Una enfermedad devasta los cítricos en todo el mundo: cómo salvará España sus naranjas
Por el momento, los frutales españoles están a salvo de la bacteria 'Candidatus Liberibacter', transmitida por insectos, pero los científicos se preparan para afrontar su irrupción después de su extensión por África, Asia y América
Más que una fruta, es casi un emblema nacional. A ningún otro país se le habría ocurrido que una naranja fuera su mascota como organizador de un gran evento deportivo. España es el mayor productor de cítricos de la Unión Europea y es el sexto del mundo, pero lidera con mucha diferencia las exportaciones en fresco, copando la cuarta parte del comercio internacional. Sería inimaginable quedarnos sin este producto, pero lo cierto es que, a medio plazo, corre un grave peligro.
Una devastadora enfermedad llamada Huanglongbing (HLB), nombre procedente de su origen chino, también conocida como Greening (en inglés, enverdecimiento), está acabando con los árboles que producen cítricos en gran parte de Asia, África y América. La bacteria Candidatus Liberibacter parasita los vasos conductores de la savia y los árboles reaccionan produciendo calosa, un azúcar que los obstruye. A corto plazo, las ramas y las hojas amarillean y los frutos se vuelven amargos y deformados, haciendo imposible su comercialización. A largo plazo, naranjos, mandarinos y limoneros son inviables. Uno de los ejemplos más dramáticos de las consecuencias está en el estado de Florida, que era uno de los grandes cultivadores de naranjas en EEUU y en pocos años ha perdido un 90% de su producción.
La bacteria es transmitida por insectos de la familia de los psílidos: el asiático Diaphorina citri, mucho más eficaz para la propagación del patógeno, y el africano Trioza erytreae. Según los expertos, el comercio internacional y los cambios en el clima contribuyen a diseminar el problema. Si el mapa mundial de la enfermedad de los cítricos asusta, porque entre las grandes zonas productoras ya solo están libres Europa y Australia, el mapa de la presencia de los insectos vectores es aún más preocupante. Desde hace unos años, ya se detecta en Canarias, Galicia, la cornisa cantábrica y Portugal el psílido africano, menos preocupante, pero en 2023 se encontró el asiático en Chipre, que parece avanzar imparable desde el este. ¿Cuánto tardarán en verse afectados los árboles mediterráneos?
Estamos avisados
Leandro Peña García, experto del grupo de investigación Biotecnología de Cítricos de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), considera casi inevitable la llegada de la enfermedad a España, pero cree que los productores españoles tienen una gran ventaja, porque ya están en alerta. "Florida no le dio al problema la importancia que tenía y, cuando empezó a tomárselo en serio, la situación ya era completamente incontrolable", explica en declaraciones a El Confidencial. En cambio, la devastación de los cítricos en el sureste de EEUU sirvió de aviso para otras zonas de ese país. Ahora que la HLB también está llegando a California, los agricultores están mejor preparados. "Allí la enfermedad no se está comportando igual, y creo que en Europa también sería distinto", asegura el investigador.
En los últimos cinco años, Peña García ha estado inmerso en el proyecto europeo PRE-HLB, cuyo objetivo era informar sobre el problema, prevenirlo y, en última instancia, tratar de que su impacto sea el menor posible. Este amplio consorcio, liderado por el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP, centro mixto del CSIC y la UPV), incluía centros de investigación, universidades, consultoras y empresas privadas de seis países de la UE —España, Portugal, Italia, Reino Unido, Francia y Países Bajos— y otros tres especialmente interesados en la resolución del problema por sus inversiones en estos cultivos —Brasil, China e Israel—.
En primer lugar, los científicos se han centrado en "concienciar a los agricultores de que deben detectar y controlar el vector", es decir, los insectos portadores de la bacteria, en caso de que aparezcan. A corto plazo, la única opción es "el establecimiento de áreas de gestión sanitaria y medidas de control biológico, de manera que se pueda retrasar la diseminación del vector africano". Aunque menos agresivo que el asiático, Trioza erytreae ya está llamando a la puerta. En concreto, algunos de los lugares donde se ha detectado en el sur de Portugal están muy cerca de importantes lugares de producción de Andalucía, región que ya supera a la Comunidad Valenciana en la comercialización de naranjas.
No obstante, atajar a tiempo el problema es complicado por varios motivos. El primero es que, aunque la bacteria esté presente en los árboles, los síntomas tardan en manifestarse casi un año. Sin embargo, una vez que da la cara, la progresión es muy rápida. "La enfermedad no mata físicamente al árbol, pero lo mata económicamente, porque deja de ser rentable", comenta el investigador. Llegados a ese punto, la única solución es arrancar los ejemplares afectados. La cuestión es qué se debe hacer para evitarlo.
La compleja batalla contra los insectos y las bacterias
La lógica dice que, si la enfermedad llega a través de vectores, se podría actuar contra ellos, pero la realidad es algo más compleja. "Cada vez se utilizan menos pesticidas en la Unión Europea por sus efectos secundarios sobre otros insectos beneficiosos, como las abejas", comenta el investigador de la UPV. En Brasil, los productores han aplicado tratamientos muy agresivos en los últimos años, desde que apareció la enfermedad, y los daños en los cítricos eran limitados, pero recientemente se han disparado del 20% al 38%, lo que hace pensar a los expertos que los insectos se han vuelto resistentes a los plaguicidas.
En cualquier caso, el investigador español, que ha colaborado con colegas brasileños estrechamente en estos últimos años, considera que se puede actuar contra los psílidos en el terreno biológico, a través de "enemigos naturales"; y también de "prácticas culturales" como la aplicación de caolín, una arcilla blanca que actúa como un auténtico insecticida natural —tradicionalmente, se ha usado en otros cultivos, como la protección de los olivares frente a algunas plagas—, ya que se aplica sobre el árbol y confunde a los insectos. Otra opción sería atacar directamente a la bacteria a través de antibióticos. Sin embargo, "no es una solución sostenible a medio plazo", ya que podrían acumularse en el árbol y "afectar a la calidad de la fruta", según el experto. Como alternativa, "estamos trabajando en el uso de moléculas más pequeñas que las proteínas, conocidas como péptidos antimicrobianos, para reducir la concentración bacteriana", explica Peña García.
De todos modos, los expertos consideran que hay un elemento fundamental, también aprendido de la experiencia en otros países: resulta imprescindible aplicar las medidas en zonas amplias, al menos, comarcas enteras. Tratar de proteger fincas de forma aislada no sirve de nada por la facilidad de dispersión de los insectos y las bacterias, especialmente en el caso de España, donde predominan las explotaciones de tamaño modesto. Una investigación publicada hace unos meses en la revista científica Frontiers in Plant Science evaluó los riesgos y las variables que pueden influir en la irrupción de la HLB en la cuenca mediterránea y plantea dividir el territorio en áreas de gestión de plagas.
La adaptación genética
A pesar de todos estos esfuerzos, el investigador de la UPV tiene clara una cosa: "Solo hay una solución definitiva a largo plazo", asegura, un "programa de mejora genética para conseguir cítricos que sean resistentes a la bacteria". Los científicos implicados en el proyecto PRE-HLB, que llega ahora a su fin, están en proceso de solicitar una nueva ayuda europea para ir más allá y proponer un remedio definitivo: si no podemos eliminar la bacteria o sus vectores, cambiemos los frutales para hacerlos inmunes.
"Hemos encontrado resistencia genética en especies afines a los cítricos de Oceanía", explica en referencia a plantas como el caviar cítrico. Aunque se parece más a una lima que a una naranja, si los investigadores identifican las características genéticas clave, podrían aplicarlas en otros frutales, haciendo que fueran resistentes a Candidatus Liberibacter. En Brasil, ya hay ensayos de mejora genética en los que se están cruzando estas especies (relacionadas con los cítricos, pero diferentes) con naranjos y mandarinos.
Aunque ya están trabajando en esta idea, salvar las naranjas europeas por esta vía requiere que la UE dé luz verde definitiva a la aplicación de las técnicas de edición genética como CRISPR. Esta herramienta que permite manipular el genoma de las especies con una gran precisión, pero en Europa no se plantan estos cultivos porque, hasta ahora, se han equiparado a los transgénicos (a los que se añaden genes nuevos y que requieren pruebas muy exigentes de seguridad). El Parlamento Europeo aprobó a comienzos de este año un cambio que autorizaría las plantas modificadas con las nuevas técnicas de edición genética, pero tras las elecciones de junio, los científicos están a la espera de que se haga efectivo.
Más que una fruta, es casi un emblema nacional. A ningún otro país se le habría ocurrido que una naranja fuera su mascota como organizador de un gran evento deportivo. España es el mayor productor de cítricos de la Unión Europea y es el sexto del mundo, pero lidera con mucha diferencia las exportaciones en fresco, copando la cuarta parte del comercio internacional. Sería inimaginable quedarnos sin este producto, pero lo cierto es que, a medio plazo, corre un grave peligro.
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