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Un nuevo satélite más brillante que cualquier estrella arruinará el cielo nocturno
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Interferirá con nuestra visión del cosmos

Un nuevo satélite más brillante que cualquier estrella arruinará el cielo nocturno

Un nuevo gigantesco satélite para ofrecer un servicio de 'internet espacial' puede llegar a ser más brillante que cualquier otro objeto en el firmamento excepto la Luna

Foto: Ilustración puramente conceptual de un objeto más brillante que cualquier otra estrella.
Ilustración puramente conceptual de un objeto más brillante que cualquier otra estrella.

Una nueva estrella está a punto de aparecer en el firmamento, un gigantesco satélite del tamaño de un estudio que será más brillante que cualquier objeto en el cielo nocturno excepto la Luna.

Foto: Éste es la nave que los rusos han encontrado dentro de su base y que al parecer estaba cargada de explosivos. (Ministerio de Defensa ruso)

Hace tan sólo unos años, una luz tan brillante habría significado algo muy diferente. Algo extraordinario. Quizás una supernova lejana que nos hubiera hecho mirar hacia arriba para reflexionar sobre nuestra propia existencia y nuestro lugar en el cosmos eterno. O tal vez un cometa, los heraldos de terribles desgracias o buenas nuevas sobre las que los humanos susurraban en la noche como lo han hecho durante milenios.

Incluso podría haber sido una nueva e impresionante estación orbital gigante, una estructura magnífica como la de 2001: Odisea del Espacio, el primer gran paso en firme hacia una nueva era de exploración y emoción en nuestro camino hacia Marte y las lunas jovianas.

Tecnología innecesaria

Pero hoy, este nuevo punto de luz cegadora en la esfera celeste no tiene nada que ver con el infinito campo estelar que ha capturado nuestra imaginación colectiva desde los albores de la conciencia humana, las gigantescas forjas nucleares que explotaron hace eones, a millones de años luz de distancia, para crear la materia misma que nos hizo a todos nosotros y todo lo que nos rodea. Estrellas que son una parte intrínseca de nuestra cultura, de nuestra psique y mitos personales y colectivos. Estrellas que nos han guiado durante miles de años en todas nuestras aventuras en el océano y continentes remotos. Luces en el cielo que sirvieron para forjar leyendas, religiones y medir el tiempo desde hace 40.000 años, según los arqueólogos.

Las estrellas nos rodean por todas partes y todos somos materia estelar.

placeholder El satélite BlueWalker 3 totalmente desplegado. (AST)
El satélite BlueWalker 3 totalmente desplegado. (AST)

No hay nada de esa fascinación celestial en este nuevo cacharro. Su antena gigante y sus paneles solares reflejarán la luz del sol en plena noche, añadiendo un despreciable ruido artificial a nuestro paisaje eterno favorito y arruinando las imágenes de telescopios terrestres de todo el mundo.

Su nombre es BlueWalker 3, y está hecho de vidrio y aleaciones de metal por una empresa de comunicaciones emergente llamada AST SpaceMobile, que procede del estado de Texas, la versión seca de Florida donde todo es enorme, como alardeaba el propio director general de AST en Twitter hace unas semanas:

BlueWalker 3 se lanzó ayer, plegado sobre un cohete reutilizable Falcon 9 de SpaceX desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA. Una vez desplegada en órbita, se convertirá en una máquina plana de 64,3 metros cuadrados, una gigantesca antena de matriz en fase diseñada para proporcionar acceso a Internet de banda ancha a las personas en tierra.

El proyecto es admirable en lo estrictamente tecnológico. A diferencia de los satélites de internet Starlink, de SpaceX, BlueWalker 3 no requerirá que los usuarios instalen una antena parabólica y un router especial en tierra para poder acceder a la web. AST afirma que será la "primera y única red global de banda ancha celular en el espacio que funcionará directamente con dispositivos móviles estándar no modificados", basándose en su "amplia cartera de propiedad intelectual y patentes".

Sólo tendrás que darte de alta en su servicio y tendrás acceso a Instagram, WhatsApp y cualquier otra app o sitio web desde cualquier lugar donde ofrezcan cobertura. Funcionará, dicen, usando cualquier teléfono 4G o 5G, lo que suena muy bien si no se tienen en cuenta las graves consecuencias y las alternativas a este nuevo despropósito en el nombre del falso progreso dictado por la conveniencia.

Imagen tomada por los astrónomos Clara Martínez-Vázquez y Cliff Johnson desde el Observatorio Interamericano Cerro Tololo, con 19 rayas creadas por el segundo lote de satélites Starlink lanzados en noviembre de 2019.

Los astrónomos del Observatorio Vera C. Rubin y del Centro de la Unión Astronómica Internacional para la Protección del Cielo Oscuro y Silencioso de las Interferencias de las Constelaciones de Satélites creen que este nuevo y gigantesco satélite de comunicaciones arruinará nuestros cielos e interferirá en las observaciones celestes, tal y como lo está haciendo Starlink ahora mismo. Cuando denunciaron Starlink, Elon Musk los vilipendió con su habitual arrogancia. Pero Musk mentía, como casi siempre: el efecto de estas constelaciones masivas de satélites está ampliamente documentado.

De mal en peor​

Lo malo es que esto no ha hecho más que empezar. AST planea poner muchos de estos satélites en órbita terrestre baja: más de 100 de estos satélites gigantescos para finales de 2024. Muchos de ellos serán aún más grandes, reflejando aún más luz solar hacia la Tierra. Se sumarán a la constelación actual de Starlink, que ya incluye 3.000 satélites y cuyo número crecerá más allá de los 30.000.

Estas masivas constelaciones privadas de satélites son una apropiación de un bien público que es limitado aunque parezca infinito. El hecho es que el espacio no pertenece a nadie. El espacio es de todos y cada uno de nosotros, de la humanidad en su conjunto. Y ha sido así desde que existimos.

placeholder Una vista general de Stonehenge durante la lluvia de estrellas en la llanura de Salisbury, al sur de Inglaterra.
Una vista general de Stonehenge durante la lluvia de estrellas en la llanura de Salisbury, al sur de Inglaterra.

Permitir que Musk, Bezos, AST y el resto de estas empresas invadan literalmente nuestra única ventana al universo con decenas de miles de satélites y antenas gigantes sería ignorar una violación de nuestra visión del cosmos.

Ya lo dijo el nuevo director general de la Agencia Espacial Europea, Josef Aschbacher, cuando se refirió a la existencia de los satélites de Musk en declaraciones al Financial Times: "Una persona posee la mitad de los satélites activos del mundo. Esto es bastante sorprendente. Él está haciendo las reglas de facto. El resto del mundo, incluida Europa, no está respondiendo lo suficientemente rápido". Aschbacher tiene toda la razón. Es incomprensible.

La raya vertical que estropea la imagen de esta galaxia es un satélite Starlink. (CalTech)

AST, Starlink y el Proyecto Kuiper de Amazon justifican sus acciones con exactamente la misma afirmación como su raison d’être: están en una misión para "eliminar las brechas de conectividad a las que se enfrentan los cinco mil millones de suscriptores móviles de hoy en día y finalmente llevar la banda ancha a los miles de millones que permanecen desconectados".

Falso progreso​

Es cierto que tener acceso a Internet en todas partes es fantástico y hasta necesario. Es una poderosa herramienta educativa y comercial que puede beneficiar a muchos en zonas remotas y pobres. Incluso puede ayudar a un país a detener la invasión ilegal de otro país.

Todo lo anterior es cierto, pero esos puntos forman parte de un argumento falaz. La dicotomía de elegir entre el progreso económico, social y tecnológico, y nuestros derechos es en ocasiones falsa. En este caso, este satélite y Starlink no son progreso. Ya tenemos una manera de comunicarnos más fiable, rápida y resiliente que estos satélites: las torres de comunicaciones. Sólo hay que invertir el dinero para construir la infraestructura terrestre necesaria para satisfacer las necesidades de las zonas que ahora no tienen banda ancha. La razón por la que eso no sucede es que los beneficios de esa infraestructura no son tan escalables como quisieran las empresas de telecomunicaciones. Y de ahí estas constelaciones.

placeholder Las torres de comunicaciones son más fiables, resistentes y rápidas que cualquier satélite.
Las torres de comunicaciones son más fiables, resistentes y rápidas que cualquier satélite.

Estas nuevas empresas de internet en el espacio nos están robando lo que ha sido nuestro desde el principio de los tiempos sin preguntar a nadie primero. Y lo hacen sólo para vender comodidad y conveniencia para unos pocos. La comodidad que se ha adueñado de una sociedad vaga que pide una bolsa de patatas y dos Coca-Colas con una app en vez de bajar a la tienda. O que ahorra tres minutos en preparar una cafetera para malgastar recursos usando una cápsula de nefasto Nespresso. Somos caprichosos como niños de 2 años: sólo queremos tener todo de inmediato. También acceder a TikTok desde la mitad de la nada en el desierto para poder publicar un vídeo de lo guay que es tu nueva chaqueta o tu bici de carbono. Y tiene que ser ya. No cuando vuelvas a casa, no. Tiene que ser ahora. Aunque eso signifique que vas a estropear los mismos cielos llenos de estrellas en ese desierto, el motivo por el que quizás hayas viajado miles de kilómetros.

Al final, esto se reduce a algo muy sencillo: el progreso tecnológico en busca de nuestra seguridad y avance es legítimo, aunque a veces tenga un alto coste. Pero la falsa innovación tecnológica sólo en nombre del comfort o el beneficio financiero no es justificable si tiene un alto coste para la sociedad en su conjunto. Y esta internet por satélite es exactamente esto último.

placeholder Pedir una bolsa de patatas y dos Coca-Colas con un app no es ni futuro ni progreso.
Pedir una bolsa de patatas y dos Coca-Colas con un app no es ni futuro ni progreso.

Se me ocurre que, quizás, todos los que vivimos en esta pequeña bola de barro espacial, deberíamos poder opinar sobre esta plaga de satélites. Que este satélite gigante es una llamada de atención para que nos movamos. Que tal vez sea el momento de decir basta, de pararlo, de denunciar este falso progreso, tomar partido y decir: "No, vosotros ya habéis arruinado la superficie del planeta en nombre del beneficio. No nos toquéis las estrellas".

Puede que a la gente le importe un pito todo esto. Sospecho que quizás sea así. Es entonces cuando me gusta imaginarme que este punto de luz que va a aparecer en el cielo no fuera ni un satélite ni una supernova sino un asteroide como el que extinguió a los dinosaurios, en ruta de colisión con nuestro planeta.

AST no ha respondido a nuestra solicitud de comentarios en el momento de la publicación de este artículo.

Una nueva estrella está a punto de aparecer en el firmamento, un gigantesco satélite del tamaño de un estudio que será más brillante que cualquier objeto en el cielo nocturno excepto la Luna.

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