Millones de ballenas sufren alteraciones moleculares: es resultado de lo que pasó hace 80 años
Un reciente estudio ha encontrado elevadas concentraciones de cortisol en las barbas de las ballenas recopiladas desde 1946. La ciencia tiene claro a qué se debe
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Las ballenas han experimentado cambios biológicos que aún perduran en sus organismos y que son consecuencia directa de la caza masiva que sufrieron durante buena parte del siglo XX. Un reciente estudio realizado por investigadores del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian ha revelado alteraciones moleculares en estos cetáceos a raíz de la actividad ballenera suspendida durante la Segunda Guerra Mundial y reanudada en 1946. Los datos provienen de un análisis exhaustivo de barbas de ballena almacenadas durante casi ocho décadas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Douglas MacArthur impulsó la explotación ballenera en la Antártida con el objetivo de abastecer de carne y aceite a la población japonesa. En apenas dos años, las flotas capturaron más de 2.300 ejemplares, entre ballenas azules y de aleta. Aunque el impacto poblacional ya era conocido, la investigación actual ha evidenciado una consecuencia menos apreciable a simple vista: los niveles hormonales de estos animales reflejan un elevado nivel de estrés derivado de la caza intensiva.
A forgotten museum collection reveals how a pause in industrial whaling during World War II changed whales at the molecular level.https://t.co/SzsRP43Sph
— Vitalize Contexts (@VitalizeOne) January 31, 2025
Los científicos han analizado los niveles de cortisol y corticosterona presentes en la queratina de las barbas de ballena, descubriendo un significativo incremento en 1946. Este pico no solo se observó en los ejemplares capturados, sino también en aquellos que lograron escapar. La constante persecución de las embarcaciones y el ruido generado por la actividad ballenera habrían provocado un estado de alerta prolongado en las poblaciones de cetáceos, dificultando su reproducción y reduciendo su longevidad.
Los efectos del estrés en las ballenas
Además, el análisis isotópico de carbono y nitrógeno ha evidenciado cambios en los patrones migratorios y alimenticios de estas especies. La reanudación de la caza industrial alteró su comportamiento natural, generando un impacto a largo plazo en los ecosistemas marinos que todavía se puede apreciar en la actualidad. La investigación ha permitido reconstruir con precisión la respuesta biológica de los cetáceos ante la intervención humana.
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Aunque la caza comercial de ballenas ha disminuido significativamente, estos mamíferos siguen enfrentando amenazas. La contaminación acústica en los océanos, el cambio climático y el tráfico marítimo continúan alterando su entorno y su bienestar. La identificación de estos cambios históricos resulta crucial para comprender los efectos del estrés crónico en las especies marinas.
La información extraída de las barbas de ballena ha permitido analizar cómo las actividades humanas han moldeado la vida de estos animales, incluso a nivel molecular, y cómo podrían seguir haciéndolo en el futuro. Un factor clave para su preservación y para futuras investigaciones relacionadas con la evolución de las poblaciones de cetáceos.
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Las ballenas han experimentado cambios biológicos que aún perduran en sus organismos y que son consecuencia directa de la caza masiva que sufrieron durante buena parte del siglo XX. Un reciente estudio realizado por investigadores del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian ha revelado alteraciones moleculares en estos cetáceos a raíz de la actividad ballenera suspendida durante la Segunda Guerra Mundial y reanudada en 1946. Los datos provienen de un análisis exhaustivo de barbas de ballena almacenadas durante casi ocho décadas.