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Desde principios de siglo, unas 'manchas' brillantes en la Antártida traían de cabeza a la ciencia: por fin sabemos qué son
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¿Un fenómeno óptico?

Desde principios de siglo, unas 'manchas' brillantes en la Antártida traían de cabeza a la ciencia: por fin sabemos qué son

Estas manchas fueron documentadas por primera vez hace 25 años. El buque de investigación R/V Roger Revelle ha logrado explicar su origen

Foto: Una de las manchas brillantes captadas por un satélite (NASA)
Una de las manchas brillantes captadas por un satélite (NASA)

Durante más de 20 años, los científicos han seguido con atención un fenómeno óptico que aparecía en las aguas del océano Antártico. Las imágenes de satélite mostraban resplandores turquesa en zonas remotas y frías, cuya explicación permanecía sin resolver hasta ahora.

Las primeras observaciones, realizadas a principios del siglo XXI, revelaban un brillo inusual en regiones australes del planeta. Estos reflejos no coincidían con los modelos ópticos existentes y desconcertaban a la comunidad científica, que no lograba determinar si estaban causados por partículas inorgánicas o por algún organismo microscópico.

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Una campaña liderada por el biólogo marino Barney Balch a bordo del buque de investigación R/V Roger Revelle, permitió recopilar datos biológicos y físicos desde aguas subtropicales hasta latitudes próximas a los 60° sur. El análisis, que se puede consultar en la revista Global Biogeochemical Cycles, confirmó que la luminosidad provenía, en gran medida, de diatomeas, algas unicelulares que fabrican frústulas de sílice capaces de reflejar la luz solar.

Microorganismos resistentes al frío

Además de las diatomeas, el estudio identificó la presencia inesperada de cocolitóforos en áreas extremadamente frías. Se trata de algas calcificadas que, según se pensaba, no podían sobrevivir en esas condiciones. Su hallazgo sugiere que disponen de una mayor tolerancia térmica y que las corrientes oceánicas favorecen su dispersión en regiones australes.

placeholder Imágenes que muestran la presencia de cocolitóforos en el océano Antártico (Global Biogeochemical Cycles/Barney Balch et al.)
Imágenes que muestran la presencia de cocolitóforos en el océano Antártico (Global Biogeochemical Cycles/Barney Balch et al.)

Este resultado es relevante porque las diatomeas participan en el ciclo de la sílice, mientras que los cocolitóforos aportan carbonato de calcio. Ambos procesos influyen en el sumidero de carbono del Océano Austral, responsable de almacenar una fracción significativa del dióxido de carbono atmosférico. Cualquier variación en la distribución de estas poblaciones modifica la capacidad del océano para regular el clima.

Impacto en los modelos climáticos

El descubrimiento implica revisar los algoritmos que interpretan los colores del mar desde el espacio. Hasta ahora, las estimaciones podían haber subestimado la contribución de las diatomeas en aguas polares, lo que llevaba a errores en cálculos de productividad biológica y absorción de CO₂. Corregir estas limitaciones resulta esencial para proyectar con mayor fiabilidad el comportamiento del sistema climático.

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Los investigadores destacan que los ecosistemas polares responden de manera rápida a factores como el cambio climático, la acidificación de los océanos o las variaciones en la circulación de las corrientes. Vigilar la evolución de estas comunidades microscópicas es prioritario, ya que su dinámica afecta tanto a la apariencia del mar como a la capacidad del planeta para mitigar el aumento de gases de efecto invernadero.

Durante más de 20 años, los científicos han seguido con atención un fenómeno óptico que aparecía en las aguas del océano Antártico. Las imágenes de satélite mostraban resplandores turquesa en zonas remotas y frías, cuya explicación permanecía sin resolver hasta ahora.

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