De Las Tablas a la Albufera: los otros Doñana en estado crítico de los que casi nadie habla
La inmensa mayoría de los humedales están en un estado similar o peor al de Doñana, sin agua, acorralados por la agricultura y agonizando ante el cambio climático
Pocas veces los espacios naturales han protagonizado la agenda política, pero el inicio de la tramitación de una proposición de ley en el Parlamento andaluz para ampliar los regadíos de Doñana ha desatado una tormenta sin precedentes. El Gobierno visibiliza su oposición a la medida con una visita de Pedro Sánchez, Bruselas amenaza con multar a España si se legalizan más riegos y los científicos alertan de que la situación del Parque Nacional es agónica porque la falta de agua está provocando la desaparición de las lagunas. Está claro que Doñana es una joya de la biodiversidad realmente única, pero ¿su situación también lo es? Lo cierto es que la mayoría de los humedales españoles se encuentran en un estado preocupante que no tiene eco mediático.
El informe Humedales Ramsar en España: en alerta, de 2022, es revelador. La Convención de Ramsar es un tratado internacional para la conservación de humedales e incluye 75 enclaves españoles. Este documento, elaborado por SEO/BirdLife examina la situación de 61 de ellos y llega a la conclusión de que la situación de conservación es preocupante en el 85% de ellos: el 18% presenta un estado "moderado"; el 29%, "pobre", y el 38%, "muy pobre". Solo el 15% estaría en buen estado. Los problemas con la gestión del agua amenazan al 60% de ellos, y la agricultura tiene un efecto negativo sobre el 38%.
La situación es particularmente grave en otro Parque Nacional, el de Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real), el único espacio natural español, además de Doñana, que está incluido en el Registro de Montreux, una lista de humedales de importancia internacional también derivada de la Convención de Ramsar que está compuesta por aquellos en los que "se hubieran producido, se estuvieran produciendo o pudieran producirse modificaciones en las condiciones ecológicas". Al formar parte de este listado, se puede obtener apoyo técnico y financiero internacional. El informe Situación actual y perspectivas de conservación y restauración de los humedales españoles hasta 2030, publicado en 2021 por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se marcaba como objetivo para 2025 sacar de esta lista a los dos enclaves españoles. Visto lo visto, está claro que no será así.
Datos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), indican que desde 2014 hasta la actualidad Las Tablas ha perdido más de 1.000 hectómetros cúbicos. De hecho, el descenso del nivel freático registrado es de 11,2 metros. Solo entre marzo de 2022 y marzo de 2023 se ha producido un descenso medio de 1,1 metros. El Parque Natural se vacía a un ritmo que supera los 125 hectómetros cúbicos cada año, pero no es ningún misterio: llueve menos (en los últimos años, solo la temporada 2017-2018 ha sido húmeda) y se extrae más agua, según el IGME-CSIC. Las interacciones entre el agua subterránea y el agua superficial convierten a este ecosistema en un lugar único en el mundo, pero está agonizando.
El estado de este humedal ya es tan desesperante que un grupo de científicos ha elaborado un manifiesto, firmado por 511 profesores e investigadores de todo el mundo, en el que piden soluciones urgentes y radicales. "El Gobierno debe tomar una decisión política: restaurar o abandonar para siempre el principal humedal del interior de la península ibérica", afirma una carta que acompaña al documento, con fecha del pasado 15 de marzo, y que va dirigida al presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez; a la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, y al presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García-Page. Curiosamente, solo hay dos parques nacionales cuya gestión no está transferida a las comunidades autónomas: Las Tablas de Daimiel y Cabañeros, los dos castellanomachegos.
"Peor que Doñana"
"La situación de Las Tablas de Daimiel es peor que la de Doñana", afirma en declaraciones a El Confidencial Salvador Sánchez Carrillo, investigador del departamento de Biogeoquímica y Ecología Microbiana del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN, centro del CSIC) y promotor del manifiesto. En su opinión, el momento que está atravesando ahora el Parque Nacional situado en Andalucía lo sufrió el humedal manchego hace ya más de 30 años. "A finales de los 80 y principios de los 90, Las Tablas ya padecía la sobreexplotación del agua del acuífero, con extracciones para la agricultura, y una reducción de las precipitaciones", explica.
Desde entonces, los avances han sido mínimos, no se ha recuperado el acuífero y existen "graves problemas en el ecosistema", así que los expertos reclaman ahora inyectar agua del trasvase Tajo-Segura de forma urgente, tal y como permite la ley cuando "no se cumplen las condiciones ecológicas". Hay dos opciones para hacerlo. La primera, utilizada anteriormente, es derivarlo a través del arroyo que llega hasta el río Gigüela y que este lleve el agua hasta el Parque. Esto tiene el inconveniente de que todo está seco y "se perdería mucha agua hasta Las Tablas". Los científicos tienen datos de que el rendimiento es bastante bajo en estas condiciones. La segunda posibilidad es la Tubería Manchega, que se construyó en 2009 con carácter de urgencia y que sofocó los incendios de turba del subsuelo que sufría el espacio natural en aquellos momentos. "Esta infraestructura se construyó para mandar agua potable al entorno de Ciudad Real y se podría aprovechar sin necesidad de realizar una inversión elevada, porque está disponible", opina el investigador del CSIC.
¿Por qué no se hace? Los expertos consideran que los equilibrios políticos son delicados en casos como este. "El ministerio es contrario a los trasvases y los científicos tampoco somos partidarios si se llevan a cabo de manera continua, como se está haciendo para mantener la agricultura en la zona del Segura, pero entendemos que hay ciertas situaciones excepcionales. En el caso de Las Tablas, ha perdido su funcionalidad ecológica por el agua que ha ido destinada a otro sector, el de la agricultura, así que parece de recibo asegurar la calidad ecológica por esta vía".
No obstante, "los agricultores no tienen la culpa", aclara Salvador Sánchez Carrillo, "ellos ya hacen muchos esfuerzos, pero la política agraria que se está implementando no es la adecuada, desde nuestro punto de vista, ni está enfocada a resolver el problema a largo plazo". La impresión de los expertos es que los políticos se ponen de perfil a la hora de tomar decisiones en ecosistemas complejos en los que chocan diferentes intereses. "La agricultura tiene mucho peso en la región, sobre todo desde el punto de vista sociológico, porque desde el punto de vista económico habría que hacer una evaluación detallada de cuál es su contribución, pero nadie quiere enfrentarse a ese sector", añade.
Un panorama desolador en todo el país
El resultado es que tres décadas después de la declaración de sobreexplotación del acuífero de Las Tablas "algo estamos haciendo mal, porque la situación sigue igual en un espacio que tiene las máximas figuras de protección posibles", comenta el investigador en referencia a las de Parque Nacional y Reserva de la Biosfera, entre otras. "Así que imagina cómo están los humedales que no tienen este nivel de protección". Pero no hay que imaginar mucho, sino más bien acudir a los hechos. Los científicos que monitorizan el estado de estas zonas no tienen buenas noticias.
Según el investigador del CSIC, el informe de SEO/BirdLife se centra en indicadores relacionados con las aves, pero, observando otro tipo de parámetros ecológicos, la situación del conjunto de los humedales españoles es todavía peor. En muchos casos, el problema se centra en la falta de agua. En otros, la hay pero está contaminada, como ocurre con el Mar Menor, en Murcia. Finalmente, también se dan situaciones en las que convergen los dos problemas, de manera que en los años más húmedos las aguas tienen muy baja calidad. La Albufera de Valencia, el delta del Ebro o las Lagunas de Ruidera son algunos de los espacios emblemáticos más deteriorados por diversos motivos.
Solo se libran los humedales ubicados en zonas de alta montaña, que "no sufren el impacto tan directo del uso del suelo en su entorno", ya que en estas zonas no les afecta la explotación agrícola, aunque sí comienzan a padecer los estragos del cambio climático. Algunos modelos predicen que en la península ibérica las precipitaciones pueden disminuir un 25% para 2050. "Es alarmante, los recursos acuáticos deberían ser una prioridad", pero "están en condiciones lamentables desde el punto de vista ecológico", señala el experto.
Qué estamos perdiendo
"¿Estaríamos dispuestos a perder el Museo del Prado, que tiene un valor cultural incalculable? Pues esto es lo mismo", afirma el investigador del CSIC. Sin los humedales "perdemos un acervo natural irrepetible, porque para que un ecosistema se desarrolle con sus características actuales han tenido que pasar miles de años, a veces millones, desde el punto de vista geológico y biológico", añade. A veces, nos llaman más la atención las aves o los mamíferos, pero también hay un gran valor en lo menos visible, como la microbiología.
Los servicios ecosistémicos que genera un espacio natural son muy importantes a nivel local, pero también tienen un efecto global, sobre todo en el caso de los humedales, para la mitigación del cambio climático a través de la captura del CO₂, que se acumula en los sedimentos a largo plazo. Sin embargo, cuando se secan ocurre lo contrario: el carbono que han almacenado durante miles de años se transporta hacia la atmósfera, perdiendo su función ambiental y generando un efecto nocivo.
Los científicos recuerdan que es más fácil, barato y eficaz conservar que tratar de recuperar posteriormente, aunque hay algunos proyectos que han tratado de hacerlo en las últimas décadas, como las Lagunas de Boada y de la Nava de Fuentes, en Palencia, parte del antiguo humedal conocido como Mar de Campos. Desecadas en el siglo XX para aumentar la superficie agrícola de Tierra de Campos, ahora se busca revertir el proceso, aunque nada será exactamente lo mismo. "Cuando un ecosistema desaparece es imposible restaurarlo a sus condiciones originales porque no existe el contexto socioeconómico que lo hizo posible", señala Sánchez Carrillo.
Pocas veces los espacios naturales han protagonizado la agenda política, pero el inicio de la tramitación de una proposición de ley en el Parlamento andaluz para ampliar los regadíos de Doñana ha desatado una tormenta sin precedentes. El Gobierno visibiliza su oposición a la medida con una visita de Pedro Sánchez, Bruselas amenaza con multar a España si se legalizan más riegos y los científicos alertan de que la situación del Parque Nacional es agónica porque la falta de agua está provocando la desaparición de las lagunas. Está claro que Doñana es una joya de la biodiversidad realmente única, pero ¿su situación también lo es? Lo cierto es que la mayoría de los humedales españoles se encuentran en un estado preocupante que no tiene eco mediático.
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