Así fue la triste vida del considerado hombre más inteligente del mundo
La historia de Willian Sidis es un ejemplo de cómo algunas veces la genialidad puede traer una maldición bajo el brazo
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El mundo de las altas capacidades es, todavía a día de hoy, un enigma para el común de los mortales. A pesar de las lagunas que aún se extienden hasta nuestros días, los expertos disponen de más recursos para realizar un diagnóstico precoz, esencial para que estas personas puedan aprovechar su potencial y relacionarse con un mundo en el que pueden llegar a sentirse incomprendidos.
El caso de William James Sidis resulta muy ilustrativo para entender esta circunstancia en unos estadios iniciales en los que la ciencia (y la sociedad) aún no estaba preparada para enfrentarse a esta condición. Considerado por muchos como la mente más privilegiada de todos los tiempos —su cociente podría situarse en torno a 200, según los métodos de evaluación actuales—, su historia refleja el lado oscuro y trágico de la genialidad.
Un niño prodigio
Con una infancia marcada por una constante estimulación intelectual a cargo de su padre, un psicólogo experto en psicosis funcionales y psicología anormal, Sidis leía a Homero en griego con tan solo tres años y, con apenas once, ingresó en la Universidad de Harvard. A pesar de estos inicios prometedores, su vida adulta estuvo marcada por la incomprensión y por una vida laboral discreta en la que buscó alejarse del foco mediático y pasar desapercibido.
Atormentado por su creciente fama y presionado por las altas expectativas que en él depositaron sus progenitores, Sidis tuvo que afrontar múltiples desafíos emocionales que acabaron mermando su salud mental y provocaron un aislamiento cada vez mayor.
Un arma de doble filo
La inteligencia puede ser un arma de doble filo que pone sobre la mesa el eterno conflicto entre la inteligencia ‘intelectual’ y la inteligencia ‘emocional’, y cómo estas no necesariamente deben ir de la mano. La vida de Sidis estuvo así marcada por un anhelo de ‘normalidad’ en constante pugna con las demandas de una sociedad fascinada con su genialidad. Así, a pesar de sus extraordinarias capacidades y su amplio bagaje académico, Sidis no pudo, finalmente, encontrar su lugar en el mundo.
A pesar de no hacer las aportaciones que de él se esperaban, sí consiguió adelantarse a su tiempo con libros como Lo animado y Lo inanimado, donde especuló sobre la existencia de universos con leyes termodinámicas inversas. Tampoco fueron desdeñables sus contribuciones al campo de la física y las matemáticas, así como a la Historia, donde llegó a realizar estudios sobre los nativos americanos.
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