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Los recortes científicos de Trump que ponen en riesgo el liderazgo de EEUU frente a China
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Hachazo sin precedentes a la ciencia

Los recortes científicos de Trump que ponen en riesgo el liderazgo de EEUU frente a China

Los recortes sin precedentes en investigación científica, con despidos y menos fondos, suponen un punto de inflexión con posibles consecuencias económicas para el futuro

Foto: Protestas contra los recortes en los CDC. (EFE/EPA/Erik S. Lesser)
Protestas contra los recortes en los CDC. (EFE/EPA/Erik S. Lesser)

Recortar la Administración estadounidense es una de las grandes obsesiones de Donald Trump en su segundo mandato, y para lograrlo ha puesto a Elon Musk al frente del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés). Juntos, en su reciente entrevista a Fox News, confirmaron la intención de ahorrar cientos de miles de millones de dólares a EEUU. De hecho, ya han ejecutado 20.000 despidos en puestos federales y han identificado 200.000 más para su eliminación.

Algunas de las medidas ya han causado una gran conmoción, como la suspensión de los fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Sin embargo, el goteo en otras áreas puede tener consecuencias mucho más profundas para la economía, la salud y la geopolítica internacional. Eso temen muchos científicos atónitos ante el tsunami de la Administración Trump. En los últimos días, el hachazo se ha centrado en el ámbito sanitario.

Foto: Un prototipo de la nave Starship de SpaceX con la que Elon Musk quiere llevar a astronautas a Marte. (Reuters)

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) el mayor financiador mundial de investigación biomédica, ya ha registrado 1.200 despidos, muchos de ellos, jóvenes y prometedores investigadores. Decenas de “técnicos clave” de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), que se encarga, entre otras cosas, de la aprobación de fármacos, han corrido la misma suerte. Los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) ya han sido informados de que perderán al 10% de su plantilla, lo que afectará al seguimiento de problemas como la emergente gripe aviar.

Otras áreas científicas van por el mismo camino. La National Science Foundation, una agencia gubernamental que financia ciencias no médicas e ingenierías, despidió este martes a 168 empleados, pero podría quedarse sin dos tercios de su financiación y la mitad de su plantilla. Para algunos, en el contexto de los recortes públicos, la investigación científica tan solo está sufriendo “un daño colateral”, porque los despidos generalizados en las administraciones públicas “son casi aleatorios, por fecha de contratación o fecha de ascenso”, según comentaba Sudip Parikh, director ejecutivo de la American Association for the Advancement of Science (AAAS), la sociedad científica más grande del mundo, en declaraciones a Science.

placeholder Musk, en la Casa Blanca. (Reuters)
Musk, en la Casa Blanca. (Reuters)

En cambio, otros expertos ven una mayor intencionalidad ideológica, teniendo en cuenta que Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos, se ha manifestado contra las vacunas o que la investigación relacionada con el clima y el medio ambiente está en el punto de mira de Trump. La nueva Administración no solo se ha propuesto eliminar el lenguaje y los programas relacionados con la diversidad y la inclusión, sino que también está borrando datos y estudios científicos de webs oficiales, mientras algunos investigadores buscan alternativas para salvarlos.

Un modelo que ya ha cambiado

En cualquier caso, muchos ya se preguntan por el impacto de este giro político en un país que ha cimentado su liderazgo mundial en la investigación. Desde la Segunda Guerra Mundial, los avances en ciencia y tecnología han impulsado el 85% del crecimiento económico de EEUU. La propia National Science Foundation nació en 1950 como fórmula para centralizar la financiación de la ciencia, así que los recortes “podrían socavar la competitividad global” de país, “con impactos negativos en la economía y la capacidad de atraer y formar a la próxima generación de investigadores”, alerta Chris Impey, astrónomo y antiguo responsable de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Arizona.

placeholder Protestas contra los recortes en investigación sanitaria. (EFE)
Protestas contra los recortes en investigación sanitaria. (EFE)

Las cifras que demuestran la hegemonía estadounidense en ciencia son apabullantes, aunque podemos quedarnos con una fácil de entender: el 40% de los premios Nobel de las categorías científicas pertenecen a este país. Los expertos en I+D también coinciden en que la inversión en investigación tiene una rentabilidad enorme. Habitualmente, cada dólar se multiplica varias veces, incluso en las áreas de conocimiento que parecen menos productivas. “La relación no es tan directa como a veces se cree”, explica a El Confidencial Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga, “pero en líneas generales y, a largo plazo, está claro que los países que más invierten en ciencia y tecnología tienen un mayor desarrollo económico y social”.

Sin embargo, el modelo centralizado y de grandes proyectos impulsados por la administración pública (cuyo ejemplo paradigmático sería la NASA y la carera espacial que nos llevó a la Luna) comenzó a cambiar hace bastante tiempo. Desde 1990, la inversión de EEUU en I+D se ha triplicado, pero ahora está liderada por las empresas. La gran diferencia es que el capital privado busca resultados inmediatos, así que se vuelca en la llamada ciencia aplicada o “tecnocientífica”, apunta el experto. Por el contrario, la investigación básica, que en teoría solo busca aumentar el conocimiento, aunque a largo plazo ofrece muchos réditos, suele estar impulsada por los gobiernos y, por eso, es la que se ve más afectada cuando hay recortes.

placeholder Cohete de SpaceX, empresa de Musk. (Reuters)
Cohete de SpaceX, empresa de Musk. (Reuters)

En manos de magnates

No obstante, “las economías más avanzadas tienen más investigadores en las empresas que en el sector público y esa tendencia ya es mundial”, asegura Santiago López, director del Instituto de Estudios de la Ciencia y la Tecnología (eCyT) de la Universidad de Salamanca. De hecho, gigantes como Google “también hacen apuestas arriesgadas en investigación básica, en las fronteras del conocimiento”. Así que el verdadero “peligro” del giro de la Administración Trump al acabar con el consenso bipartidista sobre el impulso público a la investigación científica en EEUU, en realidad, no está en destinar menos fondos a los centros públicos, sino más bien “en dejarlo todo en manos de unas pocas empresas”.

Según este experto, “en Corea del Sur se dieron cuenta de ese error” al comienzo de este siglo y el Gobierno disparó su inversión en ciencia para no depender solo de grandes compañías privadas que, en un momento dado, podían quebrar y arrastrar al país. Sin embargo, ahora las decisiones de Trump van justo en ese sentido, apoyándose en los tecnoligarcas. De hecho, las únicas apuestas fuertes en investigación científica de la nueva Administración parecen seguir el dictado de los magnates: inteligencia artificial y carrera espacial.

placeholder Trump, en el Despacho Oval. (Reuters)
Trump, en el Despacho Oval. (Reuters)

¿Es una estrategia consciente, un sesgo ideológico o una aventura? Los expertos en política científica creen que hay un poco de todo. Por ejemplo, los republicanos “se han convencido de que la ciencia climática es un chiringuito y quieren acabar con él”, comenta Santiago López. A partir de ahí, Trump y su equipo plantean un modelo alternativo que encaja con su idea de eliminar con la burocracia y las grandes infraestructuras del Estado, aunque, en realidad, las empresas de Musk y otros magnates se nutran en gran medida de los proyectos públicos. En cualquier caso, monopolios como el de la NASA en el ámbito espacial ya son historia y, con Trump o sin él, el papel del sector privado es imprescindible en casi todos los sectores punteros.

¿Está lista China para tomar el relevo?

Para algunos, la conclusión es que el liderazgo científico de EEUU, con todas sus implicaciones, hace tiempo que está en declive y ahora le van a dar la puntilla. Sin embargo, la cuestión es si otras superpotencias tomarán el relevo. Por supuesto, las miradas se dirigen hacia China. “En algunos campos, está tomando la delantera y, en otros, la brecha cada vez es más pequeña, probablemente va a ser la primera potencia científica en unos años”, afirma Diéguez. De hecho, la velocidad del cambio le resulta sorprendente. “Hace solo cinco años, no se preveía que fuera tan rápido, pero China ha invertido de una manera muy importante. En el caso de la inteligencia artificial está claro, porque dijeron explícitamente que querían ser líderes”, añade. En su opinión, el hecho de que se trate de un régimen autoritario, aunque en algunos aspectos no favorezca la innovación, ayuda a tomar decisiones con mayor rapidez cuando la dirección está clara.

Foto: El Comac C919 es el primer avión de pasajeros fabricación china. (REUTERS - Tyrone Siu)

Hay varios indicadores que el gigante asiático está por delante en investigación e innovación. Probablemente, el más importante es el de registro de patentes. Además, también “está produciendo ciencia de mayor impacto que EEUU”, apunta López. No obstante, los expertos creen que hay que matizar este tipo de estadísticas: “Tienen un problema importante con lo que se conoce como factorías de artículos”, comenta el experto de la Universidad de Málaga, “de China salen un montón de publicaciones basura, que son fraudes, así que tendrán que poner algún tipo de control porque están desprestigiando a sus científicos”.

En cualquier caso, eso no impide que la investigación china comience a ser la más relevante del mundo. Quizá la mejor prueba, según el director del eCyT, es que Europa ya colabora intensamente con las universidades y centros de investigación del país asiático, algo que apenas ocurre en el caso de EEUU. Ahí entra en juego otra herramienta que, tradicionalmente, habían manejado los estadounidenses a la perfección: la diplomacia científica. Durante décadas, la ciencia y la tecnología también han formado parte de la geopolítica, pero si Trump está dispuesto a deshacer alianzas en el terreno militar, probablemente, poco le importen las científicas y tecnológicas que, en el fondo, no son tan diferentes.

Recortar la Administración estadounidense es una de las grandes obsesiones de Donald Trump en su segundo mandato, y para lograrlo ha puesto a Elon Musk al frente del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés). Juntos, en su reciente entrevista a Fox News, confirmaron la intención de ahorrar cientos de miles de millones de dólares a EEUU. De hecho, ya han ejecutado 20.000 despidos en puestos federales y han identificado 200.000 más para su eliminación.

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