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El lucrativo negocio de China con los pandas de alquiler. Y por qué oculta sus datos
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DOS MILLONES DE EUROS AL AÑO

El lucrativo negocio de China con los pandas de alquiler. Y por qué oculta sus datos

China ha utilizado estos animales para fortalecer sus relaciones diplomáticas. Algunos zoológicos, como el de Madrid, han pagado hasta 2 millones al año de alquiler. Varias investigaciones señalan que la maniobra ha sido un fracaso

Foto: Un panda durante un acto institucional sobre el programa de conservación del panda gigante, en el Zoo Aquarium de Madrid. (Europa Press/A. Pérez Meca)
Un panda durante un acto institucional sobre el programa de conservación del panda gigante, en el Zoo Aquarium de Madrid. (Europa Press/A. Pérez Meca)

La diplomacia de los pandas está llegando a su fin para disgusto de China. Hace unas semanas, un zoológico de Finlandia anunciaba que iba a devolver dos pandas gigantes chinos ocho años antes de lo previsto. ¿El motivo? Eran demasiado caros y no podían permitirse seguir alquilándolos. La noticia cobra más sentido cuando uno se entera de que el precio que pagaban por cada oso rozaba la friolera de 1,5 millones de euros al año. El régimen de Pekín lleva años enviando pandas a zoológicos de otros países para fortalecer sus lazos comerciales. Con los años, dejó de regalarlos y empezó a alquilarlos. Y ciudades como Madrid se han visto abocadas a regar al país asiático de la misma manera. Ahora la comunidad científica señala que China está falseando sus datos de osos panda y ese lucrativo negocio ha empezado a peligrar.

Hace casi cincuenta años, el gobierno chino inició una curiosa manera de agasajar a las delegaciones extranjeras. En las visitas oficiales, muchos de los mandatarios que viajaban a aquel país se volvían con uno o dos ejemplares de oso panda como obsequio. Un animal tan representativo de aquel territorio como escaso. Entre ellos estaban los reyes Juan Carlos y Sofía. Tras pocos meses después de visitar China en 1978, llegaba un pequeño oso llamado Shao Shao al zoológico de la capital.

Unos años después de este episodio, China dejó de regalar estos animales debido a una caída en su número. En su lugar, comenzó a cederlos en régimen de alquiler a muchos zoológicos extranjeros, normalmente en parejas durante una década y por una tarifa anual. Siempre con la condición de devolverlos pasado ese tiempo para seguir con el programa de conservación y reproducción de esos animales. Fueron varios los países que se sumaron a esta iniciativa. España fue uno de ellos y en 2007 llegó una pareja de osos a nuestro país: la hembra Hua Zui Ba y el macho Bing Xing.

placeholder Un panda gigante en cautividad descansa sobre una roca. (Unsplash)
Un panda gigante en cautividad descansa sobre una roca. (Unsplash)

No hay certeza de la cuantía exacta que pagó el zoológico de Madrid por los pandas, porque históricamente han rechazado dar cifras. Sin embargo, algunos medios españoles las sitúan en torno a los dos millones de euros por temporada y por oso.

"Cuando se trata de cómo China gasta el dinero generado por los préstamos de pandas cautivos, no hay transparencia. Simplemente, no tenemos idea de dónde va", explicaba Henry Nicholls, autor del libro The Way of the Panda.

Otros países de la UE como Finlandia, también ha estado pagando religiosamente cada año, pero hace unas semanas dejó de hacerlo. Ocho años antes de terminar el 'contrato', el zoológico Ähtäri ha decidido devolverlos a casa, alegando que ya no podía permitirse cuidarlos. Lumi y Pyry fueron llevados al país nórdico en 2018 y estaba previsto que se quedaran durante 15 años, pero el gasto de alquiler y de mantenimiento, sumado a la inflación y la deuda vinculada a la pandemia, era demasiado alto. “Costaban más de mantener que todas las demás especies juntas", decía un encargado. Los costes de mantenimiento incluían un cuidador que debía permanecer con ellos en todo momento, una tarifa de conservación a China y bambú importado.

Foto: Varios elefantes africanos en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. (Cedida)

El gesto de alquilar pandas a determinados países ha sido interpretado por las autoridades como una manera de China de premiar unas relaciones favorables entre ambas naciones. Un estudio de la Universidad de Oxford de 2013 sugería que el momento de la cesión de pandas por parte de China a Canadá, Francia y Australia “coincidió con acuerdos y contratos de uranio con estos países”. El informe también señalaba que otros envíos a Singapur, Malasia y Tailandia, coincidieron con la firma de acuerdos de libre comercio. “¿Por qué el Zoológico de Edimburgo tiene pandas y el Zoológico de Londres no? Probablemente, porque Escocia tiene recursos naturales en los que China quiere participar”, se preguntaba, Kathleen Buckingham, una de las autoras del estudio.

En este contexto, estos animales también han sido utilizados para todo lo contrario y han sido la vía para demostrar el descontento de Pekín con algún país en concreto. En 2010, retiró dos pandas nacidos en Estados Unidos tras enterarse el Gobierno de una reunión programada entre el entonces presidente Barack Obama y el Dalai Lama, al que Pekín no ve con buenos ojos. Otros tres ejemplares regresaron tras las tensiones entre EEUU y China durante la administración Trump, cuando se añadieron sanciones a muchas empresas chinas como Huawei.

Los datos del censo, politizados

Una de las excusas que China usa para seguir con estos programas de envío de pandas al extranjero es que se reproduzcan, con la esperanza de que las generaciones futuras pudieran ser liberadas en la naturaleza. Es decir, salvar a una especie en peligro de extinción. Los zoológicos no solo pagarían millonadas por alquilarlos, sino que, al seguir recomendaciones de crianza, ayudarían a mejorar la diversidad genética de la especie. Todo con el objetivo de que, algún día, China los devolvería a la naturaleza. Pero eso no ha salido como estaba previsto. O, al menos, es lo que dice la comunidad científica.

Casi tres décadas después, se han extraído de la naturaleza más pandas de los que han sido liberados. No solo eso, sino que la cría artificial agresiva ha herido e incluso matado a algunos de ellos. Según apunta una investigación de The New York Times, basada en más de 10.000 páginas de documentos oficiales, el programa lo que ha conseguido es crear más cachorros para los zoológicos. El trabajo apunta que las autoridades chinas han pintado de color de rosa un programa que en realidad ha fracasado. Su veredicto es que nunca se ha liberado a ningún cachorro nacido en zoológicos estadounidenses o europeos, ni a sus crías. Y que el número de pandas salvajes sigue siendo un misterio porque el recuento del gobierno chino (1.864) es erróneo y politizado.

placeholder Un panda gigante busca comida en un árbol. (Unsplash)
Un panda gigante busca comida en un árbol. (Unsplash)

El cálculo se hace aproximadamente una vez cada diez años e involucra a topógrafos, que recorren zonas forestales con dispositivos GPS y mapas —a veces con agricultores locales como guías— buscando excrementos de panda y analizando los fragmentos de bambú presentes. Observando las marcas de mordiscos son capaces de calcular un número aproximado de pandas que viven en una área determinada. Sin embargo, los investigadores de la Universidad Estatal de Michigan, que estudia el hábitat del panda en China, creen que ni la metodología empleada ni los datos son del todo fiables.

En una publicación de blog de 2010, Yu Changqing, un científico que fue asesor del proyecto, incluso criticó la forma de hacer el recuento y cuestionó su organización. Opina que se destinaron millones a gastos administrativos y se dejó de lado a los expertos. “El recuento es un asunto científico que debería haberse dejado en manos de investigadores científicos”. Mientras tanto, otras instituciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza afirman que China “no ha facilitado ninguna información que permita entender cómo han hecho esos análisis”.

Foto: Un cuidador cerca de un hipopótamo. (Unsplash)

¿Y por qué iba a mentir China? Principalmente, porque un censo de pandas toca de lleno a la política y diplomacia del país, y el resultado puede ser una barrera en muchos sentidos. Demostrar el éxito de su programa y defender que el número de pandas tiende al alza y su hábitat está creciendo puede ayudar al país a perpetuar un lucrativo negocio que se ha extendido durante décadas.

Tanto el análisis del Times como otros estudios relacionados apuntan a que los pandas involucrados en estos programas han sido anestesiados e inseminados hasta seis veces en cinco días, mucho más de lo que recomiendan los expertos, que subrayan que la cría artificial en zoológicos ha hecho poco para mejorar la diversidad genética, porque China normalmente envía al extranjero animales cuyos genes ya están bien representados en la población. Mientras los zoológicos suplican por más pandas, China se los proporciona felizmente y engrosa su bolsillo. A principios de siglo, 126 pandas vivían en cautividad. Hoy son más de 700.

La diplomacia de los pandas está llegando a su fin para disgusto de China. Hace unas semanas, un zoológico de Finlandia anunciaba que iba a devolver dos pandas gigantes chinos ocho años antes de lo previsto. ¿El motivo? Eran demasiado caros y no podían permitirse seguir alquilándolos. La noticia cobra más sentido cuando uno se entera de que el precio que pagaban por cada oso rozaba la friolera de 1,5 millones de euros al año. El régimen de Pekín lleva años enviando pandas a zoológicos de otros países para fortalecer sus lazos comerciales. Con los años, dejó de regalarlos y empezó a alquilarlos. Y ciudades como Madrid se han visto abocadas a regar al país asiático de la misma manera. Ahora la comunidad científica señala que China está falseando sus datos de osos panda y ese lucrativo negocio ha empezado a peligrar.

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