Estudian el cerebro y encuentran el patrón común de las 'experiencias cercanas a la muerte'
Los científicos que lo han desarrollado consideran que se trata de una base muy sólida para entender este fenómeno, el cual ha sido estudiado desde multitud de disciplinas
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Científicos de la Universidad de Lieja han identificado un patrón fisiológico común que se repite en quienes han atravesado experiencias cercanas a la muerte, un fenómeno que hasta ahora había carecido de una explicación científica que integrara diferentes disciplinas. A través de él, se espera que resulte posible avanzar hacia una comprensión más precisa del comportamiento del cerebro en este tipo de situaciones extremas.
Los investigadores han desarrollado un marco teórico llamado NEPTUNE, que une conocimientos de neurobiología, psicología evolutiva y neurociencia clínica para explicar las alteraciones de consciencia que se producen cuando la vida está en peligro. El estudio, publicado en la revista Nature Reviews Neurology, no se basa en un único experimento, sino en una revisión narrativa de decenas de trabajos previos en humanos y animales.
New online! A neuroscientific model of near-death experiences https://t.co/C3v1NMFWYY pic.twitter.com/i0juQp8wO2
— Nat Rev Neurology (@NatRevNeurol) March 31, 2025
“Nuestro modelo, aunque teórico por el momento, proporciona una base sólida para investigar empíricamente los mecanismos implicados”, señalan los autores. NEPTUNE permite entender por qué algunas personas experimentan visiones intensas, distorsión del tiempo o sensaciones extracorporales en situaciones críticas.
Una cascada de alteraciones bioquímicas
Durante una parada cardíaca o un episodio de insuficiencia extrema, el flujo sanguíneo hacia el cerebro se reduce drásticamente. Esto provoca hipoxia, un aumento del dióxido de carbono y una acidificación del entorno cerebral. Al mismo tiempo, se produce una disminución del ATP, la molécula que aporta energía celular.
Como respuesta, el sistema nervioso libera simultáneamente varios neurotransmisores —entre ellos serotonina, dopamina, glutamato, noradrenalina y endorfinas— que inducen estados alterados de percepción. Este mecanismo podría explicar fenómenos como la aparición de luces brillantes, túneles, o recuerdos vitales que se presentan de forma repentina e intensa.
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Los investigadores han encontrado similitudes entre las ECM y los efectos producidos por el DMT o la ketamina, sustancias que activan receptores como el 5-HT2A, vinculados a experiencias visuales intensas y sentimientos de hiperrealidad. Además, factores individuales como la propensión a la disociación o la intrusión de fases de sueño REM en vigilia pueden aumentar la probabilidad de vivir estas experiencias.
Desde un enfoque evolutivo, los autores sugieren que este tipo de estados podrían estar relacionados con comportamientos defensivos como la tanatosis, una estrategia que algunas especies utilizan para fingir su muerte ante una amenaza inminente. Esta hipótesis refuerza la idea de que ciertas respuestas cerebrales al estrés extremo tienen raíces biológicas profundas.
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El trabajo también reabre el debate sobre la definición de muerte cerebral. Se han documentado picos de actividad cerebral tras el cese del latido, lo que sugiere que podría mantenerse cierto nivel de consciencia durante más tiempo del que se creía. Este aspecto podría influir en los protocolos médicos actuales sobre cuidados intensivos y donación de órganos.
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Científicos de la Universidad de Lieja han identificado un patrón fisiológico común que se repite en quienes han atravesado experiencias cercanas a la muerte, un fenómeno que hasta ahora había carecido de una explicación científica que integrara diferentes disciplinas. A través de él, se espera que resulte posible avanzar hacia una comprensión más precisa del comportamiento del cerebro en este tipo de situaciones extremas.