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No solo el cerebro: el resto del cuerpo también tiene memoria y puede aprender
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Grandes descubrimientos

No solo el cerebro: el resto del cuerpo también tiene memoria y puede aprender

Una reciente investigación realizada por la Universidad de Nueva York ha obtenido evidencias relacionadas con el almacenamiento de recuerdos vinculados con otras partes de nuestro organismo.

Foto: El cerebro no es el único órgano del cuerpo que dispone de memoria (Pexels/Meo)
El cerebro no es el único órgano del cuerpo que dispone de memoria (Pexels/Meo)

Uno de los elementos que más nos caracteriza a los seres humanos como especie es, indudablemente, la memoria. La capacidad de almacenar recuerdos procedentes de experiencias y vivencias pasadas nos permite, aparte de retrotraernos a situaciones anteriores de nuestra vida, aprender de ellos y actuar en consecuencia.

Dicha cualidad no sería posible sin uno de los órganos más importantes de todo nuestro cuerpo, el cerebro. Sin embargo, gracias a los avances de la comunidad científica en los últimos años, se han encontrado evidencias de que otras partes de nuestra anatomía disponen de la cualidad para retener información del pasado.

Foto: Los caballos poseen una capacidad de aprendizaje ejemplar en el reino animal (Pinterest)

Así lo ha demostrado un reciente estudio de la Universidad de Nueva York, en el que se ha comprobado que las células del riñón y del tejido nervioso son capaces de generar recuerdos, al igual que lo hacen las células cerebrales. Y es que estas pueden aprender en base a experiencias repetidas y almacenar información, lo que supone un verdadero descubrimiento sobre nuestra especie.

La memoria de nuestro organismo

Para llevar a cabo dicha investigación, los científicos utilizaron un procedimiento muy habitual en este tipo de análisis. Se trata de estudiar el material en intervalos temporales, lo que permite a los profesionales obtener resultados con mayor fiabilidad que si hubieren realizado el estudio en una única sesión.

Foto: Conocimiento para una mejor salud. (Unsplash/Victor Freitas)

Los investigadores analizaron la reacción de las células de tejido nervioso y renal, exponiéndolas a diferentes señales químicas, al igual que se suele hacer con las procedentes del cerebro. Además, estas se vieron modificadas para que generasen cierta proteína luminosa que se activaría si existiese alguna actividad de los genes encargados de la memoria.

Así fue como dichos expertos encontraron indicios de que las células no cerebrales pueden diferenciar patrones de reacciones al estar expuestos a distintas situaciones. Estos pueden suponer un avance en el futuro de las enfermedades relacionadas con la memoria del organismo para tratar el azúcar en sangre o, incluso, en diagnósticos severos como el cáncer.

Uno de los elementos que más nos caracteriza a los seres humanos como especie es, indudablemente, la memoria. La capacidad de almacenar recuerdos procedentes de experiencias y vivencias pasadas nos permite, aparte de retrotraernos a situaciones anteriores de nuestra vida, aprender de ellos y actuar en consecuencia.

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