Este experimento español está cerca de llevar cultivos a las bases permanentes de la Luna
Científicos y empresas se preparan para un primer ensayo, en 2026, que hará crecer una planta en órbita terrestre sobre suelo obtenido del volcán de La Palma
En The Martian, película estrenada en 2015, Matt Damon se queda solo en Marte y tiene que cultivar patatas para sobrevivir. Aunque se trata de ciencia ficción, es la referencia más gráfica que podemos tener sobre la posibilidad de cultivar alimentos fuera de nuestro planeta y quizá no estamos tan lejos de lograrlo. El resurgimiento de la carrera espacial, con varias potencias bien posicionadas para tener bases permanentes en la Luna y usarla como plataforma de lanzamiento de misiones aún más ambiciosas, hace que cobre fuerza la idea de tener una agricultura espacial.
Una iniciativa netamente española, denominada Green Moon Project, se está abriendo paso para lograrlo. Científicos y empresas de diversos ámbitos están colaborando con un objetivo: lanzar el primer experimento al espacio en 2026. Durante dos semanas, se desarrollaría un cultivo en un pequeño invernadero situado en la órbita baja terrestre sobre suelo volcánico de La Palma para imitar las condiciones de la superficie lunar. La cápsula presurizada, de la compañía Orbital Paradigm, con sede en Madrid, regresaría con el contenido. Si todo va bien, el siguiente paso es hacer lo mismo en la Luna.
Green Moon Project nació en 2016 gracias a tres estudiantes de Málaga y despuntó entre 3.400 proyectos en la competición Google Lunar X Prize, que se celebró en la India, al quedar entre las 15 ideas finalistas. "Queríamos entender el crecimiento de una planta bajo los efectos de la gravedad lunar, que es seis veces menor que la gravedad terrestre”, explica en declaraciones a El Confidencial "José María Ortega Hernández, ingeniero y fundador. En aquel momento, todo parecía una locura, pero el éxito hizo que se sumaran empresas y científicos, incluyendo el Instituto de Geociencias (centro mixto del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid) y el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA).
Por eso, hoy en día, la iniciativa cuenta con todos los apoyos necesarios para llegar al espacio exterior, a partir de tres pilares fundamentales: biología vegetal, geología planetaria e ingeniería espacial. En el sector, ya se habla del concepto New Space (Nuevo Espacio) para referirse a la gran cantidad de oportunidades que están surgiendo, con más lanzadores, cohetes y constelaciones de satélites que ofrecen todo tipo de servicios. Sin embargo, puede haber un nicho importante que aún está por cubrir: ofrecer comida a quienes se encargarán de dar un nuevo salto en la exploración espacial.
Colaboración con el equipo chino
Los responsables del proyecto español ya cuentan con años de experiencia y colaboran con el equipo científico chino que logró un hito en 2019 al conseguir que una planta de algodón germinase a bordo de la sonda Chang'e 4, la primera en alunizó en la cara oculta de nuestro satélite. Junto a ellos publicaron un artículo científico el pasado mes de junio en la revista Resources, Environment and Sustainability que sienta las bases de lo que pretenden hacer. La publicación es el resultado de dos años de trabajo experimentando en cámaras de cultivo de Granada con suelo fabricado a partir de muestras procedentes del Parque Nacional de Timanfaya. Esta zona volcánica de Lanzarote se considera análoga al regolito lunar, es decir, el suelo de la Luna.
No obstante, lo más interesante del trabajo es que señala cuáles serían las plantas más interesantes para los futuros invernaderos lunares, en cuanto a sus propiedades o los ciclos de crecimiento. La idea es que cumplan una doble función. Por una parte, "tenemos que pensar que, cuando vayamos al espacio para proveer de alimento a los futuros astronautas y a las bases humanas en la Luna, los cultivos más destacados van a ser aquellos que tengan una gran superficie foliar, es decir, hojas más grandes, para generar más oxígeno y eliminar CO2 por medio de la fotosíntesis", comenta Ortega. Por otra parte, está la cuestión de la alimentación. Para abordarla, interesa contar con cultivos de crecimiento rápido y que aporten una gran cantidad de nutrientes. En conjunto, el estudio destaca las características del rábano, la lechuga, el tomate y la zanahoria.
El nuevo reto es llevar este conocimiento al espacio. Green Moon Project y Orbital Paradigm confían en conseguirlo en solo año y medio a través de la misión que han denominado Learn To Fly. Idealmente, utilizarían un cohete Miura de la empresa española PLD Space, pero si no fuera posible, la alternativa es un Falcon de SpaceX. En cualquier caso, "vamos a tener una cápsula presurizada orbitando la Tierra durante 14 días y nos va a proveer de la capacidad de testear la interacción biológica entre el suelo y los cultivos en el espacio", comenta el ingeniero. Para este experimento, van a elegir una planta que ofrezca un ciclo de crecimiento rápido, probablemente, rábano o zanahoria, y su evolución estará monitorizada en todo momento en tiempo real con cámaras y diversos sensores (de luminosidad, radiación, humedad y temperatura, entre otros).
Del volcán al espacio exterior
Una de las diferencias con lo que han hecho hasta ahora está en el sustrato sobre el que crecerá el cultivo. Investigadores de la Universidad del País Vasco se desplazarán hasta La Palma para recoger muestras de la erupción volcánica de 2021. La idea es que la planta crezca en órbita sobre ese suelo, porque, además de parecerse muchísimo al de la Luna, es muy joven y, por lo tanto, no está alterado. El pequeño invernadero espacial, montado con el asesoramiento de las empresas agrícolas andaluzas InnoPlant y Grupo Herogra ofrecerá datos fundamentales para el futuro.
"A corto plazo, al salir al espacio exterior, nos enfrentaremos a la radiación cósmica, la radiación solar y la falta de gravedad; así que vamos a ser capaces de entender cómo germina una planta en esas condiciones", destaca Ortega. Sin embargo, "no descartamos llegar a la Luna próximamente". En el satélite, el cultivo se enfrentaría a nuevos retos. "Al suelo lunar le faltan algunas cosas para el desarrollo de las plantas, por ejemplo, nitrógeno, así que tendríamos que añadir nitratos", explica Ortega. Sin embargo, ya se sabe que hay agua y que los tubos de lava lunares podrían ser lugares adecuados para instalar las bases permanentes. Mucho más a largo plazo, repetir la experiencia en Marte requeriría nuevos enfoques, ya que el suelo del planeta rojo contiene excesivas sales.
Los responsables del proyecto español son conscientes de que el sector espacial está en auge y que tendrán mucha competencia. Sin ir más lejos, recientemente la NASA cultivó pimientos en la Estación Espacial Internacional. Otros países, como Francia, también tienen proyectos avanzados en este sentido. Sin embargo, confían en tener su hueco. La agricultura espacial "ya es una realidad" afirma el fundador de Green Moon Project, y la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) "se ha dado cuenta de que esto va a ser estratégico".
En The Martian, película estrenada en 2015, Matt Damon se queda solo en Marte y tiene que cultivar patatas para sobrevivir. Aunque se trata de ciencia ficción, es la referencia más gráfica que podemos tener sobre la posibilidad de cultivar alimentos fuera de nuestro planeta y quizá no estamos tan lejos de lograrlo. El resurgimiento de la carrera espacial, con varias potencias bien posicionadas para tener bases permanentes en la Luna y usarla como plataforma de lanzamiento de misiones aún más ambiciosas, hace que cobre fuerza la idea de tener una agricultura espacial.