La ciencia lo confirma: podemos absorber algunos microplásticos a través de la piel
Productos como los retardantes de llama, presentes en muchísimos objetos cotidianos, son los más propensos a estos efectos cutáneos
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La presencia de microplásticos en nuestro entorno y su impacto en la salud humana es un tema de creciente preocupación. Estos diminutos fragmentos, de menos de 5 milímetros, han sido detectados en casi todas las partes del cuerpo humano, como los pulmones, la placenta y la leche materna. Si bien sabemos que podemos inhalarlos o ingerirlos, surge una nueva inquietud: ¿es posible que también penetren nuestra piel?
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La piel, nuestra primera barrera de defensa contra el ambiente externo, está diseñada para protegernos de los contaminantes. Sin embargo, estudios recientes sugieren que esta protección podría no ser infalible frente a los microplásticos. Aunque la capa externa de la piel, conocida como el estrato córneo, es una barrera eficiente, las fibras plásticas pueden alojarse en los folículos pilosos y las arrugas, generando incertidumbre sobre su posible penetración.
El contacto con ropa sintética, que libera microplásticos al lavarse, ha sido señalado como una posible fuente de exposición cutánea. Aunque estos fragmentos suelen quedarse atrapados en la superficie de la piel, los químicos añadidos a los plásticos podrían atravesarla en niveles mínimos. Esto plantea nuevas preguntas sobre los riesgos acumulativos de una exposición continua a estos compuestos.
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Un ejemplo concreto es el caso de los retardantes de llama, presentes en muebles, espumas y dispositivos electrónicos. Un estudio encontró que menos del 0,1% de estos químicos puede atravesar la barrera cutánea y llegar al torrente sanguíneo. Aunque estas cifras parecen bajas, el impacto de una exposición prolongada y acumulativa aún no está completamente comprendido.
Los efectos de los microplásticos en la salud van más allá de la piel. Algunos estudios han relacionado su presencia con inflamaciones, reacciones alérgicas y un mayor riesgo de enfermedades. Si bien no hay evidencia concluyente de que los microplásticos puedan penetrar profundamente en el cuerpo a través de la piel, su interacción con la misma y sus componentes químicos merece una investigación más profunda.
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La detección de microplásticos en productos como cosméticos y textiles plantea la necesidad de regular su uso y promover alternativas más seguras. Además, es crucial fomentar hábitos de consumo que minimicen nuestra exposición, como el uso de materiales naturales y el lavado responsable de ropa sintética para reducir la contaminación.
En conclusión, aunque nuestra piel es una barrera eficaz en la mayoría de los casos, no es completamente impenetrable. La ciencia ha comenzado a explorar esta ruta de exposición, pero queda mucho por aprender sobre cómo los microplásticos y sus aditivos interactúan con nuestro cuerpo. Por ahora, adoptar medidas preventivas y reducir la producción de plásticos parece ser el camino más seguro.
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