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La edad a la que el alcohol, el tabaco y la falta de ejercicio te pasan factura, según un estudio científico
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La edad a la que el alcohol, el tabaco y la falta de ejercicio te pasan factura, según un estudio científico

Un seguimiento de más de 30 años advierte sobre el impacto de los malos hábitos de salud en la vida adulta. La investigación revela cuándo empiezan a manifestarse las primeras consecuencias

Foto: Una persona fumando y bebiendo (iStock)
Una persona fumando y bebiendo (iStock)

Los hábitos de vida poco saludables, como el consumo elevado de alcohol, el tabaquismo y el sedentarismo, no solo afectan a la salud a corto o medio plazo, sino que pueden tener consecuencias duraderas que se agravan con el paso del tiempo. Aunque a menudo se asocian a problemas en la vejez, diversas investigaciones apuntan a que la acumulación de conductas de riesgo empieza a deteriorar el bienestar mucho antes. Prevenir estos comportamientos desde edades tempranas se plantea como una estrategia esencial para preservar tanto la salud física como la mental.

Un reciente estudio longitudinal ha seguido durante más de tres décadas a una cohorte nacida en 1959 en Finlandia, evaluando su salud en distintas etapas de la vida adulta. La investigación, publicada en Annals of Medicine y recogida por EurekAlert, analizó la relación entre tres factores clave (fumar, beber en exceso y no realizar actividad física) y la aparición de síntomas depresivos, deterioro del bienestar psicológico, empeoramiento de la salud percibida y factores de riesgo metabólico. Los resultados subrayan la importancia de abordar estos hábitos a tiempo para evitar su impacto acumulativo.

Foto: Tres consejos sencillos de un médico para prevenir los signos del envejecimiento temprano. (iStock)

La investigación identificó que los primeros signos de deterioro asociados a estos comportamientos se detectan ya a los 36 años​. A esa edad, los participantes con malos hábitos simultáneos presentaban peores indicadores de salud física y mental que aquellos que no incurrían en ninguno de ellos. Los investigadores observaron aumentos en los síntomas depresivos y en el riesgo metabólico, junto a una disminución tanto del bienestar psicológico como de la valoración subjetiva de la propia salud.

Las consecuencias se agravan con el paso de los años

Los efectos adversos fueron aún más pronunciados entre quienes mantuvieron estos comportamientos a lo largo del tiempo. La acumulación de malas prácticas provocó un incremento notable de los síntomas depresivos, un mayor número de factores de riesgo metabólico y un deterioro más acusado en la percepción de la propia salud​. Además, el estudio destaca diferencias específicas: la falta de ejercicio estuvo particularmente relacionada con el deterioro físico, mientras que el tabaquismo se vinculó más estrechamente con problemas de salud mental (lo cual no quiere decir que no sea también perjudicial a nivel físico, lógicamente).

Según los datos recopilados, el alcohol afectó tanto al bienestar físico como al psicológico, mostrando un impacto generalizado. La investigación señala que, aunque estos factores se han estudiado ampliamente en etapas posteriores de la vida, el daño empieza a acumularse ya en la mediana edad, lo que refuerza la importancia de actuar en fases tempranas.

Foto: Foto: iStock.

De todos modos, los expertos también insisten en que, aunque es preferible adoptar hábitos saludables en edades jóvenes, nunca es tarde para hacer un cambio positivo en nuestras vidas. Tal y como explica la investigadora principal del estudio, Tiia Kekäläinen de la Universidad de Jyväskylä, "nunca es tarde para cambiar", y "adoptar hábitos más saludables en la mediana edad también tiene beneficios para la vejez".

Entre las limitaciones señaladas en el trabajo, los autores reconocen que el análisis se centró únicamente en tres factores de riesgo (tabaco, alcohol y sedentarismo) y que otros aspectos, como la alimentación o el sueño, deberán ser incluidos en futuras investigaciones para ofrecer una visión más completa​. Aun así, los resultados actuales proporcionan una valiosa orientación sobre los efectos acumulativos de los malos hábitos.

Los hábitos de vida poco saludables, como el consumo elevado de alcohol, el tabaquismo y el sedentarismo, no solo afectan a la salud a corto o medio plazo, sino que pueden tener consecuencias duraderas que se agravan con el paso del tiempo. Aunque a menudo se asocian a problemas en la vejez, diversas investigaciones apuntan a que la acumulación de conductas de riesgo empieza a deteriorar el bienestar mucho antes. Prevenir estos comportamientos desde edades tempranas se plantea como una estrategia esencial para preservar tanto la salud física como la mental.

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