¿De dónde vienen tus apellidos? La respuesta está en las lápidas de un cementerio de Lugo
Casi nadie sabe tirar de la historia de su familia más allá de los tatarabuelos, pero la matemática Mª José Ginzo ha desarrollado una forma de saberlo, gracias a la estadística avanzada y el camposanto donde yacen sus abuelos
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Un día, la matemática María José Ginzo propuso a sus padres y hermanos pasar las vacaciones en A Pontenova, el municipio (2.191 habitantes) de Lugo donde nacieron sus abuelos. Una vez allí, se encaminaron cada día al cementerio de la localidad armados con papel y bolígrafo con una misión: revisar cada lápida, anotando los apellidos y la fecha de nacimiento y muerte de cada vecino. Ginzo tenía una idea en mente, y no había mejor material de trabajo para ponerla a prueba. "Me trataron un poco de loca", confiesa la investigadora a El Confidencial. "Pero fuimos, lo hicimos y lo pasamos todo a un Excel".
Su impulso inicial fue satisfacer una curiosidad que tuvo desde pequeña. "Siempre me llamó la atención de que en un lugar tan pequeño hubiera diferencias entre los apellidos de los núcleos de población en función si vivían a la izquierda o la derecha del margen del río Eo", explica la investigadora a El Confidencial. Esto era palmario en el momento en que fallecía alguien. "Mis abuelos veían una esquela y por el apellido ya identificaban si la persona que había fallecido estaba a la izquierda o la derecha del río, y en función de eso decidían si iban o no al funeral: simplemente por proximidad".
Ginzo empleó para su tesis doctoral ciertas técnicas estadísticas, que hasta entonces solo se usaban en epidemiología, para poder predecir la posibilidad de un apellido concreto en un punto geográfico determinado. Su obra, Técnicas estadísticas en geolingüística. Modelización onomástica, ha sido muy celebrada en el campo de la antroponimia —ha ganado recientemente el Premio a la Mejor Tesis Doctoral en Humanidades Digitales concedido por la Fundación BBVA— porque, al liberar la biblioteca de los métodos desarrollados en código abierto, permitirá que cualquier interesado pueda aplicarlos a la historia de sus propios apellidos o a los de cualquier región.
Hoy, el estudio de los apellidos se hace básicamente en dos dimensiones. Gracias al Instituto Nacional de Estadística, podemos saber qué apellido es más común entre los residentes o nacidos en una provincia española. Esto ya revela algunas pistas interesantes. Por ejemplo, sabemos que en las provincias donde el apellido Martín es más habitual, el apellido Martínez escasea y viceversa.
Pero no deja de ser una imagen estática. El trabajo de Ginzo, continuado con sus compañeros de la Universidad de Santiago de Compostela, introduce una tercera dimensión, el tiempo, para indagar en cómo las poblaciones que llevaban un determinado apellido a la espalda se han ido distribuyendo geográficamente a lo largo de las décadas.
"Por ejemplo, en Galicia, con el proceso de urbanización que hubo a finales de los años 60 mucha gente se fue a vivir de los núcleos más rurales a las grandes ciudades", explica Ginzo. Trataron de demostrar cómo había afectado a los apellidos. "Las personas arrastramos los apellidos y, efectivamente, vimos que eso se apreciaba en los datos: en zonas como Santiago o Vigo aparecieron de repente apellidos superrurales, que estaban concentrados en zonas muy alejadas de estas ciudades".
La matemática suele ofrecer asesoramiento académico a distintos departamentos de la universidad, de ahí que las publicaciones en las que participa abarquen temas tan distintos como el riesgo de incendios o la geolocalización de las mujeres en riesgo de violencia de género. En este caso, la chispa que lo inició todo fue la visita de unos investigadores del Instituto da Lingua Galega. "Tenían datos sobre apellidos y habían revisado mucha literatura sobre las fórmulas matemáticas a aplicar", explica Ginzo. "La tarea era simplemente programar aquellas fórmulas y relacionar los resultados con todo lo que obtuvieron los investigadores". Una cosa llevó a la otra y, de repente, esta profesora universitaria se vio inmersa en toda una tesis doctoral sobre el tema... y en el cementerio del pueblo de sus abuelos.
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"Lo que quería saber era si en cada una de las parroquias", las divisiones administrativas que hay por debajo del nivel del concello (municipio) gallego, "había un apellido que dominara de alguna manera". Solo en A Pontenova existen 11 parroquias, pero para la investigadora, analizar las cosas a este nivel "permite un análisis un poco más micro", explica Ginzo. Y ahí es donde empezaba la magia. "Por este proceso empezamos a ver los apellidos moverse", señala
Un ejemplo muy concreto es el apellido Outumuro, popularizado sobre todo por el veterano fotógrafo Manuel Outumuro (Ourense, 1949). "Es un apellido superlocal de un núcleo de la provincia de Orense", dice Ginzo. "Ahí están la mayoría de las personas que llevan ese apellido, que ahora vemos cómo aparece en la ciudad de Vigo, que como municipio más grande de Galicia es un foco atractor, no solo de habitantes de sus alrededores, sino también de habitantes de la provincia de Orense; entonces empieza a aparecer allí y, de alguna manera, a desaparecer de estos núcleos".
Para un análisis completo de estos fenómenos no basta con el análisis numérico, con el que "llegas a donde llegas", sino que el trabajo debe ser complementado con otras investigaciones en historia o geografía para poder ser comprendido. ¿Coincide el movimiento de un apellido concreto con el traslado masivo de la ciudad al campo, o quizá con el hecho de que el pueblo tuviera un apeadero en el tren a la capital?
La estadística avanzada, dice Ginzo, "es como el exprimidor que se usa para convertir una naranja en zumo", pero siempre es necesaria la interdisciplinariedad para comprender del todo el movimiento de los apellidos por el territorio. "Colaborar con otros investigadores te ayuda a entender la lógica detrás de los datos", dice Ginzo.
Apellidos y dialectos
¿Por qué un apellido acaba decantándose hacia un lado u otro del mapa? Intuitivamente, parecería lógico fijarse en la orografía, los accidentes geográficos como cordilleras o ríos, o las fronteras. Pero pronto acabó apareciendo una nueva frontera, invisible a vista de satélite: la de los dialectos, que en muchos sitios es lo que determina que exista una mayor concentración de un determinado apellido.
Al realizar un análisis clúster, o en otras palabras, "una agrupación para obtener los municipios que se parecen más entre ellos" basándose en los apellidos que había en cada concello gallego, Ginzo obtuvo un mapa que, efectivamente, "agrupaba como similares a municipios que estaban cerca". Sin embargo, ¿tenía esto algún sentido desde el punto de vista onomástico? ¿Cuál era el factor que hacía que un apellido concreto se extendiera hacia un municipio y no otro cercano?
El estudio muestra que los apellidos se trasladan por zonas con la misma variedad dialectal y hacia focos atractores, como las grandes ciudades
El lingüista Xulio Sousa, del Instituto da Lingua Galega, señaló que, a diferencia de otros territorios, la clave aquí estaba en las diócesis. Más allá de provincias, concellos o parroquias, Galicia está repartida en siete diócesis (Santiago de Compostela, Tuy, Vigo, Orense, Lugo, Mondoñedo y Ferrol) desde tiempos inmemoriales, una división que también "está relacionada con todos aquellos asentamientos en tribus que había primitivamente", explica Ginzo. Este fue el factor que vertebraba los apellidos originalmente. Hoy ya no, porque "antes solo te podías relacionar con la gente de tu alrededor, pero con las comunicaciones ha cambiado todo", añade la matemática.
El método también demostró que, en otros lugares como Asturias, los apellidos están concentrados en torno a las variedades del asturiano: gallego, central, oriental y occidental. "Después probamos con los datos de apellidos de Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares, donde se habla fundamentalmente en idioma catalán, pero donde también tienen sus variedades dialectales, y allí los agrupamientos de apellidos también coincidían con las actuales divisiones de variedades de catalán", afirma Ginzo.
Al emplear por primera vez, para este fin, métodos bioestadísticos avanzados que hasta entonces permanecían vinculados a la epidemiología o la genética, estos investigadores equiparaban los apellidos a enfermedades contagiosas. "No es exactamente lo mismo, pero se parecen mucho en el sentido de que hay que exponerse a un apellido para contraerlo, ¿y cómo contagias un apellido? Al pasarlo de padres a hijos", dice Ginzo. "Entonces aplicamos esos modelos para ver hasta dónde llegarían estos apellidos, porque ahora sé dónde están localizados, pero quiero ver hasta dónde llegarían en un futuro teniendo en cuenta desde grandes focos atractores como las ciudades, o utilizando también herramientas de ecología para medir la biodiversidad de esa especie concreta que es un apellido".
Un día, la matemática María José Ginzo propuso a sus padres y hermanos pasar las vacaciones en A Pontenova, el municipio (2.191 habitantes) de Lugo donde nacieron sus abuelos. Una vez allí, se encaminaron cada día al cementerio de la localidad armados con papel y bolígrafo con una misión: revisar cada lápida, anotando los apellidos y la fecha de nacimiento y muerte de cada vecino. Ginzo tenía una idea en mente, y no había mejor material de trabajo para ponerla a prueba. "Me trataron un poco de loca", confiesa la investigadora a El Confidencial. "Pero fuimos, lo hicimos y lo pasamos todo a un Excel".