Todo el mundo está hablando de estos pingüinos gays. Es el gran tabú de la ciencia
La muerte de un pingüino en Australia ha devuelto a la palestra una línea de estudio desterrada durante siglos. Los investigadores han comenzado a hablar de las ventajas evolutivas de las relaciones entre animales del mismo sexo
Millones de personas llevan pegadas a la pantalla estos días viendo vídeos de una pareja de pingüinos del mismo sexo. No es un dúo cualquiera, se trata de Sphen y Magic, una pareja de pingüinos homosexuales que saltaron a la fama hace años. Ahora ha muerto uno de ellos y las imágenes de su compañero llorando la pérdida han llenado las redes sociales, cabeceras de importantes medios internacionales y revistas científicas. Su historia no es solo enternecedora, sino que refleja un fenómeno de la naturaleza y un debate que se ha querido ocultar durante siglos, pero que ahora los científicos han empezado a investigar.
Sphen y Magic nacieron en una comunidad de pingüinos de uno de los acuarios más importantes del mundo, el Sea Life de Sídney, Australia. Su relación comenzó de la misma manera que con los humanos, con el cortejo. Los pingüinos se reverenciaban y se cantaban entre sí. Más tarde se traían guijarros elegidos con cuidado para el nido que esperaban construir juntos. "Veíamos que Magic iba a buscar a Sphen. Lo llamaba y Sphen corría hacia él y le hacía una pequeña reverencia para después cantar juntos. Se eligieron. Así de simple", relataba entonces la institución.
Cuando Sphen y Magic se unieron, Australia se encontraba en medio de una áspera batalla en torno a la legalidad del matrimonio homosexual, en la que políticos de ambos bandos sacaron a flote tensiones personales y religiosas. Estos dos pingüinos gentú (también conocidos como papúa), que ignoraban todo aquel caos político, se convirtieron poco a poco en un símbolo para el país. Tanto, que su historia de amor inspiró una edición del famoso desfile del Orgullo Mardi Gras de Sídney, se incluyó en el programa de estudios de educación de Nueva Gales del Sur e, incluso, apareció en la serie de Netflix Atypical. Incluso decenas libros hablan de ellos.
Las parejas del mismo sexo son algo frecuente entre los pingüinos, pero lo que era diferente con Sphen y Magic era cómo compartían sus deberes como padres. El acuario les dio un huevo de otra pareja heterosexual que solía tratar mal y dañar a los que había tenido a su cargo. Stephen y Magic, sin embargo, se turnaban el nido, salían a buscar comida y luego regresaban e intercambiaban los cuidados. Digamos que se dividían los roles de manera equitativa. Así adoptaron y criaron a dos polluelos con éxito: Lara en 2018 y Clancy en 2020, a quienes alimentaron y cuidaron.
Pero las malas noticias llegaron hace unos días: Sphen ha fallecido de muerte natural cuando se acercaba a su duodécimo cumpleaños. Para que su pareja procesara la pérdida, el personal del acuario lo llevó a ver a su compañero. El centro relata que inmediatamente el pingüino comenzó a cantar, seguido por la colonia entera. “La pérdida de Sphen es desgarradora. Queremos aprovechar esta oportunidad para reflexionar y celebrar su vida, recordando el ícono que fue”, señalaba el acuario en un comunicado.
No es raro que los pingüinos formen vínculos similares. Los científicos detectaron por primera vez comportamientos sexuales entre individuos del mismo sexo en estudios que datan de hace más de un siglo. De hecho, Sphen y Magic no son la única pareja de pingüinos que se ha hecho famosa mediáticamente. Otras parejas de Nueva York y España también se han convertido en padres. Electra y Viola, también pingüinos papúa, están criando un pequeño en L’Oceanogràfic en Valencia. Silo y Roy también se juntaron en el Zoológico de Central Park en 1998 y criaron un polluelo llamado Tango, que inspiró un popular libro infantil. "El comportamiento de los pingüinos en la crianza es diferente al de algunas aves. Todos ponen huevos, pero no hay una monogamia social, sino que hay una crianza colectiva. Es por eso que pueden surgir más fácilmente lazos entre el mismo sexo", explica a El Confidencial José María Gómez Reyes, investigador del EEZA- CSIC.
Una línea de estudio repudiada
Durante décadas, algunos grupos ideológicos han criticado el comportamiento sexual entre personas del mismo sexo por considerarlo antinatural. La lógica era que estos encuentros no podían dar lugar a descendencia y que, por lo tanto, no podían ser naturales ni tienen ningún beneficio evolutivo. Así, teólogos cristianos y científicos conservadores señalaron que la conducta homosexual en los humanos era incorrecta precisamente porque no ocurre entre animales. Sin embargo, las investigaciones científicas recientes sugieren lo contrario, que la "homosexualidad" se da en más de 1.500 especies. Es algo que se está estudiando ahora en profundidad tras muchos años de "censura".
Es una línea de estudio compleja. "Existe una gran dificultad a la hora de llevar a cabo investigaciones de campo para saber si un animal es de un sexo o de otro porque algunos animales, como los pingüinos, tienen características sexuales internas. Además, no siempre son animales diurnos y sociables, estudiar las aves o los invertebrados es mucho más difícil. Sin embargo, la evidencia científica que existe sugiere que este comportamiento se da en miles de especies de manera anecdótica y, en un porcentaje menor, de forma duradera, como es el caso de estos pingüinos australianos", explica Gómez Reyes.
Precisamente observando quién se apareaba con quién, un estudio descubrió que el comportamiento sexual entre bonobos (uno de nuestros parientes animales más cercanos) del mismo sexo es la regla, no la excepción. El 60 % de su actividad sexual se produce entre dos hembras. Algunos delfines también prefieren parejas del mismo sexo. Los machos forman vínculos de por vida solo con otros machos, viajando, comiendo y participando en comportamientos sexuales frecuentes con ellos, y solo abandonan su manada para copular con hembras para reproducirse. Aproximadamente el 10 % de los gansos crían un nido en tríos, con dos machos y una hembra.
Es algo que ha llevado de cráneo a algunas instituciones científicas conservadoras del pasado. La suposición de la heterosexualidad entre los animales recibió su primer revés en 1834, cuando August Kelch, un entomólogo, descubrió dos escarabajos machos manteniendo relaciones sexuales. Concluyó que tenía que tratarse de un acto de violación. Lo expresó así en una revista científica alemana: "el más grande y fuerte de los dos había forzado al más pequeño y débil, lo había agotado y conquistado". Más tarde llegaría el primer registro de sexo entre pingüinos del mismo sexo en 1911, cuando el explorador George Murray Levick descubrió lo que calificó de un comportamiento "depravado". Pero no fue hasta 1896 que alguien se atrevió a plantear lo contrario. Henri Gadeau de Kerville, otro entomólogo francés, teorizó que algunos de los chinches simplemente… lo preferían. Y claro, sus colegas le repudiaron.
Más recientemente, en los años 60, un destacado especialista en mamíferos, Valerius Geist, se percató de que en los borregos cimarrones que estudiaba había relaciones homosexuales frecuentes, pero evitó publicar sus hallazgos porque le avergonzaba que "esas magníficas bestias fueran ‘maricones’". Años después cedió y admitió que los carneros vivían en una sociedad principalmente homosexual.
Un fenómeno evolutivo desconocido
Según algunos estudios más recientes, el valor adaptativo de la conducta sexual no siempre es solo para reproducirse. En animales como los bonobos y los delfines, por ejemplo, la "homosexualidad" ayuda a establecer vínculos sociales o a forjar alianzas. Los chimpancés machos lo hacen para reconciliarse después de las peleas. Gómez Reyes y otros colegas científicos redactaron un estudio hace un año que precisamente trata sobre este fenómeno, sobre cómo la homosexualidad podía ser una ventaja adaptativa y cómo había surgido de forma independiente en distintos linajes. Pero, sobre todo, cómo el comportamiento homosexual en mamíferos es más frecuente en las especies más sociales.
"Lo que hicimos fue recopilar información de estudios de campo e intentar analizar la prevalencia de ese comportamiento con potenciales variables explicativas. Encontramos que había algo que lo relacionaba significativamente con la sociabilidad. Eso está en concordancia con la idea de que este comportamiento sirve para reforzar los vínculos sociales. La otra variable que se vio fue que se redujeron los comportamientos violentos y se incrementaron los lazos sociales. Eso podría significar que también aumentan las probabilidades de reproducirse y, por tanto, un comportamiento evolutivo", apunta el experto a este diario.
En los animales sociales, la lógica es que la homosexualidad completa no produciría descendencia, pero la heterosexualidad completa también podría ser limitante por no producir suficientes lazos afectivos. Una mezcla ampliaría el número de padres por cría, lo que aumentaría su capacidad de supervivencia. Es lo que otros biólogos han resumido como la "ventaja bisexual". Aún se trata de una línea de estudio muy poco explorada, pero no hay duda de que este comportamiento es una adaptación que juega un papel importante en las relaciones sociales en la naturaleza. Hoy todos hablan de los pingüinos gays de Australia y casi nadie entiende por qué.
Millones de personas llevan pegadas a la pantalla estos días viendo vídeos de una pareja de pingüinos del mismo sexo. No es un dúo cualquiera, se trata de Sphen y Magic, una pareja de pingüinos homosexuales que saltaron a la fama hace años. Ahora ha muerto uno de ellos y las imágenes de su compañero llorando la pérdida han llenado las redes sociales, cabeceras de importantes medios internacionales y revistas científicas. Su historia no es solo enternecedora, sino que refleja un fenómeno de la naturaleza y un debate que se ha querido ocultar durante siglos, pero que ahora los científicos han empezado a investigar.
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