Se desprende un iceberg (casi) del tamaño de Madrid y deja al descubierto un ecosistema desconocido
El iceberg, que supera con creces los 500 kilómetros cuadrados de superficie, recorrió 250 kilómetros en un mes. Esto ha permitido acceder a miles de criaturas desconocidas
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Un iceberg de dimensiones colosales ha alterado el equilibrio del sur de la Antártida tras separarse de la plataforma de hielo Jorge VI, una de las más extensas y hasta ahora estables del continente. El fenómeno ha despertado el interés de la comunidad científica internacional no solo por su tamaño, sino por las consecuencias ecológicas que ha dejado a su paso.
El bloque, identificado como A-84, se desgajó a finales de 2024 y, en apenas un mes, recorrió 250 kilómetros sobre el océano Antártico. Sus 30 kilómetros de largo por 17 de ancho, dimensiones ligeramente inferiores a las de Madrid, lo convierten en una de las estructuras de hielo más grandes en desprenderse de esa región en los últimos años. Imágenes satelitales de la NASA revelan la rapidez del desplazamiento, lo que ha sorprendido incluso a los expertos
Thriving Antarctic ecosystems found in the wake of recently detached iceberg #oceanography #deepseaecosystems #deepsearesearch https://t.co/Ob21UiTmBR
— Ocean News (@oceannews) March 24, 2025
El retroceso del hielo dejó al descubierto un fragmento del fondo marino que permanecía cubierto por una gruesa capa de hielo de unos 150 metros de espesor. El hallazgo permitió a un grupo internacional de científicos, que se encontraba navegando en el buque RV Falkor Too, modificar su ruta y explorar el área recién liberada.
Una región submarina sellada durante siglos
Durante diez días consecutivos, el equipo empleó el vehículo robótico SuBastian para sumergirse hasta 1.300 metros y documentar un ecosistema inédito: corales copa, esponjas gigantes, peces de hielo, pulpos, arañas marinas y otras formas de vida desconocidas emergieron ante sus cámaras en un entorno sin luz solar directa ni aportes superficiales de nutrientes.
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“Aprovechamos el momento, cambiamos nuestro plan de expedición y nos pusimos manos a la obra para observar lo que estaba ocurriendo en las profundidades”, explicó Patricia Esquete, codirectora científica del proyecto y miembro del Centro de Estudios Medioambientales y Marinos de la Universidad de Aveiro. La posible existencia de una nueva especie de isópodo y la diversidad registrada asombran por su capacidad de adaptación a un entorno tan aislado.
La hipótesis principal es que las corrientes marinas profundas habrían transportado nutrientes desde otras zonas hasta este ecosistema sellado. No obstante, el mecanismo exacto sigue sin confirmarse y será objeto de futuros análisis por parte de los organismos participantes en la expedición.
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