La idea de estos científicos para acabar con el lodo en Valencia: "La primera vez que se prueba"
Investigadores del CENIM-CSIC han desarrollado una mezcla de materiales inédita que permite solidificar los lodos y retirarlos con facilidad de los garajes. Se trata de un polímero y una arcilla superabsorbentes
Mes y medio después de que la DANA arrasara con todo, aún queda mucho trabajo por hacer en Valencia. La parte más difícil es la menos visible, sótanos y garajes que quedaron anegados por la riada y que, en muchos casos, aún siguen sin limpiar. No estamos ante una inundación cualquiera: el barro hace que la labor sea increíblemente farragosa, lenta y desesperante. Por suerte, aún quedan recursos por explotar y ayudas inesperadas. En ocasiones como esta, el ingenio es más útil que la fuerza.
Este miércoles, científicos del Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM, adscrito al CSIC) trabajaban en un garaje de la localidad de Sedaví, una de las más afectadas, enclavada entre Paiporta, Catarroja y el sur de la capital valenciana. “Estamos experimentando con diversos materiales con el fin de espesar el lodo, de tal manera que después se pueda extraer mediante métodos mecánicos, por ejemplo, con una retroexcavadora pequeña”, explica a El Confidencial Félix López, investigador que lidera esta iniciativa.
Después de realizar algunos experimentos en colaboración con empresas, este científico, responsable del Laboratorio de Reciclado del CENIM-CSIC, que tiene su sede en Madrid, y del grupo de investigación Tecnoeco, se plantó en Valencia el jueves de la semana pasada junto con sus compañeros Eloy Asensio de Lucas y Gorka Barquero para probar una fórmula inédita. Con el apoyo de la Unidad Militar de Emergencias (UME), están demostrando que una mezcla de materiales que nunca se había utilizado para este fin permite hacer el lodo más espeso y retirarlo más fácilmente. Lo que había funcionado a pequeña escala en su centro de investigación también es útil sobre el terreno.
Experimentos con una mezcla inédita
Por una parte, los investigadores trabajan con un polímero superabsorbente, el poliacrilato de sodio. Por otra, añaden una arcilla que también cuenta con una gran capacidad de absorción de agua. Estos dos productos —que incluso son útiles de forma separada —, se pueden combinar en diferentes proporciones hasta obtener un nuevo material que cumple con las expectativas. “Lo que estamos haciendo es intentar buscar las mayores sinergias posibles entre ambos para aumentar su eficiencia”, comenta el experto.
El poliacrilato de sodio, en sí mismo, puede llegar a absorber casi mil veces su peso en agua. “Se hincha como una magdalena”, comenta Félix López. La explicación técnica es que se produce un intercambio de agua por sodio, de manera que el líquido entra en la estructura del polímero. Curiosamente, este producto se utiliza habitualmente en la fabricación de pañales, compresas, detergentes o como aditivo del cemento. De hecho, la empresa que se lo está suministrando a los investigadores — tras un convenio gestionado en tiempo récord con el CSIC—, es Cemex, una cementera.
Sin embargo, “es la primera vez que se utiliza en una emergencia de este tipo, con el objetivo de favorecer la extracción de lodos de garajes”, destaca el científico, que también agradece el apoyo de otra empresa, Tolsa, suministradora de la arcilla. Los investigadores han contactado con los servicios de protección civil de varios países europeos y a nadie se le había ocurrido algo así. Probablemente, la idea solo podía surgir en la mente de este experto del CENIM-CSIC, no solo porque trabaja en el tratamiento de residuos, sino porque pertenece a Protección Civil y tiene formación especializada en emergencias.
“La combinación de ciencia y emergencia es muy buena en estos casos”, afirma. El CSIC ha destinado a más de 150 expertos para ayudar tras el desastre de la DANA en diversas materias. El 30 de octubre, justo el día después de la riada, activó el Grupo de Asesoramiento en Desastres y Emergencias (GADE). En el caso de Félix López y su equipo, desde el principio intuyeron qué podían aportar: soluciones para el espesamiento de los lodos. “Ya teníamos la arcilla identificada y, en cuanto tuvimos acceso al polímero, empezamos a hacer pruebas de laboratorio”, relata.
Sin embargo, el reto era aplicarlo in situ, así que, con los equipos de protección individual adecuados para evitar los efectos tóxicos de los lodos, los expertos del CSIC se han lanzado, literalmente, al barro. “Lo que encontramos en los garajes son diferentes zonas, con espesores de agua muy variables. Puede haber entre 10 y 30 centímetros de contenido muy líquido y entre 30 y 45 centímetros de lodo más viscoso”, detalla. Cuanta más agua encuentran, más material tienen que utilizar (la mezcla de polímero y arcilla), pero las dos primeras pruebas, realizadas en días anteriores, fueron un éxito. El garaje de este miércoles era “un poco más difícil”, reconocía, aunque con mucha confianza en el resultado final.
Una innovación lista para la próxima vez
A partir de ahora, solo queda escalar y aplicar la solución en todos los inmuebles que permanecen anegados. “Hay que tener en cuenta que en el CSIC estamos experimentando y proponiendo soluciones, pero su ejecución ya no nos corresponde a nosotros”, puntualiza, “serán los gestores de la emergencia los que decidan su utilización a gran escala”. Para ello, solo hace falta una formación básica destinada a los bomberos o a la propia UME sobre cómo usar el nuevo producto, cuáles son las mezclas más adecuadas o cuánto tiempo es necesario esperar antes de retirar el barro solidificado resultante. De hecho, el personal que está colaborando con los científicos ya la está recibiendo.
Teniendo en cuenta que se trata de una innovación, el CSIC podría registrar o patentar esta solución. De hecho, los investigadores tienen claro que, más allá de esta tragedia, el invento tiene recorrido en un futuro. “Igual que hay contenedores para sal en lugares donde nieva, en las zonas inundables podría haber almacenes destinados a este tipo de materiales para que, en caso de que ocurra un desastre como este, se pudiera actuar con rapidez”, comenta el investigador. De hecho, esta innovación podría ser útil más allá de los sótanos. “Podría tener una aplicación directa en las campas de almacenamiento temporal de vehículos o donde se están trasladando los lodos”, asegura el investigador. En cambio, no se podrá aplicar frente a otro de los grandes problemas que ha generado el barro, la obstrucción del alcantarillado, ya que al espesar y solidificarlo, taponaría aún más estos conductos.
En cualquier caso, una vez que este procedimiento haya contribuido a retirar todos los desechos que sea posible, los científicos creen que aún pueden ofrecer un último servicio a Valencia. “Vamos a intentar fabricar un pavimento con este lodo para que sirva para la reconstrucción”, afirma Félix López. Por el momento, “es una investigación emergente, pero estamos dándonos prisa para intentar encontrar una solución de este tipo” y que llegue a tiempo para que toda la zona afectada pueda beneficiarse.
La imagen que están ofreciendo estos científicos en Valencia está muy lejos del tópico habitual. La mayoría de los investigadores trabajan a largo plazo y en cuestiones muy básicas que no parecen tener una aplicación inmediata en el mundo real. De hecho, el grupo de Félix López, de forma paralela, está iniciando un ambicioso proyecto, denominado RC-Metals, que pretende construir una planta piloto única en Europa para recuperar los metales contenidos en residuos electrónicos. Sin embargo, en su camino se ha cruzado una necesidad mucho más urgente. Ocurre pocas veces —una pandemia, un volcán, una DANA devastadora… —, pero cuando ocurre, ahí están los expertos. La ciencia también es un servicio de emergencia.
Mes y medio después de que la DANA arrasara con todo, aún queda mucho trabajo por hacer en Valencia. La parte más difícil es la menos visible, sótanos y garajes que quedaron anegados por la riada y que, en muchos casos, aún siguen sin limpiar. No estamos ante una inundación cualquiera: el barro hace que la labor sea increíblemente farragosa, lenta y desesperante. Por suerte, aún quedan recursos por explotar y ayudas inesperadas. En ocasiones como esta, el ingenio es más útil que la fuerza.
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