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Dan ansiolíticos a salmones y ponen de manifiesto un grave problema del agua
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Dan ansiolíticos a salmones y ponen de manifiesto un grave problema del agua

Los ríos de todo el mundo están cada vez más contaminados por los residuos farmacológicos. Estos científicos han tratado de demostrar cómo afectan a la fauna

Foto: Un salmón, tratando de remontar un río (EFE/José Luis Cereijido)
Un salmón, tratando de remontar un río (EFE/José Luis Cereijido)

Un grupo de investigadores ha demostrado que pequeñas dosis de clobazam, un medicamento recetado para la ansiedad, pueden modificar de forma considerable el patrón migratorio y social de peces salvajes. La sustancia, administrada en ejemplares jóvenes de salmón en el río Dal, ha provocado una aceleración en el proceso migratorio hacia el mar Báltico y una reducción de su aversión al riesgo.

Según cuentan Jack Brand y Michael Bertram en un artículo en The Conversation, los salmones tratados con este ansiolítico mostraron mayor iniciativa al atravesar barreras artificiales, como las presas hidroeléctricas, y recorrieron con mayor rapidez las rutas fluviales habituales. Este efecto, lejos de considerarse una mejora, ha sido calificado por los autores del trabajo como un indicio preocupante de la alteración conductual inducida por contaminantes invisibles.

Los residuos farmacéuticos afectan a la fauna silvestre

Los cambios de comportamiento observados han sido explicados en un estudio publicado en la revista Science. Entre ellos se incluyen modificaciones en la manera de agruparse ante potenciales amenazas y una tendencia generalizada a asumir más riesgos. Estas reacciones fueron detectadas tanto durante la fase de seguimiento en la naturaleza como en los experimentos posteriores en condiciones de laboratorio controladas.

“Los receptores cerebrales que estos medicamentos activan en humanos también están presentes en otros animales, lo que explica estos efectos no deseados”, indican los responsables del proyecto. El hallazgo demuestra por primera vez que los fármacos que consumimos pueden tener consecuencias biológicas medibles en especies no objetivo, incluso en cantidades ínfimas.

La contaminación farmacológica ya ha sido documentada en cursos de agua de todos los continentes, incluida la Antártida. Su origen se encuentra tanto en la orina humana como en vertidos de la industria y en el mal desecho de medicamentos caducados o sobrantes. Las actuales estaciones de depuración no están diseñadas para eliminar estos compuestos con eficacia.

Conviene recordar que, según una investigación realizada por la Universidad de Nueva York, el río más contaminado por compuestos farmacológicos está en España. Se trata, en concreto, del río Manzanares, cuyas muestras reflejaron niveles preocupantes de paracetamol, cafeína y sulfametoxazol, entre otras muchas sustancias habituales en la industria.

Un grupo de investigadores ha demostrado que pequeñas dosis de clobazam, un medicamento recetado para la ansiedad, pueden modificar de forma considerable el patrón migratorio y social de peces salvajes. La sustancia, administrada en ejemplares jóvenes de salmón en el río Dal, ha provocado una aceleración en el proceso migratorio hacia el mar Báltico y una reducción de su aversión al riesgo.

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