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Un experimento muestra que las abejas se comportan como los humanos en un súper
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¿PODEMOS MANIPULARLAS?

Un experimento muestra que las abejas se comportan como los humanos en un súper

Los científicos encuentran similitudes entre la selección de flores que realizan abejas y abejorros y el comportamiento irracional de los consumidores cuando vamos de compras

Foto: Abeja en un parque. (EFE/ Vassil Donev)
Abeja en un parque. (EFE/ Vassil Donev)

El mundo de las abejas siempre ha fascinado al ser humano. Estos pequeños insectos recolectan néctar en las flores y lo transforman en la miel depositada en las celdas de los panales. A medida que los científicos han ido estudiando cada detalle del comportamiento de estos y otros polinizadores de su misma familia, han visto que es tan elaborado y complejo que parece una maquinaria perfecta. Por si fuera poco, investigaciones recientes nos dejan con la boca abierta, como su capacidad para reconocer rostros humanos. Sin embargo, hay detalles aún más sorprendentes con los que podríamos sentirnos identificados.

Claire Hemingway, investigadora de la Universidad de Tennessee (EEUU), ha llegado a la conclusión de que abejas y abejorros, cuando salen en busca de néctar y polen, toman el mismo tipo de decisiones irracionales que los humanos que van de compras. "Al trabajar con ellos en el laboratorio, resulta evidente de inmediato lo inteligentes que son estos animales", afirma en declaraciones a El Confidencial. "Aprenden y desaprenden asociaciones muy rápidamente y registran mucha información a la vez", asegura. Sin embargo, todas esas capacidades no les ayudan a tomar las mejores decisiones, aquellas que, objetivamente, les resultarían más favorables.

Foto: Imagen de la colonia localizada. (Journal of Apicultural Research)

Esta profesora pertenece tanto al Departamento de Ecología y Biología Evolutiva como al Departamento de Psicología de su universidad, de manera que ha encontrado conexiones muy significativas entre insectos y humanos. Aunque existe mucha variabilidad entre individuos y colonias, sus hallazgos revelan muchos puntos en común. Al igual que nosotros vamos al supermercado y debemos elegir entre una gran variedad de productos, las abejas tienen a su disposición campos enormes con gran cantidad de flores muy diferentes. En las dos situaciones, cada especie puede valorar la calidad y la accesibilidad.

Un ser humano en el supermercado analiza los beneficios que le puede aportar un producto, pero también su precio. ¿Qué pasa con las abejas? Ellas tienen que encontrar néctar y polen, pero estos recursos son muy variables. En cada flor, el néctar es diferente según su concentración, su volumen o la cantidad de sustancias que contiene, como la cafeína, que pueden hacerlo atractivo o desagradable para los insectos. Lo mismo sucede con la calidad nutricional del polen, que contiene proteínas y lípidos. Lo esperable en unos animales tan inteligentes es que siempre tomasen una decisión racional, pero no lo hacen.

placeholder Polinización. (EFE)
Polinización. (EFE)

El asunto está bien estudiado con respecto a los consumidores. En el supermercado, nos dejamos llevar por el aspecto exterior del envoltorio o la ubicación del producto e interpretamos el precio en comparación con otras opciones. Así, estamos dispuestos a pagar más por un vino que tenga una etiqueta elegante y aceptamos mejor el precio de un televisor si al lado nos colocan otro más pequeño y caro. De hecho, el neuromarketing lleva décadas analizando los colores, la iluminación, la música, o las tendencias y apariencias de los precios para favorecer el consumo.

Reveladores experimentos con flores artificiales

En una revisión de estudios publicada recientemente, Claire Hemingway y otros expertos llegan a la conclusión de que los polinizadores actúan de manera muy similar. Aunque son capaces de tomar decisiones sofisticadas usando una gran variedad de habilidades cognitivas, las investigaciones demuestran que, a la hora de la verdad, se centran en un solo aspecto de la recompensa que prevén obtener, de forma aislada. Uno de los pilares fundamentales es la experiencia previa. Un experimento con abejorros ya demostró hace años que estos animales rechazaban un néctar de calidad media cuando habían sido entrenados en la recolección de otro de alta calidad, mientras que lo aceptaban sin problemas si estaban acostumbrados a otros.

placeholder Abeja. (iStock)
Abeja. (iStock)

La Universidad de Tennessee ha estudiado recientemente cómo influyen aspectos sensoriales de las flores, como los aromas, los colores y las formas. Los investigadores entrenaron a los insectos para que asociaran ciertos colores de flores artificiales con la calidad de su néctar (en realidad, una solución de azúcar que manipulaban los científicos). Así, lograron que asociaran el color azul con una calidad alta. Más adelante, ofrecieron néctar de calidad media, tanto en flores azules como en amarillas. En esas circunstancias, los abejorros eligieron las amarillas. ¿Qué había pasado? Las expectativas son importantes y las azules parecían haberles decepcionado. Este comportamiento es realmente complejo, pero objetivamente no deja de ser irracional, porque tanto azules como amarillas ofrecían lo mismo.

En cualquier caso, lo más impactante es que estos estudios evidencian la gran capacidad de adaptación de estos insectos y sobre todo que, en gran medida, sus comportamientos no son innatos, sino aprendidos. "Muchos estudios han demostrado la notable capacidad de aprendizaje de las abejas en las últimas décadas. Incluso en mis experimentos, las abejas están aprendiendo a asociar el color floral específico con la recompensa de néctar", explica Claire Hemingway. "En el primer experimento, el color floral media las expectativas sobre la calidad de la recompensa y esta asociación aprendida es lo que guía el comportamiento", añade.

placeholder Flores en primavera. (EFE)
Flores en primavera. (EFE)

No todas son capaces de aprender

No obstante, los científicos aún tienen que averiguar cuál es el verdadero alcance de estas observaciones. El español Félix Torres, entomólogo de la Universidad de Salamanca y experto en abejas, considera que estos trabajos son muy interesantes, pero advierte de que los resultados no son extrapolables a todas las especies. En muchas abejas silvestres (las denominadas oligolécticas y monolécticas), "la selección de las flores sobre las que pecorear viene marcada por el proceso evolutivo por el que se han asociado casi indisolublemente a una planta concreta", afirma.

Eso significa que muchas especies carecen de esa capacidad de elección que han encontrado los investigadores estadounidenses, descrita también en otros estudios anteriores. De hecho, "estas relaciones tan estrictas entre planta e insecto son uno de los factores importantes en el proceso de declive de las abejas y de pérdida de biodiversidad", recuerda el experto.

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Abejas. (EFE)

Muchos estudios confirman la disminución global de estos animales en las últimas décadas por diversos motivos y, probablemente, sería menor si realmente todas las especies tuvieran esas extraordinarias habilidades de aprendizaje y adaptación. Por el contrario, la realidad es que, al menos en el caso de gran parte de las abejas, su capacidad para actuar en función de las circunstancias, racional o irracionalmente, "no parece ser similar a la de los abejorros al depender de factores externos que no pueden manejar, salvo por un proceso de adaptación evolutiva que llevaría mucho tiempo", comenta el experto.

¿Podemos manipular a las abejas?

De todos modos, aunque no afecten a todas las especies, conocer estos rasgos del comportamiento de algunos polinizadores puede ser extraordinariamente valioso. Los estudios de Claire Hemingway sugieren que las abejas visitan unas flores u otras en función de cuáles estén disponibles y la experiencia que hayan tenido con ellas, lo que abre la puerta a la posibilidad de manipular sus acciones. "Esto podría utilizarse estratégicamente para aumentar las visitas de las abejas hacia ciertos cultivos", apunta. Por ejemplo, "se podrían plantar flores menos atractivas junto a las que nos interesan para aumentar sus visitas". Incluso en entornos urbanos, una estrategia de este tipo podría garantizar que las distintas especies de plantas no compitan entre sí innecesariamente.

Foto: Las picaduras de abeja son más o menos dolorosa según la parte del cuerpo en que se sufran. (Corbis)

Para seguir profundizando en esta cuestión, la Universidad de Tennessee está realizando nuevos experimentos para determinar cómo las abejas evalúan recompensas variables a lo largo del tiempo. Además, "tenemos curiosidad por saber cómo toman decisiones sobre qué flores visitar cuando se enfrentan a muchas opciones", comenta la experta. Generalmente, esta situación en humanos lleva a tomar malas elecciones, pero no sabemos qué pasa con otros animales, y menos en el caso de los insectos.

Teniendo en cuenta las similitudes observadas hasta ahora con respecto al comportamiento de los humanos, otra pregunta es si esta investigación puede enseñarnos algo sobre nuestra propia especie. "¡Por supuesto!", asegura la investigadora. "Ver comportamientos similares en dos animales tan distanciados, nos sugiere que pueden ser características generales de los procesos de toma de decisiones utilizados ampliamente por muchos o incluso la mayoría de los seres vivos", afirma. De hecho, es posible que abejas y abejorros sean un buen modelo para estudiar los sesgos en la toma de decisiones.

Por el contrario, otros expertos alertan contra la tentación de sacar conclusiones precipitadas. "Quizá hay un exceso de humanización al comparar comportamientos", opina Félix Torres, porque, en realidad, "no hay racionalidad en los insectos más allá de la respuesta a estímulos y la discriminación positiva entre ellos". En cualquier caso, cree que es muy interesante estudiar los modelos de respuesta en ambos grupos. "Aún estamos en mantillas, pero se van dando grandes pasos en el estudio del comportamiento de las abejas y eso es con lo que hay que quedarse, con los avances", agrega.

El mundo de las abejas siempre ha fascinado al ser humano. Estos pequeños insectos recolectan néctar en las flores y lo transforman en la miel depositada en las celdas de los panales. A medida que los científicos han ido estudiando cada detalle del comportamiento de estos y otros polinizadores de su misma familia, han visto que es tan elaborado y complejo que parece una maquinaria perfecta. Por si fuera poco, investigaciones recientes nos dejan con la boca abierta, como su capacidad para reconocer rostros humanos. Sin embargo, hay detalles aún más sorprendentes con los que podríamos sentirnos identificados.

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