El penoso intento ruso para ocultar su derrota naval con Ucrania con un submarino falso

Imágenes capturadas por satélite el pasado 14 de agosto muestran la evidencia de una nueva humillación para las tropas de Vladimir Putin: un modelo a escala completa de un submarino de ataque colocado en el puerto en la base naval de Sebastopol, Crimea, para ocultar la evidencia del éxito del ataque ucraniano que resultó en el hundimiento de este sumergible de la clase Kilo diseñado y fabricado en tiempos de la Unión Soviética.

Según MT Anderson, un analista que sigue de cerca las actividades militares, el submarino que flota en el puerto es falso. De hecho, en las imágenes se puede ver el verdadero submarino hundido debajo de la maqueta.

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El submarino en cuestión es probablemente el Rostov-on-Don, un submarino clase Kilo mejorado que fue gravemente dañado en un ataque con misiles ucranianos el 13 de septiembre de 2023. Ucrania asumió la responsabilidad del ataque, que también alcanzó un gran buque de desembarco en Sebastopol. Aunque Rusia afirmó que el submarino sería reparado, las imágenes muestran que esto es muy poco probable. La colocación de una maqueta sobre el navío hundido parece un intento claro para ocultar la pérdida de un activo estratégico en el Mar Negro.

Éxito ucraniano, doble fracaso ruso

La humillación para Rusia es doble. La primera es obviamente la destrucción sin posibilidad de reparación de una preciada arma de la Marina Rusa. La segunda es que han pillado a la maquinaria propagandística rusa con las manos en la masa como si fuera uno de esos ‘trolls’ pagados por el Kremlin para publicar propaganda en la red social X y las páginas de los medios digitales.

H.I. Sutton, reconocido analista naval, coincide en el análisis de MT Anderson, que apunta que "si vas a tratar de hacer pasar un señuelo como real, no lo coloques justo al lado del [submarino hundido], parte del cual puedes ver en la misma imagen de satélite".

Sutton ha documentado otras tácticas de engaño de Rusia para proteger su flota en el Mar Negro. En junio de 2023, informó que los rusos habían aplicado un camuflaje especial a varios de sus buques armados, incluyendo la fragata Almirante Essen. “El camuflaje usa pintura negra (o muy oscura) aplicada en la proa y la popa del barco. Esto hace que el barco parezca más corto en algunas condiciones”. La táctica busca engañar a los observadores para que identifiquen erróneamente los buques a gran distancia o por satélite.

Este camuflaje se ha aplicado a cuatro buques clave, incluidos dos fragatas clase Almirante Grigorovich y dos corbetas clase Buyan-M. Todos ellos están equipados con misiles Kalibr, vitales para Moscú en este conflicto. El hecho de que los analistas hayan podido identificar la estratagema rusa demuestra que es inútil.

Una larga historia de engaños

El uso de señuelos y engaños en la guerra actual tiene múltiples precedentes históricos, como la Operación Fortitude durante la Segunda Guerra Mundial, en la que los Aliados crearon un ejército falso de tanques inflables y aviones de madera para engañar a los nazis sobre el lugar del desembarco del Día D.

Ucrania también ha empleado tácticas de engaño para proteger sus activos militares de los ataques rusos, fabricando réplicas de armamento avanzado, como las baterías de misiles Himars, que han desempeñado un papel crucial en el conflicto. Estas réplicas están hechas de materiales simples como contrachapado y tuberías viejas, pero son lo suficientemente convincentes como para engañar a los satélites y drones rusos. El Pentágono asegura que, a pesar de las publicaciones rusas que afirmaban haber destruido numerosas baterías Himars, todas las unidades de Ucrania siguen operativas.

En 2023, Rusia habría malgastado más de diez misiles de crucero Kalibr —cada uno con un coste cercano a un millón de dólares— en estos señuelos. Un portavoz de Metinvest, una empresa ucraniana que ahora se dedica a producir estos señuelos, dijo a CNN que su objetivo es “salvar vidas ucranianas y engañar a los rusos para que desperdicien sus costosos drones, obuses y misiles” en falsos objetivos que cuestan una fracción de lo que valdría el armamento real.

El portavoz explicó que los señuelos están diseñados para imitar las firmas térmicas y los perfiles de radar del equipo militar real, haciendo que sean difíciles de distinguir de los objetivos auténticos. Por ejemplo, un obús M777 real cuesta varios millones de dólares, mientras que la versión de Metinvest, hecha con viejas tuberías de alcantarillado, cuesta menos de 1.000 dólares. A pesar de su bajo coste, estos señuelos han sido tan efectivos que Rusia ha destruido cientos de ellos, lo que obliga a Metinvest a mantener el ritmo de producción para satisfacer la demanda del ejército ucraniano. Los esfuerzos rusos, como muestran las imágenes por satélite ahora publicadas, no han tenido tanto éxito.