Estudian la tectónica de placas y descubren un suceso clave que permitió a los humanos conquistar el mundo

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La actividad del interior de la Tierra guarda claves insospechadas sobre la evolución humana. Un equipo internacional de científicos ha documentado cómo una columna de rocas incandescentes, surgida del manto terrestre, generó una elevación progresiva en la zona que hoy ocupa la Península Arábiga, creando un puente terrestre entre Asia y África.

La investigación, publicada en la revista Nature Reviews Earth & Environment, revela que esta conexión fue posible gracias a una combinación de convección del manto y movimientos de placas tectónicas que provocaron el cierre prematuro del antiguo mar de Tetis. Este fenómeno, según los autores, tuvo consecuencias directas en el clima global y la evolución de los mamíferos.

“La vía marítima poco profunda se cerró varios millones de años antes de lo que probablemente se habría cerrado debido a estos procesos específicos”, afirmó Eivind Straume, investigador del Centro de Investigación Noruego NORCE. Según su análisis, la elevación del terreno impulsada por la dinámica interna del planeta fue decisiva para unir ambos continentes.

Este corredor permitió el desplazamiento de especies como jirafas, elefantes, rinocerontes y felinos, además de los primates que darían lugar a los seres humanos. El tránsito entre ambos territorios provocó una diversificación de linajes que marcó el rumbo evolutivo de la humanidad.

La importancia de la sincronización geológica

Los científicos destacan que la clave estuvo en el momento en que se produjo esta conexión. “Sin la columna, se podría argumentar que la colisión continental habría sido diferente”, añadió Straume. La cronología sugiere que, si el puente hubiera tardado más en formarse, el intercambio biológico entre ambos continentes habría seguido un curso distinto.

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R. Badillo

Además del impacto biológico, el fenómeno alteró la configuración climática de amplias regiones. El ascenso del terreno modificó la circulación oceánica y propició un aumento de la temperatura de las aguas próximas, lo que intensificó la aridez en el norte de África y Asia central.

Este cambio también reforzó los monzones asiáticos, aumentando la humedad en el sudeste del continente. “Es un ejemplo de cómo la evolución convectiva a largo plazo del planeta se relaciona con la evolución de la vida”, destacó para terminar Straume.