Lluvias intensas en el Sáhara: un extraño fenómeno y su repercusión en España
La llegada de precipitaciones inusuales a uno de los desiertos más secos del mundo revela cambios en la atmósfera: los meteorólogos están atentos a las repercusiones
En estos primeros días de septiembre los meteorólogos están atentos a un fenómeno excepcional. El Sáhara espera un extraño e intenso episodio de lluvias: algunos lugares podrían recibir el equivalente a las precipitaciones de toda una década en un santiamén. En realidad, la cantidad total no llamaría la atención en otras zonas del planeta, pero hay que tener en cuenta que hablamos de uno de los desiertos más secos del mundo. El Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF, por sus siglas en inglés) señaló hace días la anomalía para las dos primeras semanas de septiembre, haciendo que los expertos se fijen más que nunca en lo que sucede en los cielos de África.
Mientras conversa con El Confidencial, José Luis Camacho, portavoz de la Agencia Española de Meteorología (Aemet), analiza las últimas imágenes de satélite. Aunque el episodio principal se espera a partir del domingo, a lo largo de esta semana ya se han ido observando chubascos importantes en varias ubicaciones muy distantes entre sí: en una amplia zona entre las montañas del Tibesti, al norte de Chad, y el sur de Libia; en el sur de Argelia; y, sobre todo, al norte de Tombuctú, en Malí, con un sistema que irá evolucionando para desplazarse hacia Mauritania y latitudes aún más septentrionales, como el Sáhara Occidental e incluso Marrakech (Marruecos). "Estamos ante una situación excepcional", confirma el experto. "Veremos cómo termina, pero hay que seguir monitorizándola para ver si tiene consecuencias", añade.
Hace unos días, ya se registraron inundaciones en lugares como Bamako, capital de Malí, o Niamey, capital de Níger, pero las precipitaciones intensas en la zona del Sahel no son tan raras en esta época. Habitualmente, los sistemas nubosos surgen en el corazón de África, en la zona del Nilo Blanco y la República Democrática del Congo. "Los llamamos ondas del este, porque viajan desde ahí hacia el oeste dejando precipitaciones", comenta el meteorólogo. Si se quedan bloqueadas mucho tiempo en la zona del Sahel, los daños pueden ser importantes, pero esta vez, además, se añade la anomalía de un desplazamiento al norte muy infrecuente. "Empiezan a formarse otros sistemas, pero en el desierto hay muy pocos datos y hay que tomar los pronósticos con cautela", señala el portavoz de la Aemet. En cualquier caso, ya estamos ante "una temporada de lluvias bastante peculiar".
Ricardo García Herrera, Ricardo García Herrera, catedrático de Física de la Atmósfera en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), explica que el extraño fenómeno se debe a que se ha producido "un desplazamiento al norte de la Zona de Convergencia Intertropical". Esta franja de bajas presiones y grandes masas de aire caliente y húmedo, conocida por las siglas ZCIT o ZCI, se caracteriza por la presencia de nubosidad y precipitaciones en torno al ecuador. "Entre un hemisferio y otro, se produce una convergencia de flujos que se desplaza según la estación. En verano, lo hace hacia el norte y condiciona la distribución de precipitaciones en la zona de los trópicos", afirma. Sin embargo, que penetre hasta latitudes tan septentrionales es extremadamente raro.
¿Hasta qué punto es extraordinario?
En cualquier caso, la imagen que tenemos del desierto como un lugar absolutamente inerte e inhóspito no se corresponde con la realidad. Lo cierto es que "en el Sáhara también llueve, precisamente, al final del verano", apunta Camacho, aunque "muy poco". Las cantidades son ínfimas: más de la mitad de los territorios ocupados por este desierto reciben menos de 25 litros por metro cuadrado de media en todo el año. Por comparar, una de las zonas más áridas de España, el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar (Almería), supera los 120. No obstante, "en los márgenes del Sáhara puede incluso llegar a nevar si bajan las temperaturas en mitad del invierno".
Por otra parte, "el Sáhara es enorme", comenta el meteorólogo de Aemet en alusión a los 9,2 millones de kilómetros cuadrados de un desierto que atraviesa todo el continente africano, desde el Atlántico al mar Rojo. Por eso, “cada año habrá algún episodio de lluvias fuertes en algún punto”, reconoce, "otra cosa es que afecte a esta escala". El antecedente más inmediato, según los estudios, podría estar en el año 1994. Es decir, habrían pasado 30 años desde la última vez que un gran frente de lluvias se adentró tanto en el Sáhara.
Por su parte, García Herrera ha estudiado con más detalle lo que sucede más al sur, en el Sahel, una zona afectada por el monzón de África Occidental. Frente a la ausencia permanente de lluvias en el Sáhara, en su frontera meridional se observa "mucha variabilidad", explica, con alternancia de décadas muy secas —es lo que ha ocurrido más recientemente, con resultados catastróficos para la población— y otras cargadas de precipitaciones. Por ejemplo, "A finales del siglo XIX se registraban precipitaciones de manera continuada, año tras año". En ese sentido, nada de lo que pase en el Sahel puede considerarse realmente extraordinario, pero a medida que nos alejamos del Golfo de Guinea, encontrar lluvias generalizadas es bastante más raro.
En cualquier caso, el catedrático de la UCM advierte sobre la incertidumbre de los modelos meteorológicos que anticiparon esta situación. "Tenemos que esperar a ver cuándo llueve realmente. Aunque se mantiene la previsión de precipitaciones intensas, la zona que se va a ver afectada puede ser más bastante pequeña de lo esperado", comenta analizando los últimos datos. De hecho, en un primer momento, se preveía incluso que afectara a España. En ese sentido, desde la Aemet descartan incluso que llegue a las islas Canarias. No obstante, el aire cálido y húmedo subtropical podría interactuar con sistemas procedentes del Atlántico Norte e incluso con alguna dana, pero "es un escenario teórico", apuntan.
Las consecuencias
Aunque este frente no llegue a España, los expertos consideran que una anomalía atmosférica tan cercana puede afectarnos indirectamente, aunque es difícil medir exactamente cuáles serían las consecuencias. En cuestiones atmosféricas, "todo está interrelacionado", señala García Herrera. "España se encuentra en una zona de frontera entre el régimen subtropical y el régimen de latitudes medias. Si el desplazamiento de la Zona de Convergencia Intertropical afecta a la posición del anticiclón de las Azores, puede repercutir en las precipitaciones de Canarias y de la península Ibérica", comenta.
De hecho, la relación entre el Sáhara y nuestro clima es bastante estrecha, como vemos en los episodios de calima, cuando el polvo del desierto invade amplias zonas de la península. En ese sentido, ¿puede tener algún efecto la lluvia en esas latitudes? "Al tratarte de un solo episodio, es difícil de decir", reconoce el físico de la Complutense. "Para que tengamos calima, el polvo tiene que ir desde el suelo hasta la atmósfera y luego ser transportado horizontalmente. Con la lluvia, no se produciría ese polvo, pero en unas pocas semanas puede volver, dependerá de la intensidad final, pero no creo que vaya a generar un cambio sustancial", explica. Por su parte, Camacho advierte del doble efecto que traen este tipo de tormentas con respecto al polvo. "Es curioso, porque las precipitaciones lo depositan, pero en algunas zonas estas tormentas solo traen viento, así que lo que hacen es levantarlo".
Los efectos sobre el terreno también tienen una doble lectura, positiva y negativa. Los lugares donde no se producen precipitaciones son los peor preparados para la lluvia, así que los daños podrían ser importantes, por ejemplo, donde existen construcciones de adobe (barro seco) poco preparadas para estos eventos. Ante una posible tromba, lo mismo se puede decir de animales y cultivos. En cambio, a medio plazo, el agua es una bendición en estos territorios, que pueden llenar sus acuíferos. De hecho, las lluvias esporádicas "tienen una gran importancia para estos ecosistemas", comenta el experto de la Aemet. "Uno de los efectos más curiosos es que reverdece el desierto, porque hay plantas que están esperando a que caiga el agua, es una oportunidad para que los fotógrafos saquen imágenes espectaculares", añade.
Por el contrario, otros seres vivos que se pueden beneficiar resultan una pesadilla para el ser humano: las langostas. Según los especialistas, en esta situación los ortópteros pueden poner sus huevos en un ambiente favorable y, a lo largo de las siguientes semanas, transformarse en grandes enjambres. "Históricamente, cuando ha habido estos episodios, alcanzan Canarias o en el sur de la península", señala Camacho. Aunque los países africanos y la FAO suelen combatirlas con fumigaciones, en los últimos años el problema ha ido a más y, recientemente, ha habido algunos focos en España.
Tendencias y cambio climático
Desde hace años, ante cualquier anomalía meteorológica, es inevitable preguntarse si tiene alguna relación con el cambio climático. En este caso, dado que hay antecedentes, la respuesta sería negativa, aunque con matices. "Sabemos que ocurre de vez en cuando, cada 20 o 30 años, así que esto no sería cambio climático, no hay evidencias", explica Camacho. No obstante, "en el marco de este calentamiento global debido a modificaciones en la composición química de la Tierra y, por lo tanto, con más gases de efecto invernadero, las temperaturas de base han subido, con lo cual, hay más energía disponible y los fenómenos que antes tenían una cierta intensidad, ahora pueden tener algo más", añade.
"Los estudios de atribución siempre se hacen a posteriori", destaca García Herrera, "así que no se puede saber y menos en una zona con tanta variabilidad". No obstante, sí que hay una mayor tendencia, en general, a que se produzcan anomalías atmosféricas por todo el mundo. "El cambio climático no es solo un aumento de temperaturas, lleva implícito un cambio en la dinámica de la atmósfera. Hay más energía y esto cambia los desplazamientos, vemos más eventos más extremos y cambios en muchas variables", asegura.
En cualquier caso, ¿qué pasaría si esta situación tan excepcional dejara de serlo en el futuro? Algunos expertos especulan con la posibilidad de que, en realidad, estemos ante una tendencia. Algunos estudios están detectando cambios en la Zona de Convergencia Intertropical. Además, el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) ya reveló que desde 1980 se está produciendo una expansión de las células de Hadley, fenómenos de circulación atmosférica que transportan calor y humedad a latitudes más altas y que están conectados con la ZCIT. Esto podría tener importantes repercusiones en muchos patrones meteorológicos y todo apunta a que en la península Ibérica se encaminaría hacia un clima más subtropical, es decir, con altas temperaturas y periodos prolongados de sequía, pero salpicados por episodios de fuertes lluvias.
En estos primeros días de septiembre los meteorólogos están atentos a un fenómeno excepcional. El Sáhara espera un extraño e intenso episodio de lluvias: algunos lugares podrían recibir el equivalente a las precipitaciones de toda una década en un santiamén. En realidad, la cantidad total no llamaría la atención en otras zonas del planeta, pero hay que tener en cuenta que hablamos de uno de los desiertos más secos del mundo. El Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (ECMWF, por sus siglas en inglés) señaló hace días la anomalía para las dos primeras semanas de septiembre, haciendo que los expertos se fijen más que nunca en lo que sucede en los cielos de África.
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