Madrid, sorprendente líder en "diseño urbano saludable" entre grandes metrópolis
Pamplona ocupa el primer puesto general del Índice de Diseño Urbano Saludable, un 'ranking' elaborado por investigadores que incluye 917 ciudades europeas
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Las ciudades han emprendido un cambio radical. En las últimas décadas, nos hemos dado cuenta de que la salud y el bienestar tienen mucho que ver con nuestro entorno, así que el nuevo diseño urbano arrincona a los coches, amplía las zonas verdes y ofrece más espacio para caminar y respirar. Tras la pandemia, la necesidad de evaluar si una urbe nos puede ofrecer calidad de vida es todavía más acuciante. Por eso, un grupo de investigadores acaba de publicar una clasificación que incluye 917 ciudades europeas y alguna de las posiciones resulta sorprendente.
La revista científica The Lancet Planetary Health recoge el estudio completo, elaborado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que sintetiza sus conclusiones en el Índice de Diseño Urbano Saludable (IDUS), una herramienta que está a disposición del público. Los investigadores utilizan 13 indicadores relacionados con la salud y el bienestar de las personas y los dividen en cuatro ámbitos: diseño urbano, transporte sostenible, calidad medioambiental y accesibilidad a espacios verdes. El resultado general es que Pamplona lidera la clasificación, seguida de Ginebra (Suiza) y Harlow (Reino Unido). Otra ciudad española, San Sebastián, ocupa el cuarto lugar.
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No obstante, los autores dividen las ciudades en cinco categorías, según su tamaño. Todas las que ocupan los primeros puestos figuran como áreas urbanas pequeñas (de 50.000 a 200.000 habitantes). Sin embargo, el liderazgo entre las grandes áreas metropolitanas (más de 1,5 millones de habitantes) es para Madrid, seguida de Barcelona y Viena. En el ranking de áreas metropolitanas (de 500.000 a 1,5 millones de habitantes) destaca Lisboa, por delante de Estocolmo y Atenas. Entre las áreas urbanas de tamaño medio (de 200.000 a 500.000 habitantes) vuelve a destacar España, ya que lidera Bilbao seguida de La Coruña. Finalmente, el índice incluye un apartado de ciudades pequeñas (menos de 50.000 habitantes) encabezado por Campobasso (Italia).
¿Qué tiene Madrid?
Sin duda, lo más llamativo es que la capital de España tenga el diseño urbano más saludable de entre las 11 grandes metrópolis europeas que incluye el IDUS (en el global es la 39ª de 917). Estamos tan acostumbrados a las críticas y a la bronca política en el ámbito del urbanismo y la movilidad que ni siquiera la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, podría haber vaticinado ni defendido —consideraba los atascos una “seña de identidad” de su ciudad— un éxito de este calibre. ¿Es fiable este ranking?
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Lo cierto es que el IDUS está respaldado por un trabajo riguroso. Los investigadores utilizan 13 indicadores que la evidencia científica relaciona con la salud física y mental, entre ellos: compacidad urbana; densidad de viviendas; infraestructuras para desplazarse a pie, en bicicleta y en transporte público; niveles de contaminación atmosférica; capacidad para mitigar y gestionar el calor; y accesibilidad de los espacios verdes. A cada uno se le asignó un valor de referencia basado en estudios previos o recomendaciones de expertos u organizaciones internacionales. Por ejemplo, para los indicadores de contaminación del aire se utilizaron como referencia las recomendaciones de los valores medios anuales de partículas PM2,5 y dióxido de nitrógeno (NO2) establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para los indicadores que no tenían un valor de referencia, se utilizaron los datos de la ciudad con el mejor resultado.
“En el caso de Madrid, aunque existe un amplio margen de mejora en cuanto a infraestructuras para el uso de la bicicleta y calidad ambiental, la ciudad resulta bastante caminable y su sistema de transporte público muestra un funcionamiento adecuado”, afirma Natalie Mueller, investigadora de ISGlobal y coautora del estudio, en declaraciones a El Confidencial. Además, el diseño urbano de la capital “es favorable desde una perspectiva de salud”, asegura, ya que “presenta buenas puntuaciones en compacidad, densidad y desarrollo de altura media”. Incluso la accesibilidad a grandes espacios verdes “es aceptable”.
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Una de las principales innovaciones de este índice de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación "la Caixa", es que todos los datos están disponibles a una resolución espacial alta (250 x 250 metros). “Esto permite un análisis detallado de los indicadores tanto dentro de una ciudad como entre distintas ciudades, lo cual es clave para abordar cuestiones de equidad urbana, ya que pueden existir diferencias grandes entre barrios”, asegura la investigadora. Además, con los datos de código abierto, a disposición de otros expertos, "esperamos que las ciudades puedan utilizar las pruebas para comprender los vínculos entre planificación urbana y salud", afirma otra coautora, Carolyn Daher.
En general, los expertos del campo del urbanismo y la salud comparten la filosofía que se ve reflejada en este estudio. Ester Higueras, catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), que no ha participado en este trabajo, considera que todas las evaluaciones de este tipo tienen pros y contras. "A mi juicio, la ciudad saludable debe reflejar que promueve una vida activa y que reduce los efectos nocivos de los contaminantes del aire, ruido, agua y suelo. Algunas de estas premisas sí están consideradas en el ranking y otras no tanto", comenta.
En su opinión, la buena puntuación de Madrid estaría justificada por diversos motivos. "Es una de las ciudades europeas con mayor número de arbolado caduco de alineación en calles. Esto permite sombras en verano y calles soleadas en el invierno", apunta. "El ratio de zona verde por habitante tambien es bueno, gracias a la existencia de grandes espacios naturales y verdes, como la Casa de Campo", señala la experta de la UPM. En cambio, a la capital "le faltan zonas verdes de proximidad en cada barrio y corredores verdes". En cualquier caso, "el gran eje ambiental de Madrid Río ha supuesto trazar una verdadera infraestructura verde y azul para el bienestar físico y mental de las personas".
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En el conjunto de la nueva clasificación, España sale muy bien parada, ya que ocupa 14 de los 30 primeros puestos del ranking global. “Aunque las ciudades españolas suelen ser criticadas por ciertos aspectos como la movilidad y la calidad ambiental, históricamente presentan un diseño urbano favorable. En general, son ciudades compactas y densas, con buena accesibilidad a servicios, uso mixto del suelo y un desarrollo urbano de altura media, habitualmente, de cinco a seis plantas”, explica Mueller.
Según los expertos, este modelo evita la dispersión horizontal, es decir, la urbanización basada en viviendas unifamiliares, común en EEUU; pero también la excesiva densidad poblacional a la que conduce la verticalidad de los grandes rascacielos, con los consiguientes problemas de masificación. Además, “las ciudades españolas suelen ser bastante caminables”, comenta la investigadora del ISBlobal, de origen alemán. “En Barcelona, por ejemplo, el porcentaje de viajes realizados a pie es considerablemente alto”, apunta.
Muy lejos de lo ideal
Sin embargo, ni siquiera las localidades mejor situadas en este índice europeo pueden presumir de tener un diseño impecable. Pamplona, líder absoluta, solo obtiene 6,80 puntos sobre 10. Las ciudades con puntuación más alta son las que tienen entre 50.000 y 200.000 habitantes, pero ninguna llega al notable, lo que “refleja el gran potencial de mejora en la promoción de la salud a través del diseño urbano”. En general, los núcleos pequeños tienen mejores indicadores de calidad ambiental (incluyendo calidad del aire), mayor accesibilidad a espacios verdes y menores efectos de isla de calor. Por su parte, las grandes áreas urbanas obtuvieron mejores resultados en el diseño urbano y el transporte sostenible: la densidad, la compacidad, el desarrollo de altura media y las oportunidades para desplazarse caminando, en bicicleta o mediante transporte público.
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Analizando el conjunto de Europa, las puntuaciones más bajas tienden a concentrarse en países de Europa del Este, como Rumanía, Bulgaria y Polonia. Por el contrario, Europa Occidental y algunas ciudades del norte aparecen bien situadas. Después de España, destacan las de Reino Unido y Suecia. No obstante, las diferencias son bastante pequeñas entre unas y otras. Por ello, “las ciudades deberían analizar no solo su puntuación global, sino también la distribución espacial de los 13 indicadores, para identificar cuáles desempeñan bien, en qué zonas, y cuáles requieren intervención”, recomienda Mueller. "Esto permite diseñar políticas más efectivas, teniendo en cuenta las diferencias entre barrios y las vulnerabilidades de determinados subgrupos dentro de la ciudad”, añade.
De hecho, los autores del trabajo defienden que se trata de un ranking dinámico. "El IDUS no pretende ser una clasificación final, sino más bien una primera aproximación utilizando únicamente datos espaciales abiertos para ver cómo las ciudades europeas de todos los tamaños se desempeñan y comparan en términos de proporcionar un diseño urbano saludable a sus residentes", dice Mark Nieuwenhuijsen, director del programa de Clima, Contaminación del Aire, Naturaleza y Salud Urbana de ISGlobal. Por eso, “invitamos a las comunidades de investigación, planificación urbana y política a seguir desarrollando esta herramienta en el futuro y a poner a disposición otros indicadores relevantes".
Muchos científicos trabajan en estas cuestiones. Ester Higueras, junto a otros especialistas, ha redactado la Guía para planificar ciudades saludables del Ministerio de Sanidad. En este informe, “marcamos tres ejes complementarios: una ciudad caminable, una ciudad verde y una ciudad con espacios para la convivencia”, comenta. La explicación es sencilla. Caminar reduce las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, fomenta la interacción social y reduce el aislamiento. Las zonas verdes aportan control microclimático, y bienestar mental a las personas, además de ser sumideros de contaminantes y de CO2. Asimismo, "la ciudad debe permitir y fomentar la interacción social de todas las personas, por eso es necesario contar con espacios de convivencia intergeneracional", señala la investigadora de la UPM. "Creo que estamos avanzando en esa dirección. El control de movilidad contaminante, la revegetación de calles, los oasis térmicos y pensar en pavimentos menos impermeables ya son una realidad en muchas ciudades", agrega.
Las ciudades han emprendido un cambio radical. En las últimas décadas, nos hemos dado cuenta de que la salud y el bienestar tienen mucho que ver con nuestro entorno, así que el nuevo diseño urbano arrincona a los coches, amplía las zonas verdes y ofrece más espacio para caminar y respirar. Tras la pandemia, la necesidad de evaluar si una urbe nos puede ofrecer calidad de vida es todavía más acuciante. Por eso, un grupo de investigadores acaba de publicar una clasificación que incluye 917 ciudades europeas y alguna de las posiciones resulta sorprendente.