El ego científico es el mayor enemigo de la ciencia

La gente piensa equivocadamente que los niños no son tan inteligentes como los adultos porque cometen errores. La verdad es que simplemente les falta experiencia y por eso se magullan cuando se dan de bruces con los retos de una realidad con la que no están familiarizados. Sus moratones duelen, pero les permiten aprender cosas nuevas. Los adultos han aprendido de la experiencia lo que pueden esperar y, por tanto, están mejor informados sobre cómo evitar el riesgo de herirse.

Los 'expertos' tienden a suprimir la innovación porque amenaza el orgullo por los conocimientos pasados que sirven de base para su reputación

Pero el escudo que protege a los adultos de los moratones también evita que se expongan a lo inesperado. El resultado es que los adultos pueden pasarse la vida insistiendo en ideas erróneas y construyendo un colchón psicológico que los aísla de la evidencia que puede contradecir esas ideas. Es un patrón común en la política. De hecho, fue un niño quien se dio cuenta de que el emperador estaba desnudo en el cuento popular escrito por el autor danés Hans Christian Andersen.

Este comportamiento no solo es evidente en la política, sino también en las fronteras de la ciencia. Tanto es así que lo mencioné durante un debate del equipo del Proyecto Galileo sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) para identificar objetos anómalos en el firmamento. Como los niños, nuestros algoritmos de IA tendrán inicialmente poca experiencia y cometerán errores. Pero, a medida que estos algoritmos analicen más datos, su librería de posibles objetos llegará al punto de poder clasificar la inmensa mayoría de todos los objetos detectados por nuestros telescopios. Con ese nivel de experiencia, será sencillo que un algoritmo informático maduro identifique objetos atípicos.

La edad se correlaciona con el aumento de la experiencia, ser mayor se confunde con tener legítima autoridad. Pero la naturaleza misma del descubrimiento implica nuevos conocimientos que no estaban previstos en el bagaje de conocimientos anteriores con que carga la autoridad en una materia. En consecuencia, los 'expertos' tienden a suprimir la innovación porque amenaza el orgullo por los conocimientos pasados que sirven de base para su reputación profesional y autoestima.

La principal ventaja de los algoritmos informáticos con respecto a los humanos es que no desarrollan un ego a medida que maduran. La consecuencia es que es probable que el progreso científico avance más rápido con los algoritmos de IA que con los 'expertos' humanos que insisten en barrer las anomalías bajo la alfombra de su estatus para mantener su prestigio.

A lo largo de mi carrera he visto cómo los 'expertos' establecidos ridiculizaban algunas de las fronteras del conocimiento más excitantes, como los estudios sobre los inicios del universo, los planetas extrasolares o la astrofísica de ondas gravitacionales. Después de que las pruebas se acumularon hasta un nivel imposible de ignorar, estas disciplinas pasaron por una fase de transición en la que los rebeldes que revelaron la evidencia se convirtieron en los guardianes del nuevo conocimiento. Pero en vez de servir de lección, esto se repite una y otra vez. Ahora mismo, lo estoy volviendo a observar en la búsqueda de equipos tecnológicos de civilizaciones extraterrestres que es la base del Proyecto Galileo.

Después de analizar las anomalías del objeto 2020 SO, descubierto por [el telescopio doble] Pan STARRS en 2020 e identificado como un cohete propulsor [del cohete Saturno] lanzado por la NASA en 1966, un algoritmo de IA experimentado podría haber determinado que la misma falta de cola de cometa y de empuje por la luz solar era también compartida por otro objeto que fue descubierto por el mismo telescopio tres años antes: el objeto interestelar `Oumuamua. Sin embargo, los expertos en asteroides del sistema solar insistieron que `Oumuamua debía ser un objeto natural, como un iceberg de hidrógeno, un iceberg de nitrógeno o tal vez incluso una bola de polvo, a pesar de que tales objetos nunca han sido vistos en el espacio. De hecho, algunos de estos expertos siguen calificando a `Oumuamua como un cometa en sus estudios, a pesar de que el telescopio espacial Spitzer no detectó ningún rastro de gases de cometa a su alrededor.

El progreso científico avanzará más rápido con la IA que con los 'expertos' humanos que suprimen la innovación para proteger su prestigio

La experiencia sería similar a la de un guía de un zoo que dijera a un grupo de niños que un determinado animal es una cebra, aunque dicho animal no tenga rayas. Y cuando uno de los niños le preguntase por qué esa cebra no tiene rayas, uno de los guías turísticos le respondiera que las rayas existen, pero son tan invisibles para nosotros como los gases del supuesto iceberg de hidrógeno o nitrógeno `Oumuamua. Incluso otro guía turístico podría decir que las rayas solo aparecen cuando no estamos mirando a la cebra, lo que es equivalente al argumento esgrimido en un artículo científico que afirmaba que `Oumuamua tuvo una desgasificación detectable, pero que ocurrió cuando el telescopio espacial Spitzer no lo estaba observando, ya que "el nivel de actividad varió mucho durante el tiempo en que se vigiló su trayectoria".

Espero que la mente vacía de prejuicios de los algoritmos de aprendizaje automático ofrezca al Proyecto Galileo una mejor perspectiva para descubrir algo nuevo sobre nuestro vecindario cósmico.