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La Antártida se derrite y eso está teniendo un efecto inesperado en el resto del mundo
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Un proceso paradójico

La Antártida se derrite y eso está teniendo un efecto inesperado en el resto del mundo

Lo 'lógico' sería pensar que el derretimiento del hielo antártico reduciría la temperatura de los océanos. La realidad es totalmente contraria a esta suposición

Foto: Una imagen de la Antártida (NASA)
Una imagen de la Antártida (NASA)

La pérdida continua de hielo marino en la Antártida está generando un impacto térmico sin precedentes en el océano Austral. Según un estudio reciente publicado en la revista PNAS Nexus, cada año con poca cobertura helada no solo eleva la temperatura media de las aguas australes, sino que ese exceso de calor se mantiene durante años, intensificando el calentamiento global.

Durante 2023, la superficie invernal helada en la región fue 1,55 millones de kilómetros cuadrados menor al promedio histórico. Esta reducción, que equivale a casi siete veces la superficie del Reino Unido, se repitió con niveles similares en 2024, y los primeros datos de 2025 confirman que la tendencia continúa. La disminución del hielo refleja menos radiación solar, permitiendo que el océano absorba más energía y se caliente más rápidamente.

El océano acumula calor y acelera la pérdida de hielo

Un equipo de científicos dirigido por Edward Doddridge, de la Universidad de Tasmania, ha evidenciado que esta situación tiene un efecto acumulativo. En los veranos con menor hielo desde 2016, se ha detectado un aumento de 0,3 °C en la temperatura media entre los paralelos 65° y 80° sur. “El hecho de que ese calor se mantenga durante al menos tres años incrementa el impacto total del fenómeno”, explicó Doddridge.

El estudio revela un efecto de retroalimentación térmica: menos hielo implica más calor absorbido, lo que a su vez derrite aún más hielo. Esta dinámica puede generar un desequilibrio a largo plazo en el sistema climático del planeta entero.

Impacto sobre los icebergs y las plataformas de hielo

La desaparición del hielo marino expone las costas antárticas a un oleaje más intenso. Cuando la superficie del mar está congelada, actúa como barrera natural frente a las olas del océano Austral. Sin esa protección, las plataformas de hielo continentales comienzan a fracturarse con mayor facilidad. “En los años con niveles bajos de hielo observamos el doble de grandes icebergs desprendidos”, indicó Doddridge al respecto.

Según los datos recopilados, cada 100.000 kilómetros cuadrados de hielo perdidos generan al menos seis icebergs de más de un kilómetro cuadrado. Este fenómeno acelera la pérdida de masa helada, aumentando el nivel del mar y alterando las corrientes oceánicas.

Foto: Fotograma de 'El Planeta de los Simios' (20th Century Studios)

El retroceso del hielo también pone en peligro la supervivencia de especies emblemáticas como el pingüino emperador y la foca cangrejera, que dependen de plataformas heladas para descansar y reproducirse. Su hábitat se reduce drásticamente con cada temporada cálida anómala, lo que compromete sus ciclos vitales.

Además, la actividad científica en la región se ve afectada. El acceso a estaciones de investigación resulta más peligroso cuando el hielo desaparece, ya que las embarcaciones no pueden operar con la misma seguridad. “Cuando tenemos un año extremo de baja presencia de hielo, el sistema antártico arrastra sus efectos durante años”, advirtió Nerilie Abram, climatóloga de la Universidad Nacional de Australia.

La pérdida continua de hielo marino en la Antártida está generando un impacto térmico sin precedentes en el océano Austral. Según un estudio reciente publicado en la revista PNAS Nexus, cada año con poca cobertura helada no solo eleva la temperatura media de las aguas australes, sino que ese exceso de calor se mantiene durante años, intensificando el calentamiento global.

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