Diseñan un barco que podrá volar gracias a un zepelín

Si usted pertenece al 1% de las personas más ricas del planeta y le cuesta decidir si ir de vacaciones a la playa o a la montaña, este diseño de la compañía suiza Airyatch le interesa. Aunque un barco que además de navegar es capaz de volar enganchado a la barriga de un enorme zepelín es una virguería de la ingeniería que interesa a cualquiera. Aunque sea solo por verlo funcionar.

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El aparato lleva el mismo nombre que la compañía que lo ha creado, Airyatch, y está formado por dos elementos. Uno es un yate de lujo de tres pisos que tiene 52 m de largo por 13 m de ancho y 11 m de alto. Puede tener entre cinco y seis camarotes, dependiendo de su distribución final, y es capaz de llevar a 12 pasajeros, tres miembros de la tripulación y hasta 12 personas de servicio. Airyatch también cuenta con solariums en la proa y en la popa, sauna, jacuzzi, piscina, un helipuerto y un garaje en el que se pueden guardar varios vehículos.

El otro elemento es un dirigible de helio (mucho más seguro que el hidrógeno que se usaba antes) de 200 metros de largo y 50m de altura, que utiliza un sistema híbrido de propulsión eléctrica y de combustible que le permite volar a 50 nudos (93 km/h). Pero según vaya avanzando la tecnología, la idea es que pueda funcionar solamente con hidrógeno. El resto de las características, como cuenta la compañía a New Atlas, no se pueden revelar todavía debido a un acuerdo de confidencialidad que Airyatch mantiene con la empresa que está desarrollando la aeronave.

Sin embargo, sí sabemos cómo hace para pasar del aire al agua y viceversa. Cuando el aparato está en vuelo, el yate descansa bajo las tripas del dirigible y hace las veces de góndola, el habitáculo que ocupan tanto la tripulación como pasajeros. Para bajar al mar, el barco desciende gracias a un sistema de cables que se suelta una vez que alcanza el agua. La compañía asegura que el aparato cuenta con un sistema de "flotabilidad en el aire" que permite que se mantenga estable cuando suelta el paso y no salga despedido.

Si los pasajeros quieren bajar a tierra para dar un paseo rápido, Airyatch cuenta con un sistema de ascensor que funciona independientemente y en el que caben 12 personas. El descenso también se produce gracias a unos cables que salen de la parte inferior del barco que es donde está alojado el ascensor.

En caso de que se quiera estar en tierra durante un periódo de tiempo más largo, el yate puede descender y soltarse quedando fijado en el suelo mediante una serie de puntales que se despliegan desde el casco. Para volver a subir el yate hasta el dirigible se usan los mismos cables que para el descenso pero al revés. Se despliegan, se enganchan al barco y tiran de él hasta que se acopla de nuevo en el zepelín.

Airyatch no ha compartido información sobre qué pasa con el dirigible cuando el yate está en tierra o en el mar durante varios días ni cómo se puede pilotar cuando no tiene el barco enganchado. Pero como ellos mismos admiten, hay muchas cosas que aclarar todavía de aquí a que este diseño se convierta en una realidad, si es que finalmente lo hace.

La compañía asegura que lleva trabajando en este proyecto desde 2017 y estiman que podrán tener la primera unidad en el aire, o en el agua, en algún momento de 2026. A partir de ahí la idea es producir de una a cuatro unidades cada año dependiendo de la demanda. ¿El precio? No lo sabemos tampoco. Airyatch asegura que solo lo discutirá en reuniones privadas con compradores que estén realmente interesados. Pero no hace falta ser Nostradamus para vaticinar que si uno no puede permitirse encender los puros con billetes de 50 euros, tampoco podrá permitirse un yate volador como este.