442ba3c5c.jpg)
Pero lo que realmente distingue al Aer1 es la sostenibilidad de su diseño y lo barato que resulta comparado con las bebidas comerciales tradicionales y las actuales soluciones para inyectar CO2 en la bebida. Las cápsulas usadas no se tiran a la basura. Se envían de vuelta a las instalaciones de Aerflo en Nueva Jersey en un paquete diseñado a medida, con una etiqueta de envío preimpresa (como en los antiguos tiempos de Netflix, pero sin la suscripción). La compañía no va a poner en marcha el servicio fuera de Estados Unidos por ahora pero, por lo que he visto, anticipo que—si todo funciona como dicen—en pocos meses la fiebre por esta máquina y sistema de reciclaje se extienda por todo el mundo, con plantas de procesado en múltiples países.
Un invento realmente fantástico
En esas instalaciones, diseñadas y construidas específicamente, y totalmente automatizadas, las cápsulas son inspeccionadas mediante sensores ópticos y mecánicos, completamente esterilizadas y finalmente rellenadas para otro ciclo de uso. La empresa no te devuelve tus propias cápsulas porque, en cuanto envías tu paquete de cápsulas usadas, se envía de inmediato un paquete con cápsulas recién rellenadas.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3d8%2Fb9d%2F792%2F3d8b9d7926a724366831ec2e47b790be.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3d8%2Fb9d%2F792%2F3d8b9d7926a724366831ec2e47b790be.jpg)
La empresa asegura que no se desecha nada y que puedes tener cuatro cápsulas adicionales a mano, para que nunca te quedes sin burbujas mientras tus nuevas cápsulas están en camino.
Cuando vi la botella Aer1 en acción durante una videoconferencia con los fundadores de Aerflo, Buzz Wiggins y John Thorp, todo parecía engañosamente sencillo. Fue uno de esos momentos de “¡lógico!” seguidos del habitual y estúpido, “¿cómo es que nadie había hecho esto antes?”.
La razón es que crear el Aer1 ha sido un titánico desafío de diseño, ingenieria y lucha burocrática. Los fundadores de Aerflo dicen que, en total, el producto tardó cuatro años en superar retos mecánicos y pesadillas regulatorias antes de hacerse realidad. Todo empezó diseñando un tapón que inyecta burbujas en tu líquido favorito, y terminó con la creación de un paquete de envío y un diseño de etiqueta que tuvieron que pasar por tres años de revisiones y aprobaciones burocráticas antes de que el Servicio Postal de los Estados Unidos y la Administración de Seguridad de Materiales Peligrosos del Departamento de Transporte de los Estados Unidos aprobaran las cápsulas de CO2 recargables para su envío.
Una odisea de diseño
Wiggins y Thorp, amigos de toda la vida, habían hablado durante años de montar una empresa antes de dar con el concepto de Aerflo. Thorp, que tiene experiencia en capital riesgo y negocios de hardware, recuerda el momento en que se dieron cuenta de que estaban ante algo importante. “Vimos a todo nuestro grupo de amigos llevando botellas reutilizables, y empezamos a pensar en ellas como una plataforma. Nos preguntamos: ‘¿Cómo podrías llevar la personalización de bebidas a la botella que alguien lleva consigo todos los días?’”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F127%2F63e%2F6c6%2F12763e6c6e4e45ed834475d59e30ecde.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F127%2F63e%2F6c6%2F12763e6c6e4e45ed834475d59e30ecde.jpg)
La respuesta que encontraron fue la carbonatación, que identificaron como la categoría de bebidas de más rápido crecimiento en América del Norte [y el mundo]. Sin embargo, las soluciones portátiles para carbonatar eran casi inexistentes, aparte de las opciones de un solo uso, que no encajaban con su visión de sostenibilidad. Así que se propusieron desarrollar un sistema que pudiera carbonatar agua en una botella portátil de manera respetuosa con el medio ambiente y que resultara extramademente barata.
El primer prototipo no era más que una bomba de bicicleta adaptada para inyectar CO2 en una botella. “No me puedo creer que esto funcionara”, dice Wiggins riendo, mostrándome su artilugio estilo ACME. Pero aunque ese dispositivo inicial demostró que el concepto era posible, estaba lejos de estar listo para el mercado. Empezaron a miniaturizar el diseño hasta llegar a un punto clave. “Cuando logramos obtener cinco botellas de agua con gas de una cápsula, supimos que teníamos algo”, señala Wiggins.
Uno de los mayores obstáculos fue crear una válvula de alivio de presión lo suficientemente pequeña como para caber en el tapón de la botella, pero lo bastante robusta como para gestionar el proceso de carbonatación de manera segura. Wiggins recuerda cómo todos les decían que era imposible. “Diseñé esta válvula 50 veces antes de encontrar una que fuera viable para el mercado”, comenta.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F4a4%2F793%2F949%2F4a4793949cbd8449191633552f900b84.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F4a4%2F793%2F949%2F4a4793949cbd8449191633552f900b84.jpg)
La búsqueda incansable de la perfección llevó al dúo a asumir tareas que la mayoría consideraría fuera de su especialidad. Cuando la pandemia de COVID-19 interrumpió las cadenas de suministro globales, encontrar fabricantes dispuestos a producir su válvula de alivio de presión personalizada se volvió casi imposible.
Ante una espera de seis semanas y un coste de 2.800 euros por parte de la única empresa que no se rió de su propuesta, Wiggins decidió hacerlo él mismo. “Le dije a John, por 940 euros en dos semanas, puedo comprar un torno, aprender a usarlo en YouTube y hacerlo yo mismo”, dice. Y eso es exactamente lo que hizo. Este enfoque práctico no solo mantuvo su proyecto en marcha, sino que también les permitió entender profundamente cada aspecto de su producto.
Siete círculos del infierno burocrático
Las cápsulas tradicionales de CO2 utilizadas en dispositivos de carbonatación son de un solo uso y están hechas de acero: pesadas, caras de enviar y perjudiciales para el medio ambiente, especialmente cuando se llenan en el extranjero y se envían a los Estados Unidos. “Examinamos todo ese modelo, y para nosotros, simplemente era un gran problema”, explica Wiggins. “El núcleo de nuestra empresa y el eje de lo que hemos trabajado durante tanto tiempo es esta cosa aquí”, dice, sosteniendo una de sus cápsulas reutilizables de color azul oscuro. “Esto está hecho de aluminio, y lo que hace por nosotros es que nos permite recargarla”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F314%2Fea1%2F73e%2F314ea173ebbca7f944782436402b7152.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F314%2Fea1%2F73e%2F314ea173ebbca7f944782436402b7152.jpg)
Refinar esta idea llevó años de negociaciones e innovación. Las cápsulas recargables de CO2 tuvieron que cumplir con estrictos estándares de seguridad, y conseguir su aprobación por parte del Departamento de Transporte de EEUU no fue tarea fácil.
Wiggins recuerda sus primeras conversaciones con los reguladores: “Nunca olvidaré en esa llamada cuando la persona con la que estábamos hablando dijo: ‘Sabía que alguien iba a tener esta idea’”.
Tres años después, Aerflo tenía un diseño de cápsula aprobado y un embalaje que el Servicio Postal de los Estados Unidos podía enviar de forma segura. Hoy, Aerflo opera desde una instalación personalizada de 465 metros cuadrados en Nueva Jersey, donde se acumulan y luego se recargan las cápsulas usadas.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F744%2F3cb%2F82c%2F7443cb82cf37790d509c1c102c3329d5.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F744%2F3cb%2F82c%2F7443cb82cf37790d509c1c102c3329d5.jpg)
Agua con gas más barata
Con el agua con gas tradicional costando entre 2,35 y 5,80 euros por litro, el sistema Aer1 puede producir agua con gas por alrededor de 0,95 euros por litro, hasta un 70% menos que comprar botellas o latas de un solo uso. Ha requerido mucho esfuerzo, pero el resultado podría cambiar el mercado de las bebidas carbonatadas sin perjudicar al planeta.
Aerflo lanzará el sistema Aer1 el 27 de agosto, con las primeras 1.000 unidades disponibles para pre-pedido en su sitio web. Estas primeras unidades vienen con opciones de grabado personalizado y un descuento del 50% en el primer paquete de recarga. La disponibilidad total se producirá a finales de septiembre, con un precio de 92 euros para el sistema y paquetes de recambio de 12 cápsulas disponibles por 23 euros.
Me encantan el agua y las bebidas con gas, pero detesto el desperdicio y gasto absurdo del agua carbonatada envasada. Y aunque un Sodastream podría haber sido una solución hace una década, no te permite rellenar tu botella cuando se te acaba el agua y estás a 12 estaciones de metro y dos transbordos de tu cocina. Por eso me entusiasma el Aer1, una botella portátil que carbonata tu líquido favorito en cualquier momento y lugar con solo pulsar un botón. Podría convertirse en un cambio radical para los millones de personas que aman las burbujas pero no quieren ni pagar el elevado coste ni el impacto medioambiental de las latas y botellas de un solo uso.