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La NASA y el Pentágono se alían para cazar posibles naves alienígenas
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Una nueva red de sensores

La NASA y el Pentágono se alían para cazar posibles naves alienígenas

EEUU creará una nueva red de sensores dedicada exclusivamente a la detección y análisis de fenómenos aéreos no identificados siguiendo un estricto método científico

Foto: El "platillo volante" capturado en 1947 gracias a un piloto privado llamado Kenneth Arnold. (NASA)
El "platillo volante" capturado en 1947 gracias a un piloto privado llamado Kenneth Arnold. (NASA)

EEUU construirá una nueva red de sensores dedicados exclusivamente a la detección y análisis de Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) bajo un estricto método de investigación científica. Esta red es resultado de los hallazgos y recomendaciones de los informes del Pentágono y la NASA que admiten que no pueden explicar alrededor de un 3% de los FANI detectados hasta la fecha.

Foto: Ilustración del Sky Sonic, el escudo antimisiles hipersónicos. (Rafael)

La NASA ha dado un giro radical en los últimos años en la manera de afrontar el fenómeno FANI, el nuevo término que se utiliza en la actualidad para referirse a los ovnis (objetos volantes no identificados). Tras años en los que este asunto era considerado un tabú, la NASA busca ahora “desestigmatizar la investigación de los ovni” utilizando el más riguroso método científico. Para ello ha encargado, en colaboración con el Pentágono, un estudio independiente sobre los FANI que analiza la calidad de los datos recogidos por los diferentes sensores controlados por la Agencia Espacial norteamericana y la Agencia Federal de Aviación (FAA).

Según la Dra. Nicky Fox, directora de misiones científicas de la NASA, "en este momento hay datos muy limitados sobre los FANI” que no les permiten averiguar su naturaleza. Este estudio de la NASA, dice Fox, se basa en datos abiertos no clasificados que están calibrados rigurosamente.

placeholder El Dr. Sean Kirkpatrick en su comparecencia ante el Senado de EEUU.
El Dr. Sean Kirkpatrick en su comparecencia ante el Senado de EEUU.

Ahora, AARO (la Oficina de Resolución de Anomalías en Múltiples Dominios) quiere ir un paso más allá y, en lugar de evaluar pasivamente la información que se les ha comunicado y los datos que pudieran existir de esos encuentros, está desarrollando sus propios sensores diseñados especialmente para detectar, rastrear y caracterizar específicamente este tipo de objetos. "Sin datos suficientes, somos incapaces de llegar a conclusiones defendibles que cumplan con los altos estándares científicos que establecemos", dijo el Dr. Sean Kirkpatrick, director de AARO.

‘Zonas calientes’ de FANIs

El director de AARO dijo que el objetivo es colocar estos los sensores en las zonas donde estos avistamientos son más comunes. Hasta ahora Kirkpatrick y su equipo han tenido que trabajar con datos prestados de los sensores del Departamento de Defensa y de la Comunidad de Inteligencia (CI), así como de sensores comerciales de la NASA, la NOAA (la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) y la FAA estadounidenses.

Sin embargo, Kirkpatrick asegura que estos sensores no están situados en el lugar donde más útiles pueden ser. El problema, dice el director de AARO, es que, aunque Estados Unidos cuenta con "el mayor aparato de recogida de datos de todo el planeta", la mayor parte de esos sistemas se concentran en su propio territorio continental, aunque también en los lugares donde están sus militares y servicios de inteligencia.

"A la mayoría de la gente, incluido el gobierno, no le gusta que se dirija todo nuestro aparato de recogida de datos a su patio trasero", dijo Kirkpatrick. "No está permitido. Tenemos algunas leyes [que prohíben la vigilancia doméstica] al respecto. Y tenemos que encontrar la manera de hacer esto sólo en las zonas en las que puedo tener una alta confianza de que va a haber algo allí”.

placeholder El IM1 era más duro que todos los demás 272 meteoros del catálogo CNEOS.(NASA/Ron Garan)
El IM1 era más duro que todos los demás 272 meteoros del catálogo CNEOS.(NASA/Ron Garan)

Aunque Kirkpatrick no ha revelado qué tipo de sensores utilizarán o dónde estarán colocados específicamente, sí ha dicho que AARO también está "evaluando una serie de sensores de diferentes organizaciones, el mundo académico, la industria, etc. que ya existen o se están construyendo para fines similares”. Para ello están comparando todos los datos de los sensores existentes y realizando un modelado que les permita descubrir si son lo suficientemente precisos como para obtener la información necesaria sobre los FANI.

El de AARO no es el único esfuerzo para encontrar FANI

La necesidad de obtener mejores datos es fundamental para alimentar los esfuerzos de AARO, pero también de la NASA y del Proyecto Galileo, dirigido por el profesor de Harvard y columnista habitual de Novaceno, Aví Loeb.

placeholder Alex Delacroix (derecha), el ingeniero mecánico que diseñó la arquitectura del Observatorio del Proyecto Galileo, junto a Avi Loeb.
Alex Delacroix (derecha), el ingeniero mecánico que diseñó la arquitectura del Observatorio del Proyecto Galileo, junto a Avi Loeb.

El Observatorio del Proyecto Galileo, situado en el tejado del Observatorio del Harvard College, capturará continuamente imágenes en vídeo de todo el cielo en longitudes de onda infrarrojas, visibles y de radio junto con una grabación del audio. El flujo constante de datos se analiza por un software de inteligencia artificial que utiliza aprendizaje automático para clasificar objetos conocidos de origen natural o humano en busca de objetos que presenten imágenes o maniobras anómalas. La idea de Loeb y su equipo es que este tipo de observatorios se vayan instalando por toda la geografía mundial.

Otra pata del Proyecto Galileo es una expedición marítima para encontrar fragmentos del IM1, el primer meteoro interestelar jamás observado. El IM1 presenta unas características anómalas para este tipo de rocas espaciales y Loeb y su equipo piensan que podría tratarse de los restos de una tecnología de otra civilización. El IM1 se desintegró a su entrada en la Tierra y se encuentra, según los cálculos de los investigadores, a aproximadamente 1,7 kilómetros bajo el Océano Pacífico, a unos cien kilómetros de la costa de la isla de Manus, en Papúa Nueva. La expedición está a punto de arrancar y si Loeb encuentra lo que busca y confirma sus sospechas de que la composición del IM1 no es de origen natural, será la primera prueba irrefutable de la existencia de otras civilizaciones en el cosmos.

EEUU construirá una nueva red de sensores dedicados exclusivamente a la detección y análisis de Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI) bajo un estricto método de investigación científica. Esta red es resultado de los hallazgos y recomendaciones de los informes del Pentágono y la NASA que admiten que no pueden explicar alrededor de un 3% de los FANI detectados hasta la fecha.

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