"Eres retrasado". Los motivos ocultos de Musk para jubilar la ISS (e insultar a los astronautas)
La polémica del magnate sobre los astronautas atrapados en el espacio no esconde la presión que está ejerciendo para acabar con la ISS lo antes posible. Estas son las razones
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Saltando de polémica en polémica, Elon Musk ha llegado —hablando de manera metafórica— hasta la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), con la que últimamente parece tener una especial fijación. Su particular relato sobre lo sucedido con los estadounidenses atrapados en esta plataforma, Butch Wilmore y Suni Williams, cuyo rescate depende del magnate, ha indignado a otros astronautas; mientras que sus planes para retirar de forma anticipada y lo antes posible la propia ISS han causado estupefacción y una gran inquietud entre la comunidad científica internacional.
En la entrevista que concedió hace días en Fox News junto a Donald Trump, Musk afirmó que los astronautas de la NASA seguían atrapados en la ISS “por razones políticas”, culpando al Gobierno de Biden, y aseguró ahora que la nueva Administración vendría al rescate. El astronauta danés Andreas Mogensen criticó estas declaraciones en la red social X, asegurando que el multimillonario mentía, y la reacción de este fue furibunda: le llamó “retrasado” y dijo que su empresa, SpaceX, podría haberlos devuelvo a la Tierra hace meses. Mogensen respondió de nuevo: “Sabes tan bien como yo que Butch y Suni van a regresar en la Crew-9”, la nave de Musk, “tal y como estaba planeado desde septiembre pasado”.
What a lie.
— Andreas Mogensen (@Astro_Andreas) February 20, 2025
And from someone who complains about lack of honesty from the mainstream media. https://t.co/DxofPYolon
Lo cierto es que Wilmore y Williams llegaron a la ISS el 6 de junio de 2024 para una misión de una semana, pero en el viaje de ida algunos propulsores de la nave Boeing Starliner no funcionaron correctamente, así que, por precaución, volvió sin tripulación y se buscó una alternativa para el regreso de los astronautas. Ya desde el verano pasado la NASA decidió que debían esperar varios meses hasta la llegada de una nave Crew Dragon de SpaceX. Por eso, en los últimos días otros expertos han respaldado los argumentos de Mogensen frente al relato de Musk. “Esta retórica es inaceptable, pero, lamentablemente, no sorprende”, ha comentado, también en X, el astronauta retirado Scott Kelly.
La decisión de la NASA fue la más lógica, según explica el astrofísico y divulgador científico Daniel Marín. “En la ISS pueden permanecer durante muchos meses, porque hay víveres de sobra. Lo que no tiene sentido, desde el punto de vista económico y logístico, es mandar una nave solo para ir a recogerles”, afirma en declaraciones a El Confidencial. Lo más eficiente y racional es lo que va a ocurrir: los dos astronautas se integrarán en el siguiente vuelo de regreso tripulado. Montar una misión específica de rescate nunca fue una opción real y, además del dispendio económico, habría tenido un efecto “muy negativo” sobre la opinión pública.
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En realidad, “no pasa nada por estar casi un año en la ISS, son astronautas profesionales y va en su contrato que pueda haber una emergencia y tengan que permanecer más tiempo del previsto; y no es la primera vez que ocurre, hubo otro caso por el fallo de una nave rusa Soyuz”, comenta. Además, “la NASA actuó con bastante autonomía, no hubo una intervención de la Casa Blanca para hacer algo con los astronautas”. No obstante, el intento de colar un nuevo relato atacando a Biden le sirve a Musk para quedar bien ante Trump, porque espera obtener su total apoyo para sus planes de ir a Marte, lo que, al parecer, incluye acabar con la propia ISS lo antes posible.
Por qué quiere acabar con la ISS lo antes posible
“Es hora de comenzar los preparativos para desorbitar la Estación Espacial”, escribió el magnate en X el mismo día que se enzarzó con el astronauta danés. “Ha cumplido su propósito. La utilidad incremental es muy pequeña. Vamos a Marte”, añadía. La NASA ya adjudicó un contrato a SpaceX por más de 800 millones de dólares para que una de sus naves sirva de vehículo propulsor para empujar a la ISS desde los 400 kilómetros de altura hasta su vuelta a la Tierra, haciendo que choque con el océano Pacífico. La idea es que ocurra entre finales de 2030 y principios de 2031, pero el propósito de Musk es adelantar esa fecha a comienzos de 2027, en apenas dos años.
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¿Por qué le han entrado estas prisas? Hay una primera lectura evidente: “Musk quiere que Trump destine más dinero a su programa tripulado para ir a Marte, eso requiere mucha financiación y quitarse de en medio la ISS es una forma de reutilizar los fondos que se destinan a ella”, apunta Marín. La gran incógnita, ahora mismo, está en saber si la reorientación de los planes espaciales estadounidenses incluiría mantener el programa Artemis con el que la NASA pretende regresar a la Luna, teniendo en cuenta que también utiliza los cohetes Starship de SpaceX. No obstante, “EEUU no tiene un presupuesto para acometer las dos cosas”.
En cualquier caso, acelerar el final de la Estación Espacial tendría otras muchas implicaciones. En SpaceX “necesitarían financiación extra para adelantarlo”, asegura José Antonio Caballero, investigador del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA-CSIC). En realidad, “es un conflicto de interés bestial, significa más dinero para la empresa de Elon Musk”, pero teniendo en cuenta su implicación en la Administración de Trump, nadie pondría objeciones.
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A pesar de todo, es probable que la impaciencia del magnate sudafricano tenga más que ver con otro motivo más retorcido: eliminar la competencia en el sector espacial. “Hay varias empresas que quieren hacer estaciones espaciales privadas y la NASA quiere mantener la ISS hasta que alguna de ellas sea ya una realidad”, comenta el experto del INTA-CSIC. Así, siempre habría algún sitio habitado en órbita baja. En cambio, si la Estación Espacial llega a su fin tres años antes de lo previsto, los planes de compañías como Axiom Space se harían añicos. En concreto, esta empresa necesita a la ISS para acoplar su primer módulo. “Cuando llegase el segundo, se desacoplaría de la ISS y empezarían a construir su propia estación”, explica Caballero.
Al tratar de anticipar el final de la plataforma espacial, Musk está atacando a competidores, ganando más dinero y acelerando su sueño de llegar a Marte. No se puede negar que sería una jugada maestra. Sin embargo, la ISS es un consorcio internacional formado por la NASA, la Agencia Espacial Europa (ESA, por sus siglas en inglés), Canadá, Rusia y Japón. En teoría, EEUU no podría tomar una decisión unilateral. No obstante, para algunos países sería mucho más perjudicial que para otros. Por ejemplo, Rusia solo tiene previsto explotar su segmento de la ISS hasta 2028 y, a partir de esa fecha, no se podrían acoplar nuevas naves a sus módulos.
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El riesgo para la futura misión del astronauta español
Sin embargo, el mazazo para España podría ser importante, porque en la actualidad el entrenamiento del astronauta Pablo Álvarez, pasaría por un viaje a la ISS. Lo mismo les ocurre a otros países. En 2025 está previsto que haya cinco misiones tripuladas, incluyendo a un astronauta polaco de la ESA. Para 2026 aún no hay planes cerrados, pero está claro que en los próximos años el español y sus compañeros tienen muchas opciones.
Según los expertos, tener un lugar de referencia al que enviar los astronautas es relativamente importante para todas las potencias. “Es verdad que se puede volver a la Luna o ir a Marte sin necesidad de tener Estación Espacial, pero es un buen instrumento para entrenar astronautas”, comenta Marín. Aunque se puede hacer en otras misiones que vayan a la órbita baja, “sería lógico aprovechar al máximo la infraestructura espacial más cara de la historia de la humanidad”. Sin ningún tipo de plataforma en el espacio, las misiones apenas durarían unos días y no habría laboratorios espaciales.
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Al margen de las iniciativas privadas, el proyecto más parecido es la Plataforma Orbital Lunar Gateway. La NASA, la ESA, Canadá y Japón están construyendo esta estación, más pequeña, pero mucho más lejana, concebida como un apoyo a misiones cuyo destino sea la Luna. También está la estación espacial china, pero ¿puede permitirse Occidente depender del país asiático? No se trata solo de los astronautas, sino de “miles de ingenieros y científicos que diseñan los experimentos”, recuerda Caballero.
Experimentos punteros y años de trabajo, en el aire
Entre los investigadores inquietos por los planes de Musk están los de un grupo del CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) de Madrid, que participa en el Experimento AMS (Espectrómetro Magnético Alfa) para estudiar los rayos cósmicos. “En el brazo exterior de la Estación Espacial tenemos colocado un detector de partículas de muy alta energía de origen galáctico”, explica Jorge Casaus. “Al medirlas, lo que intentamos es ver indicios de la naturaleza de la materia oscura, que puede producir señales de antimateria”, añade, “es un instrumento muy preciso y es absolutamente único”.
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Aunque este equipamiento —se trata de un detector gigantesco para los estándares espaciales, de 7,5 toneladas y 60 metros cúbicos— se encuentra en la ISS desde 2011, “los últimos cinco años contarían tanto como los 15 anteriores”. El motivo es que a comienzos de 2026 está prevista una actualización del instrumento que aumentaría su sensibilidad. “Lo hemos preparado durante los últimos cuatro años y los astronautas ya han hecho salidas para poner a punto toda la instalación”, afirma el investigador.
Las medidas de alta precisión requieren mucha estadística, porque las partículas de muy alta energía pasan con muy poca frecuencia, así que es necesario medir durante mucho tiempo. “A nosotros nos afectaría especialmente el adelanto del final de la vida útil de la estación”, lamenta Casaus, que recuerda que esta línea de investigación se remonta a los años 90. Este investigador confía en que los acuerdos internacionales que prevén mantener la ISS hasta 2030 sigan vigentes. En su caso, el tipo de ciencia que realizan los científicos de este equipo del CIEMAT solo se puede llevar a cabo en una plataforma de estas características: “Necesitamos hacer medidas por encima de la atmósfera, tenemos instrumentos muy pesados que necesitan la energía de los paneles solares de la Estación Espacial Internacional y un ancho de banda suficiente para enviar los datos”.
Si desaparece, “los chinos tienen mucho interés en animar a que haya colaboraciones internacionales que participen de la explotación de su estación, sería nuestra única alternativa”. Sin embargo, “desde el punto de vista geoestratégico, para EEUU o Europa no tener una plataforma como la ISS, limita nuestra capacidad científica y podría hacer que todo el peso de los experimentos más punteros se desplace hacia China”, advierte el investigador.
Saltando de polémica en polémica, Elon Musk ha llegado —hablando de manera metafórica— hasta la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), con la que últimamente parece tener una especial fijación. Su particular relato sobre lo sucedido con los estadounidenses atrapados en esta plataforma, Butch Wilmore y Suni Williams, cuyo rescate depende del magnate, ha indignado a otros astronautas; mientras que sus planes para retirar de forma anticipada y lo antes posible la propia ISS han causado estupefacción y una gran inquietud entre la comunidad científica internacional.