El año pasado, la Tierra recibió una rara señal procedente del espacio: por fin sabemos qué fue
La señal fue detectada en Australia en junio de 2024. Apenas duró 30 nanosegundos, lo que dificultó sobremanera encontrar cuál era su origen, a pesar de estar bastante cerca
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Una señal de radio extremadamente breve, detectada en junio de 2024 por astrónomos australianos, ha revelado un fenómeno poco común procedente de la órbita terrestre. Lejos de tratarse de una fuente de origen interestelar, como se llegó a especular en un principio, el impulso electromagnético fue rastreado hasta un objeto totalmente conocido por el ser humano.
La señal, con una duración inferior a los 30 nanosegundos, fue captada por el radiotelescopio Australian Square Kilometre Array Pathfinder. Inicialmente, se pensó que provenía del espacio profundo, pero su localización en la órbita terrestre cambió por completo las hipótesis. El equipo de investigación, liderado por el astrofísico Clancy James desde la Universidad de Curtin, pudo determinar finalmente su procedencia.
A satellite that had been dead for decades blasted out a powerful radio pulse that briefly outshone every other object in the sky – and astronomers are unsure why. https://t.co/8K3RuxUV3J
— New Scientist (@newscientist) June 23, 2025
El artefacto en cuestión se llama Relay 2, una de las primeras iniciativas de la NASA en comunicaciones vía satélite. Fue lanzado en 1964 y cesó su actividad operativa en 1965, aunque se mantuvo enviando señales esporádicas hasta 1967. Desde entonces, no se había vuelto a registrar ningún tipo de transmisión desde este dispositivo, lo que hacía suponer su total inactividad. El trabajo en el que se documenta el fenómeno ha sido aceptado para su publicación en The Astrophysical Journal y ya está disponible en el repositorio científico ArXiv.
Un destello inesperado tras 57 años de silencio
Según los expertos, la causa más probable es una descarga electrostática provocada por la acumulación de energía en los restos del satélite. Este fenómeno, aunque conocido, no suele manifestarse con señales tan breves. Otra posible explicación es el impacto de un micrometeoroide, que al colisionar con el objeto pudo haber generado una nube de plasma capaz de emitir el pulso registrado.
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Ambas teorías están siendo estudiadas por su relevancia para la ingeniería aeroespacial. Comprender cómo se producen estas emisiones resulta esencial para mejorar los sistemas de protección de satélites activos, así como para evitar interferencias en las observaciones astronómicas. Además, estos registros permiten afinar los filtros que descartan falsas señales en investigaciones sobre fenómenos cósmicos reales.
A pesar del revuelo causado por la señal, los investigadores han descartado que se trate de un caso de satélite zombi, es decir, aquellos que se reactivan tras largos periodos de inactividad. Aun así, casos como el del Galaxy 15 o el AMSAT-OSCAR 7 demuestran que estas sorpresas no son del todo infrecuentes en el espacio.
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