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Construyen la habitación más silenciosa del mundo y lo que pasa dentro es digno de una película de terror
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Orfield Laboratories

Construyen la habitación más silenciosa del mundo y lo que pasa dentro es digno de una película de terror

En el interior de la sala se alcanzan los -24,9 decibelios. Quienes se han sometido al 'Orfield Challenge' han descrito experiencias de auténtico pánico

Foto: La cámara anecoica de Orfield Laboratories (Julian Walter)
La cámara anecoica de Orfield Laboratories (Julian Walter)

Orfield Laboratories ha logrado diseñar una cámara anecoica tan silenciosa que puede llegar a desorientar a quienes entran en ella. Esta sala, capaz de alcanzar los -24,9 decibelios, ha sido reconocida como la más silenciosa del mundo, y aunque su finalidad es científica, la experiencia sensorial que provoca ha captado la atención de millones de personas.

La estructura está recubierta de paneles de espuma que sobresalen de las paredes, el suelo y el techo en forma de cuña, lo que permite absorber prácticamente todas las frecuencias de sonido. Estos materiales impiden que las ondas se reflejen, eliminando completamente cualquier tipo de eco o ruido de fondo. En este entorno, el oído humano comienza a percibir sonidos internos como el latido del corazón o el movimiento de las articulaciones.

Para muchos, esta exposición al silencio extremo puede generar ansiedad, desorientación o incluso alucinaciones. Figuras populares como Cole LaBrant y Ryan Trahan han aceptado el Orfield Challenge, un reto viral que consiste en permanecer el mayor tiempo posible dentro de esta habitación. LaBrant describió la experiencia como “exasperante”, tras lograr aguantar durante 65 minutos sin estímulos externos.

“Los primeros minutos fueron insoportables. Intenté mantener la calma. Iba a entrar en pánico y quería salir corriendo de la habitación, pero sentía que se me caía encima y no podía respirar”, relató posteriormente el youtuber.

El cuerpo frente al silencio absoluto

Según el físico Andy Piacsek, responsable de otra cámara anecoica en la Universidad Central de Washington, el efecto se debe a que el ser humano ha evolucionado en entornos donde el sonido y sus ecos proporcionan información espacial. La ausencia total de referencias acústicas obliga al cerebro a operar sin señales externas, lo que puede resultar desestabilizador.

El neurocientífico Kevin Sitek, de la Universidad Northwestern, señala que “no tenemos una comprensión clara de lo que ocurre cuando no hay estimulación sonora”. Esta falta de investigación en el ámbito del silencio extremo abre nuevas líneas de estudio sobre cómo procesa el cerebro la inactividad auditiva y cuál es su efecto sobre el estado mental.

Más allá del fenómeno viral, esta sala se utiliza para evaluar la emisión sonora de dispositivos médicos, electrodomésticos o materiales textiles. Por ejemplo, ha servido para rediseñar sacos de dormir que resultaban ruidosos al moverse, y para comprobar la emisión de sonido de marcapasos y desfibriladores implantables.

El fundador del laboratorio, Steven Orfield, también está aplicando sus investigaciones al diseño de espacios más silenciosos, especialmente para personas con dificultades auditivas o deterioro cognitivo. Colabora con arquitectos para crear entornos en los que la reducción del ruido mejore el bienestar general, como residencias asistidas o centros sanitarios.

Orfield Laboratories ha logrado diseñar una cámara anecoica tan silenciosa que puede llegar a desorientar a quienes entran en ella. Esta sala, capaz de alcanzar los -24,9 decibelios, ha sido reconocida como la más silenciosa del mundo, y aunque su finalidad es científica, la experiencia sensorial que provoca ha captado la atención de millones de personas.

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