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Los incendios de Los Ángeles pueden ocurrir en España: estos son los lugares en riesgo
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Los incendios de Los Ángeles pueden ocurrir en España: estos son los lugares en riesgo

Existe un gran paralelismo entre California y España: "Cuando te compras una casa, adquieres un riesgo y no eres consciente", advierten los expertos

Foto: Un avión descarga retardante para frenar los incendios en Los Ángeles. (Reuters/Allison Dinner)
Un avión descarga retardante para frenar los incendios en Los Ángeles. (Reuters/Allison Dinner)
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Aunque cada vez estamos más acostumbrados a ver incendios catastróficos en cualquier parte del mundo, la pesadilla que vive California no deja de impresionar. El balance es desolador, con 25 muertos, decenas de miles de evacuados, viviendas arrasadas y fuegos que duran días y días sin que parezcan tener fin. Desde Sunset Boulevard a las colinas de Hollywood, las llamas no respetan ni los escenarios de película ni las mansiones de los ricos.

El fuego ha contado con todos los ingredientes necesarios para ser devastador, principalmente, unas condiciones meteorológicas favorables —sobre todo, vientos muy fuertes—, unidas a una gran cantidad de vegetación muy seca. La diferencia es que, esta vez, no se ha cebado con una zona forestal, ni siquiera con una zona de transición entre bosque y ciudad, sino que “es un incendio urbano propiamente dicho”, destaca a este diario Víctor Resco de Dios, profesor de Incendios y Cambio Global en la Universidad de Lleida. La expansión de las llamas en Los Ángeles se explica “por la forma en que construyen y los materiales que emplean”, factores que facilitan la propagación “de una casa a la otra”.

Foto: Bomberos en una de las casas cerca de Pacific Palisades, California, Estados Unidos. (Reuters/Daniel Dreifuss)

Por una parte, el modo de vivir “horizontal” de esta zona de EEUU tiene mucho que ver con el gran impacto humano que está provocando el fuego, ya que entraña más riesgos que vivir en edificios verticales. “Evidentemente, el centro de Los Ángeles, donde están los rascacielos, está a salvo”, comenta este ingeniero forestal, uno de los científicos más citados del mundo en su campo. Por otra parte, muchas casas están hechas con maderas resinosas, que abaratan los costes de construcción, pero son más inflamables, de manera que “una casa que arde sirve de punto de ignición para la siguiente”.

A estos factores, habría que añadir otras cuestiones de gestión pública más fáciles de abordar, pero no menos importantes: “Algo tan sencillo como podar una palmera es una medida útil, porque, cuando se quema, puede aportar miles de pavesas en cuestión de cinco minutos”, señala. No obstante, el problema con la vegetación no se reduce a la jardinería. En muchos lugares apenas hay separación entre la masa forestal y las urbanizaciones, así que crear o ensanchar una zona de protección frente al bosque adyacente debería ser una medida esencial, según este investigador, que vivió en EEUU y conoce bien sus espacios naturales.

placeholder California, tras los incendios. (EFE)
California, tras los incendios. (EFE)

Paralelismos con el Mediterráneo

La mala noticia es que lo que está sucediendo en California tiene muchos paralelismos con muchos lugares de España. Aunque nuestras ciudades son más verticales, cada vez tenemos más construcciones en la periferia urbana y el entorno natural es muy parecido. “La vegetación mediterránea es muy inflamable”, destaca Resco, y muchas zonas son problemáticas, porque se ha construido en zona forestal. En algunos sitios, “nos hemos metido dentro del bosque”. En otros, “la vegetación era escasa por ser terrenos de cultivo, pero a medida que se han abandonado, la masa forestal ha ido rodeando las urbanizaciones, así que hay muchas zonas de peligro”.

De hecho, aunque no se ha producido un desastre tan gigantesco como el de California, ya hemos sufrido situaciones bastante dramáticas. En 2022, uno de los años más devastadores de la historia, unas 30.000 personas tuvieron que ser evacuadas por la amenaza de las llamas. El incendio del Pont de Vilomara (Barcelona) afectó a una urbanización y algunas viviendas quedaron arrasadas. La Sierra de la Culebra (Zamora) vivió dos incendios en menos de un mes que calcinaron más de 32.500 hectáreas, una superficie récord, y pueblos enteros fueron desalojados durante días. El fuego también sacó de sus casas a miles de malagueños de Sierra Bermeja y de la Sierra de Mijas. En Galicia, sufrieron momentos dramáticos que obligaron a evacuar numerosos alojamientos en las Rías Baixas. Antes de ese año, encontramos un grave precedente: en 2017, las llamas llegaron a afectar al casco urbano de Vigo.

placeholder Incendio en la Sierra de la Culebra, en Zamora, en 2022. (EFE)
Incendio en la Sierra de la Culebra, en Zamora, en 2022. (EFE)

Tras recopilar los datos de más de 100.000 incendios, un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela publicado en la revista Forest el pasado mes de julio revela que existe una tendencia a que los fuegos se inicien cada vez más cerca de las zonas urbanas. El análisis de los expertos Manuel Marey Pérez, Óscar López Álvarez y Luis Franco Vázquez se basa, precisamente, en comparar California y España.

Mientras que allí ocurre en el 4% del territorio, aquí se observa un acercamiento significativo de los puntos de ignición a las viviendas hasta en el 10,5% de la superficie. Con la información disponible, entre 2007 y 2015, este fenómeno era especialmente relevante en zonas de Aragón, Murcia, Castilla y León y Andalucía. El trabajo "subraya la necesidad de prepararnos para vivir con el fuego", aseguran los autores.

Por su parte, Víctor Resco llama la atención sobre otro dato relevante que se desprende de uno de sus últimos análisis: los habitantes de la periferia de zonas forestales están especialmente expuestos a las llamas, pero el riesgo se incrementa muchísimo cuando se trata de áreas protegidas. Un estudio aún no revisado por pares indica que existen 16 veces más probabilidades de que las personas se vean amenazadas por grandes incendios si viven junto a bosques que cuentan con algún tipo de protección, según datos de Europa, California, Chile y Australia.

placeholder Gigantesco incendio en Australia. (EFE)
Gigantesco incendio en Australia. (EFE)

El experto de la Universidad de Lleida y otros autores consideran que este trabajo es especialmente relevante porque la Ley de Restauración de la Naturaleza de la Unión Europea pretende aumentar, precisamente, la cobertura de reservas forestales protegidas. El objetivo es favorecer la biodiversidad, pero, si esto implica no tomar medidas contra los incendios, el resultado puede ser desastroso y la tendencia es alarmante.

“En 2001, era un 40% más probable que un núcleo urbano se viera expuesto a un incendio si estaba situado en la periferia de un área protegida, pero ahora es nueve veces más probable”, destaca Resco. La gravedad de los incendios en áreas protegidas podría estar subiendo, entre otras cosas, por “la acumulación de combustible”. Para favorecer la biodiversidad se interviene menos en los bosques y esto hace que se acumule más material vegetal que puede arder cuando se dan las condiciones adecuadas.

Los mapas que nos faltan

Sin embargo, los ciudadanos no tenemos mucha información sobre estos problemas. “Cuando te compras una casa, adquieres un riesgo y no eres consciente, pero no puedes serlo, porque no tienes las herramientas que te permitan saber cómo de inflamable es la zona en la que has adquirido una vivienda o la que has elegido como lugar de vacaciones; podría ser una ratonera”, advierte el experto. “No lo digo por ser catastrofista, sino al revés, para que tomemos medidas, porque la catástrofe aún no ha sucedido y la experiencia nos dice que no tomamos medidas hasta que ocurre”, añade.

La solución podría estar en la creación de mapas de riesgo de incendio, similares a los que en la actualidad delimitan las zonas inundables. Hoy en día, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y los servicios meteorológicos regionales realizan predicciones sobre la probabilidad de que se produzca un incendio basándose en datos como el calor, el viento y la sequía. Sin embargo, “con esos datos podría salir un alto riesgo de incendio en la Puerta del Sol, algo que no es real por la ausencia de árboles”.

Foto: Incendio forestal. (EFE/Georgi Licovski)

En realidad, incluso en el campo, esa información se refiere al peligro, no al riesgo. “El peligro es la probabilidad de que pase algo y el riesgo es la probabilidad de que te afecte”, apunta Resco. “Esto es parecido a lo de Valencia, una cosa es que llueva y otra es que vayas a tener una gran avenida de agua”, añade, “para conocer lo segundo, necesitas tener otros datos, un mapa topográfico, la situación de las casas o los niveles de los caudales de los distintos ríos”. El JRC (siglas del Joint Research Centre o Centro Común de Investigación), que se encarga del asesoramiento científico a la Comisión Europea, sí ha llegado a elaborar un auténtico mapa de riesgo, pero es estático, no refleja las variaciones meteorológicas que podemos tener a diario. Así que, de momento, “no contamos ningún mapa detallado de las zonas inflamables”.

En ese sentido, vamos con retraso con respecto a California, donde existe un sistema de alertas que viene predefinido por este tipo de mapas. Según los expertos, es probable que la tragedia que se ha vivido estos días en EEUU hubiera sido mucho mayor con respecto al número de víctimas mortales sin este tipo de herramientas. “La forma en la que construimos es diferente, pero la estructura de las urbanizaciones no es tan distinta, así que lo que ha pasado puede ser un aviso para que hagamos algo, para que nos adaptemos a esta situación”, señala el ingeniero forestal. El fuego ha afectado a “una de las zonas más ricas de uno de los estados más ricos del país más rico del mundo”, afirma, “no podemos pensar que lo que ha pasado allí no va a pasar aquí”.

Aunque cada vez estamos más acostumbrados a ver incendios catastróficos en cualquier parte del mundo, la pesadilla que vive California no deja de impresionar. El balance es desolador, con 25 muertos, decenas de miles de evacuados, viviendas arrasadas y fuegos que duran días y días sin que parezcan tener fin. Desde Sunset Boulevard a las colinas de Hollywood, las llamas no respetan ni los escenarios de película ni las mansiones de los ricos.

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