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El rostro más antiguo de Europa Occidental reescribe la historia de la humanidad
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NO ES 'HOMO ANTECESSOR'

El rostro más antiguo de Europa Occidental reescribe la historia de la humanidad

La revista 'Nature' publica el estudio de un fósil de Atapuerca de hace 1,4 millones de años: pertenece a una especie humana no registrada hasta ahora en el continente europeo

Foto: Fósil original y reconstrucción virtual del lado derecho. (María D. Guillén, IPHES-CERCA / Elena Santos, CENIEH)
Fósil original y reconstrucción virtual del lado derecho. (María D. Guillén, IPHES-CERCA / Elena Santos, CENIEH)

En las últimas décadas, la Sierra de Atapuerca (Burgos) se ha convertido en una de las grandes referencias para entender la evolución humana. Uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años fue la aparición, en 2022, de varios fragmentos del lado izquierdo de la cara de un individuo en la Sima del Elefante. Ya entonces se describió como el rostro más antiguo de Europa Occidental, porque estaría datado entre hace 1,1 y 1,4 millones de años. Sin embargo, apenas sabíamos nada sobre ese fósil. Ahora, la revista Nature publica un estudio que cambia nuestro pasado: el análisis de esos restos revela la presencia de una especie no registrada hasta ahora en este continente.

El fragmento facial, que fue bautizado como Pink en honor a la banda de rock Pink Floyd y a su disco The Dark Side of the Moon (en español, La cara oculta de la Luna), está compuesto por parte del maxilar y el hueso cigomático del lado izquierdo. La investigación lo clasifica ahora como Homo aff. erectus. Esto quiere decir que tiene características “afines” a Homo erectus, pero los científicos no están seguros de que pertenezca a esta especie, de la que no existen evidencias en Europa. Lo que sí tienen claro es que no se trata de Homo antecessor, el homínido descrito en Atapuerca, sino que es muy diferente y más antigua. Por lo tanto, no cabe duda de que este continente estuvo habitado, al menos, por dos especies humanas distintas en el Pleistoceno Inferior.

Foto: El equipo dirigido por Juan Luis Arsuaga, en la Cueva de las Estatuas. (Javier Trueba - Madrid Scientific Films)

“La conclusión del artículo es que, con este nuevo fósil, estamos documentando la presencia en Europa de una población que, hasta ahora, no teníamos registrada”, explica en declaraciones a El Confidencial María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos. El homínido más antiguo de este continente era Homo antecessor, encontrado en Atapuerca y datado hace aproximadamente 850.000 años. Sin embargo, con este nuevo hallazgo, “tenemos la posibilidad de comparar una parte anatómica muy característica de esta especie”, su cara, y “podemos descartar” que pertenezca a un individuo de este grupo.

Una población y una época completamente nuevas

Por lo tanto, se trata de una población completamente nueva en Europa Occidental. Hasta ahora, la “foto de familia” humana en este continente solo incluía cuatro especies: la nuestra (Homo sapiens), los neandertales, los preneandertales (Homo heidelbergensis) y el Homo antecessor de Atapuerca. Ahora, con total seguridad, hay que añadir un nuevo miembro, aunque no estemos muy seguros de su identidad. A partir de ahora, el reto es “entender quiénes son, cómo llegaron, qué les pasó y cuál es la relación que tienen con Homo antecessor”, afirma la investigadora, pero está claro que “estamos abriendo un nuevo episodio de la evolución humana en Europa”.

placeholder Excavación en la Sima del Elefante. (Maria D. Guillén / IPHES-CERCA)
Excavación en la Sima del Elefante. (Maria D. Guillén / IPHES-CERCA)

Además, la cronología de la llegada de los primeros humanos al continente también sufre un vuelco. El artículo de Nature, liderado por Rosa Huguet, investigadora del IPHES-CERCA (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) y de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona, demuestra que en Atapuerca ya existía una población diferente y muy anterior a la aparición de Homo antecessor. Puede que fuera una migración más temprana que no prosperó, que se extinguiera ante peores condiciones climáticas o ambientales, que evolucionara para convertirse en los Homo antecessor o que se hubiera encontrado con ellos más tarde. Lo que sucedió exactamente es una incógnita, pero, con las evidencias sobre la presencia humana en Europa Occidental en el Pleistoceno Inferior, lo más probable es que fueran grupos poco numerosos y que llegasen de forma fragmentada, sin capacidad para establecerse de forma estable y próspera, como ocurrió con los neandertales. En cualquier caso, dejaron su huella en Atapuerca.

Esta investigación también contribuye a esclarecer uno de los mayores misterios de los fósiles de Atapuerca. En 2007 apareció una mandíbula humana en la Sima del Elefante que ha sido imposible de clasificar, pero que dataría, como mínimo, de hace 1,1 millones de años. “Quedó en una especie de limbo”, afirma Martinón Torres, “no fuimos capaces de decir si pertenecía a Homo antecessor”. Ahora, surge la hipótesis de que pueda ser parte de la población identificada como Homo aff. erectus. “Han aparecido con una separación de más de dos metros de sedimentos, pero si analizamos sus características, el tipo de fauna de los dos niveles estratigráficos y la reconstrucción que podemos hacer de las condiciones ambientales, parece que ambos fósiles se corresponden con el mismo periodo en escala geológica”, apunta la directora del CENIEH.

placeholder El fósil Pink. (María D. Guillén / IPHES-CERCA)
El fósil Pink. (María D. Guillén / IPHES-CERCA)

Este centro, que es una de las Infraestructuras Científicas y Técnicas Singulares​ (ICTS) de España, ha sido fundamental para poder analizar los materiales de una forma minuciosa, con herramientas avanzadas de imagen y análisis 3D. “Hemos hecho el estudio, la caracterización y la comparación morfológica de manera clásica, por inspección visual; pero el tratamiento virtual ha sido fundamental, porque lo que teníamos era una hemicara, la cara de un lado, y hemos realizado una reconstrucción en espejo para tener la cara entera”, comenta la experta. El análisis por microtomografía computarizada ha permitido “jugar con modelos virtuales de este fósil” y sacar una clara conclusión: Pink es mucho más parecido a Homo erectus que a Homo antecessor, que comparte con Homo sapiens “un rostro de aspecto más moderno”.

Atapuerca, el entorno que atrajo a los primeros humanos

No obstante, más allá de la pieza en concreto, el contexto es fundamental en arqueología. El lugar donde apareció este fósil de 2022 es el nivel TE7 de la Sima del Elefante (lo que le da el nombre técnico de ATE7-1) y los investigadores han encontrado allí herramientas de piedra y restos animales con marcas de corte. "Aunque las herramientas de cuarzo y sílex halladas son sencillas, sugieren una estrategia de subsistencia eficaz y ponen de relieve la capacidad de los homininos para explotar los recursos disponibles en su entorno", comenta Xosé Pedro Rodríguez-Álvarez, especialista en industrias líticas de la URV.

placeholder Industria lítica recuperada en la Sima del Elefante. (Nature / María D. Guillén / IPHES-CERCA)
Industria lítica recuperada en la Sima del Elefante. (Nature / María D. Guillén / IPHES-CERCA)

"Estas prácticas demuestran que los primeros europeos tenían un conocimiento profundo de los recursos animales disponibles y sabían cómo explotarlos sistemáticamente", añade Huguet, experta en tafonomía, la parte de la paleontología que estudia los procesos de fosilización. Según los investigadores, el paisaje del Pleistoceno Inferior de la Sierra de Atapuerca estaba formado por una mezcla de áreas boscosas, pastizales húmedos y fuentes de agua estacionales, lo que creó un hábitat rico en recursos para estas primeras poblaciones humanas. “Este yacimiento es crucial para comprender nuestros orígenes, y este nuevo descubrimiento consolida aún más la posición de Atapuerca como líder mundial en el estudio de la evolución humana”, asegura Marina Mosquera, directora del IPHES-CERCA.

Los codirectores del Proyecto Atapuerca, que llevan décadas aportando información clave para entender la evolución humana, también destacan este hallazgo como un hito clave. Para Eudald Carbonell, “el descubrimiento de evidencias de diferentes poblaciones de homínidos en Europa Occidental durante el Pleistoceno Inferior sugiere que esta región fue un punto clave en la historia evolutiva del género Homo”. Por su parte, José María Bermúdez de Castro cree que esta investigación “anuncia otra era prodigiosa” para los yacimientos de Atapuerca.

Foto: José María Bermúdez de Castro. (EFE/Santi Otero)

De hecho, para saber más, no queda más remedio que seguir excavando e intentar encontrar otros fósiles tan importantes como Pink. “En Atapuerca, ya sabemos por anticipado cuáles son los yacimientos y los niveles en los que deberíamos buscar más pistas”, comenta Martinón Torres. Al menos de manera orientativa, “sabemos dónde están los niveles más antiguos a los que podemos acudir. En la Sima del Elefante, quedan varios metros de excavación, pero hay otros lugares interesantes, como la Cueva Fantasma o el yacimiento Penal”, añade.

Por el momento, esta sierra burgalesa sigue aportando la evidencia más antigua sobre la presencia humana en Europa. En ese sentido, con este nuevo hallazgo “resulta emocionante pensar que tenemos evidencias de una etapa que, hasta ahora, no estaba documentada”, destaca. Sin embargo, el artículo de Nature también “abre un nuevo escenario” que podría estimular que otros grupos de otros enclaves “sigan investigando la posibilidad de encontrar restos en sedimentos muy antiguos, porque hay potencial para que pueda aparecer algo”.

En las últimas décadas, la Sierra de Atapuerca (Burgos) se ha convertido en una de las grandes referencias para entender la evolución humana. Uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años fue la aparición, en 2022, de varios fragmentos del lado izquierdo de la cara de un individuo en la Sima del Elefante. Ya entonces se describió como el rostro más antiguo de Europa Occidental, porque estaría datado entre hace 1,1 y 1,4 millones de años. Sin embargo, apenas sabíamos nada sobre ese fósil. Ahora, la revista Nature publica un estudio que cambia nuestro pasado: el análisis de esos restos revela la presencia de una especie no registrada hasta ahora en este continente.

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