Así se imaginaba la prensa de 1923 la realidad actual: aciertos sorprendentes y disparates

Según la autoridad aeronaútica Glenn Curtiss, este año todos aviones volarán usando energía transmitida por radiofrecuencia y sin ningún tipo de combustible fósil. Mientras, el Dr. Charles Steinmetz afirma que este año la gente no trabajará más de cuatro horas al día "gracias a la electricidad". Curtiss y el Dr. Steinmetz llevan varios años muertos y ésa era su visión del futuro cuando los periódicos la publicaron hace ahora cien años.

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Omar Kardoudi

Son sólo dos en una recopilación de predicciones sobre el año 2023 realizada por el investigador de la Universidad de Calgary e intrépido explorador de hemerotecas Paul Fairie, que revela una fascinante, a veces absurda, otras sorprendemente correcta, predicción del futuro de la humanidad publicada en 1923 por varios periódicos anglosajones.

Mejor que Rappel…

La idea de Curtiss no es tan loca. No para el 2023, desde luego. DARPA — el brazo de investigación del Pentágono — está ya trabajando en el Proyecto Power, una nueva tecnología para la transmisión de energía sin cables a larga distancia. Los militares norteamericanos esperan que, en el futuro, este nuevo sistema hará que sus aviones y vehículos terrestres puedan viajar sin tener que depender de ninguna línea de suministro de combustible, pudiendo operar en todo el planeta sin restricciones.

Según el Coronel Paul Calhoun, gestor del programa para la oficina de tecnología táctica de DARPA, "será la internet de la energía, haciendo uso de redes resilientes con múltiples rutas para hacer fluir energía desde fuentes abundantes a los consumidores que la necesitan”. Otros expertos, como Rocco Viggiano — ingeniero del Centro de Investigación Glenn de la NASA y líder del proyecto — también creen que la transmisión de energía inalámbrica es el futuro del transporte. De hecho, múltiples compañías están trabajando en ello activamente.

En el caso del Dr. Steinmetz, tampoco es tan absurdo, ya que la jornada laboral se ha reducido mucho desde 1923 y sigue cayendo.

La predicción sobre estas líneas tampoco está tan mal: "Para 2023 no habrá correo entre Nueva York y San Francisco. Pittsburgh y Londres realizarán pedidos con 'películas parlantes' a comerciantes en Pekín y los cargueros de 1.000 millas por hora harán entregas de sus mercancías antes del atardecer. Los teléfonos de radio del tamaño de un reloj mantendrán a todos en comunicación con los extremos de la Tierra".

Otro que dio en el blanco fue el cráneo privilegiado de arriba que, sorprendemente, se atrevió a anunciar que los platos y cubiertos estarían hechos de pulpa de materia orgánica reciclada. No todos lo son, obviamente, pero sí muchos de los desechables. Pensar cómo alguien pudo proyectar algo tan aleatorio, honestamente, me deja loco.

…peor que la Bruja Lola

El profesor A.M. Low dijo ese año que las guerras serían “inalámbricas” y probablemente nos comunicaríamos por telepatía. Tampoco estaba tan lejos de la realidad, si le echamos un poco de imaginación: "La guerra de 2023", dice Low, “será inalámbrica porque no hay fin a las posibilidades de esta fuerza maravillosa. Telefonía inalámbrica, visión, calor, energía y escritura puede desempeñar papeles importantes”. La guerra inalámbrica existe, tanto en el ciberespacio como la energía dirigida y los láseres que en 2022 han llegado ya a los ejércitos más avanzados. Y el resto de lo que menciona tampoco usa cables.

Otros aciertan a trancas y barrancas, como la que dice que en 2023 no existirían los periódicos de papel (existen, pero palidecen ante los diarios digitales) y que las noticias sólo podrían ser escuchadas (que no es cierto aunque sea verdad que los medios de comunicación audiovisuales son predominantes en la sociedad actual).

Pero en el aire habrá "muchas variedades de aviones", dice.

Al final, la mayoría de proyecciones para el 2023 son bastante locas, unas predicciones más surrealistas y falsas que el antiguo Mundo Singular del ¡Hola!, como la que dice que todas las mujeres llevarían el pelo rapado y los dientes negros, mientras que todos los hombres tendrán rizos.

O la que dice que se necesitarán concursos de belleza porque todo el mundo será guapo. También que habrá menos doctores, la esperanza media de vida será de 100 o 300 años (qué más da). El cáncer, por supuesto, no existirá ya en 2023.

Tampoco habrá cocinas privadas en 2023. Al parecer toda la comida se la imaginaban instantánea.

¿Es posible predecir el futuro?

Obviamente, predecir el futuro es extremadamente difícil. A Elon Musk, por ejemplo, no le funcionan ni las predicciones que hace para el año que viene. Un ejemplo claro: desde el año 2014, el genio cósmico, trilero profesional, visionario fumado, narcisista confeso y cuentista chino, promete todos los años que el año que viene saldrá el Tesla 100% autónomo. Algo que, obviamente, nunca ha pasado.

El futuro, como decía Sarah Connor en Terminator 2, es una carretera oscura ante nosotros. Pero eso no quiere decir que proyectar un futuro potencial sea imposible. De hecho, cientos de ‘think tanks’ y organizaciones gubernamentales como el Pentágono o la CIA, dedican miles de millones de dólares precisamente a eso: proyectar el futuro o, como lo llaman algunos, “prototipar futuros’ o ‘prototipado de amenazas”.

Uno de estos expertos es el Dr. Brian David Johnson, un futurista que ha trabajado con organizaciones como Intel, Mastercard, o el Ejército de los Estados Unidos, para proyectar amenazas utilizando una técnica que usa los mismos principios de la narrativa de ciencia ficción.

Como me contaba el año pasado en una entrevista por videoconferencia, esta técnica consiste primero en investigar a fondo el campo en el que quieras realizar tu proyección, construyendo un mundo sólido basándose en datos que conocemos. “A partir de ahí, usas el razonamiento científico para empezar a construir la ciencia ficción... pero en realidad no es ciencia ficción. Es por eso que se llama ‘prototipo de amenazas de ciencia ficción’, porque realmente se trata de usar el pensamiento de ciencia ficción para crear prototipos [el futuro y su impacto]”.

David Johnson afirma que este tipo de prototipos se centra “en una persona en un lugar que experimenta un problema como una forma de explorar futuros posibles y potenciales. La idea original era pensar en el impacto humano de la investigación de la tecnología o la investigación que estabas haciendo en las personas, pero luego, muy rápidamente, se convirtió en una manera para que los investigadores o cualquiera imaginaran lo que podría ser el posible futuro”. En Novaceno hemos utilizado una técnica muy similar para proyectar posibles escenarios futuros en la miniserie documental Control Z, primero investigando a fondo y entrevistando a expertos, y luego desarrollando potenciales escenarios de amenazas.

Según me contó David Johnson, él usa este tipo de proyección para proyectar amenazas a un máximo de diez años. A corto plazo, el prototipado de futuros funciona muy bien, asegura. Pero con tiempos más largos la línea temporal se vuelve más inexacta y nebulosa. Nada de esto se aplica a estas predicciones de 1923, claro, que son más adivinaciones de la Bruja Lola aunque alguna acierte echándole mucha imaginación.