“Murió en agonía”: esta momia tiene 3.500 años y parece sacada de una película de terror
La "momia que grita" se había vuelto muy popular por su parecido con el protagonista de la obra más conocida de Edvard Munch. Un equipo de científicos ha conseguido resolver el misterio
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En 1935, una expedición de arqueólogos financiada por el Museo Metropolitano de Nueva York encontró una momia que, durante casi 90 años, ha causado misterio e inquietud entre quienes la observaban. Hablamos, cómo no, de la popularmente conocida como “la momia que grita”, cuyo rictus recuerda al protagonista del cuadro El Grito de Edvard Munch. El cuerpo embalsamado fue encontrado en el árido paisaje de Deir el Bahari, en los alrededores de Luxor (la antigua Tebas) y cerca del Valle de los Reyes.
La momia, que fue una mujer que vivió en Egipto hace 3.500 años, se encontraba en la tumba de Senenmut, que fue arquitecto y supervisor de las obras reales (y amante de la faraona Hatshepsut). En concreto, dentro de una cámara funeraria que, en principio, estaba dedicada a su madre y a otros parientes no identificados, a la que solo se podía acceder a través de su sepultura.
Egyptian mummy with screaming expression ‘may have died in agony’, say researchers https://t.co/CgluG4zpPD
— The Guardian (@guardian) August 2, 2024
Nueve décadas después de su descubrimiento, el misterio de la expresión facial de la “la momia que grita” ha sido desvelado. Lo han conseguido los doctores Sahar Saleem y Samia El-Merghani, profesores de radiología en la Universidad de El Cairo. Las conclusiones a las que han llegado se pueden encontrar en un reciente artículo publicado en la revista Frontiers in Medicine.
Una muerte terrible
Los científicos de la Universidad de El Cairo recurrieron a pruebas de última generación, como es el caso de la tomografía computarizada. A través de estas técnicas descubrieron que la mujer fue embalsamada sin retirar previamente sus órganos, lo que hasta ahora se consideraba como una práctica de poca calidad reservada a las familias menos pudientes. Sin embargo, la momificación fue realizada con un cuidado excepcional, empleando materiales muy costosos como el incienso y la resina de enebro.
El equipo liderado por Sahar Saleem ha determinado que la aterradora expresión facial de la momia se debe a un raro fenómeno conocido como espasmo cadavérico o rigor mortis instantáneo. Este proceso, asociado a muertes violentas o extremadamente dolorosas, provoca una rigidez muscular inmediata que “congela” los músculos en el momento del fallecimiento. Esto explicaría por qué la momia mantiene su boca abierta, dando la impresión de estar emitiendo un grito de agonía.
Esta investigación también ha revelado que “la momia que grita” tenía alrededor de 48 años en el momento de su fallecimiento y que padecía artritis. También había perdido varios dientes a lo largo de su vida. Eso sí, la causa exacta de su muerte sigue siendo un enigma, ya que las pruebas realizadas no encontraron evidencias claras de traumas físicos o enfermedades fatales que pudiesen haber causado el deceso.
Desde luego, este estudio añade una pieza más al rompecabezas arqueológico del Antiguo Egipto. Conviene recordar que esta momia no es un caso aislado, ya que existen otras que poseen expresiones faciales similares. El ejemplo más conocido lo ofrece el príncipe Pentawere, quien fue implicado en un complot para asesinar a su padre, el faraón Ramsés III.
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En 1935, una expedición de arqueólogos financiada por el Museo Metropolitano de Nueva York encontró una momia que, durante casi 90 años, ha causado misterio e inquietud entre quienes la observaban. Hablamos, cómo no, de la popularmente conocida como “la momia que grita”, cuyo rictus recuerda al protagonista del cuadro El Grito de Edvard Munch. El cuerpo embalsamado fue encontrado en el árido paisaje de Deir el Bahari, en los alrededores de Luxor (la antigua Tebas) y cerca del Valle de los Reyes.