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El covid sigue vivo: 380 expertos mundiales muestran cómo acabar con la pandemia
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¿CERCA DEL FINAL?

El covid sigue vivo: 380 expertos mundiales muestran cómo acabar con la pandemia

Un panel internacional liderado por el ISGlobal de Barcelona publica en 'Nature' un artículo de consenso con recomendaciones para avanzar hacia una solución definitiva

Foto: Prueba de covid en Shanghai. (EFE EPA ALEX PLAVEVSKI)
Prueba de covid en Shanghai. (EFE EPA ALEX PLAVEVSKI)

Ya nadie habla de incidencia acumulada ni cuenta las muertes. Aunque parezca que han pasado siglos, hace pocos meses las cifras del covid abrían telediarios y marcaban el ritmo de nuestras vidas, porque podían condicionar la aplicación de restricciones. Todo aquello se fue diluyendo como un azucarillo y, a día de hoy, no parece preocupar a la mayoría de la sociedad, aunque quedan resquicios como el uso de mascarillas en el transporte público y espacios sanitarios o la recomendación de que las personas vulnerables se sigan vacunando. No obstante, algunas preguntas y ciertos debates siguen siendo los mismos. ¿Es necesario mantener algunas medidas? ¿Hay grupos de población que siguen en riesgo? ¿Estamos protegidos frente a nuevas variantes? ¿Están llegando las vacunas, al fin, a todos los países? En definitiva, la pregunta es si debemos dar por enterrada la pandemia o es todavía es parte de nuestras vidas.

Lo cierto es que el virus SARS-CoV-2 sigue circulando con fuerza, pero un artículo que acaba de publicar la revista 'Nature' analiza cómo acabar definitivamente con el covid como amenaza para la salud pública. Liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), este trabajo ha recogido las aportaciones de un panel compuesto por 386 expertos de diversos campos y procedentes de 112 países. El resultado es un conjunto de 41 declaraciones y 57 recomendaciones en seis áreas principales: comunicación, sistemas de salud, vacunación, prevención, tratamiento y atención, y desigualdades. El análisis recoge cómo las medidas preventivas, las vacunas y los tratamientos han frenado la pandemia, pero pone el foco en lo que queda por hacer y que debería servir para futuras crisis sanitarias globales: la información errónea, la desigual distribución de las dosis y ausencia de una coordinación entre países lastran la respuesta.

Foto: Foto: G. Fuentes (Reuters)

Los autores consideran que la amenaza para la salud global continúa. Las cifras oficiales registran 630 millones de casos y más de 6,5 millones de muertes en todo el planeta, pero el número real de fallecimientos se estima en más de 20 millones. No obstante, tampoco se puede subestimar el daño indirecto: los retrasos en el diagnóstico y tratamiento de millones de pacientes con cáncer y enfermedades crónicas o el covid persistente son los mejores ejemplos. Por otra parte, el virus también sigue acumulando mutaciones que, al menos en teoría, son susceptibles de mejorar su capacidad para evadir la inmunidad previa.

“Hay mucha gente que da por terminada la pandemia, pero aunque estemos en una situación privilegiada en relación a cómo hemos estado antes, sigue siendo un peligro de salud pública a nivel global”, afirma Quique Bassat, epidemiólogo del ISGlobal, en declaraciones a Teknautas. Por eso, “creímos que tenía sentido discutir y consensuar una serie de recomendaciones no solo para que el covid deje de ser gran problema, sino también para que estemos mejor preparados para lo próximo que pueda llegar utilizando el conocimiento generado en estos últimos tres años”, afirma.

placeholder Camarero con mascarilla. (EFE)
Camarero con mascarilla. (EFE)

El estudio emplea el método Delphi, una técnica estructurada que propone una serie de preguntas a un amplio grupo de expertos para sintetizar las conclusiones en forma de declaraciones y recomendaciones. El objetivo es llegar a un nivel de acuerdo suficientemente grande para que se considere que hay un consenso en determinadas materias. En este caso, han participado más de 180 organizaciones a través de investigadores, sanitarios y asesores gubernamentales, entre otros, con la intención de ofrecer soluciones que se puedan implementar, como mucho, en unos pocos meses. “No ha sido un esfuerzo menor, hemos tenido seis rondas de discusión y otras tres sobre los consensos”, comenta Bassat, hablando de un proceso que ha durado casi un año.

La incomprensible disparidad entre países

Los expertos consideran que la investigación sobre las causas de la enfermedad y el curso de la infección, así como la experiencia en la implementación de medidas durante casi tres años han proporcionado suficientes datos y herramientas como para tomar decisiones basadas en evidencias científicas. Sin embargo, "cada país ha respondido de forma diferente, y a menudo inadecuada, lo que se debe en parte a una considerable falta de coordinación y de objetivos claros", afirma el coordinador del estudio, Jeffrey Lazarus, jefe del grupo de investigación en Sistemas de Salud y codirector del Programa de Infecciones Víricas y Bacterianas de ISGlobal.

“Muchas de las recomendaciones del estudio tienen que ver con cómo el mundo ha respondido de manera muy desigual y poco equitativa a la emergencia mundial, es algo que hay que tener en cuenta para el futuro”, señala Bassat. Según los expertos, la manida frase de que “solo estaremos a salvo cuando todos estemos a salvo” es un hecho. “Tenemos que ir más allá de nuestras fronteras e intentar conseguir que las respuestas tengan en cuenta a los más vulnerables y a los menos agraciados por las medidas de prevención, que son los que siempre sufren más”, advierte el epidemiólogo. “Que nosotros hagamos una cosa, Francia haga otra y Portugal otra distinta dice poco de cómo nos hemos alineado durante la pandemia, incluso tres años después. Sería todo más fácil si las recomendaciones se realizaran a nivel global”, comenta el experto.

placeholder Vacunación. (EFE)
Vacunación. (EFE)

El problema es que ni siquiera dentro de un mismo país y de un mismo gobierno existen los consensos necesarios. Por eso, el panel señala específicamente la necesidad de coordinación entre ministerios para “identificar, revisar y abordar la resiliencia de los sistemas de salud” y hacerlos más sensibles a las necesidades de las personas. Asimismo, el compromiso debería concernir también a quienes están en la oposición y, además, es imprescindible un enfoque que englobe a toda la sociedad para que no se fragmenten los esfuerzos de diferentes disciplinas, sectores y actores.

Casi todas las recomendaciones que recoge el estudio llegaron a un acuerdo del 99% entre los expertos. Entre ellas, comunicar de manera eficaz con el público, recuperar la confianza pública y fomentar la participación de las comunidades en la gestión de la respuesta a la pandemia. Sólo seis recomendaciones tuvieron más de un 5% de desacuerdo, entre ellas la que propone incentivos económicos para hacer frente a la indecisión sobre las vacunas o un enfoque basado en síntomas para diagnosticar la enfermedad en entornos con poco acceso a las pruebas.

Las vacunas como pilar fundamental, pero no único

Uno de los ejemplos más importantes acerca de la disparidad de criterios a pesar de las sólidas evidencias científicas está en las vacunas. “Hay diferencias que no tienen mucho sentido a día de hoy, como estar debatiendo a quién le damos la cuarta dosis cuando hay países que la tienen a libre disposición para cualquier adulto”, apunta Bassat. “Tenemos bastantes evidencias de lo que aportan estas segundas dosis de refuerzo, están publicadas”, afirma. No obstante, reconoce que “hay un cierto grado de interpretación sobre a quién va a beneficiar más y de si es necesario priorizar a determinadas poblaciones o no”.

En ese sentido, considera que España ha sido bastante coherente a la hora de plantear cuáles debían ser los grupos de población prioritarios. Sin embargo, según el experto del ISGlobal, esta estrategia aún responde a una fase inicial en la que estaba presente el miedo a no tener vacunas suficientes. En cambio, a estas alturas “no entiendo por qué no todos podrían estar beneficiándose de recibir esa segunda dosis de refuerzo”, como ocurre en otros países. El equilibrio entre la opinión y la interpretación de algunos datos es frágil, reconoce, “pero a estas alturas tenemos suficiente información como para que nosotros sigamos el mismo patrón”.

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Mascarilla para subir al autobús. (EFE)

En cualquier caso, con respecto a las acciones concretas los expertos apuestan por una estrategia que denominan “vacunas plus”. Es decir, que “las vacunas son el pilar fundamental, pero no puede ser el único”, advierte el epidemiólogo del ISGlobal, sobre todo teniendo en cuenta que muchas poblaciones siguen sin tener acceso a ellas. Por eso, los panelistas recuerdan la importancia de medidas relacionadas cono el comportamiento social y la necesidad de apoyo económico para que puedan cumplirse. “Debemos ir más allá, centrarnos en intervenciones de prevención que tengan en cuenta que las vacunas no llegan a todo el mundo o que no todo el mundo va a querer utilizarlas y, por lo tanto, no podemos confiar en el altruismo de las poblaciones para que todos estemos protegidos”.

Frente al éxito científico que ha sido el desarrollo de una gran cantidad de vacunas en todo el mundo, en el campo de los tratamientos ha habido muchos menos avances, además de promesas incumplidas. “A día de hoy, tres años más tarde, seguimos sin tener buenas terapias que nos protejan o que puedan proteger a quienes tienen más riesgo”, recuerda Bassat. Por eso, aún siguen teniendo sentido las medidas de protección básicas, como las mascarillas y la ventilación. Incluso, podrían reforzarse en determinadas situaciones y contextos.

Ponerle fecha al final de la pandemia

Con este panorama, ¿se puede pensar en decretar un final oficial para la pandemia? “Probablemente sí”, reflexiona el epidemiólogo, “las pandemias tienen un inicio y suelen tener un final y si no, se les cambia el término y en lugar de pandemia pasan a ser enfermedades endémicas”. El último ejemplo estaría en la gripe A: la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el fin de esta pandemia el 18 de septiembre de 2010, un problema que inquietó al mundo desde inicios de 2009. En cualquier caso, como emergencia de salud pública global ese desenlace “debería venir determinado por la mortalidad asociada a su circulación”. Mientras el virus siga dando la vuelta al mundo (y parece que lo hará durante mucho tiempo), “no sé si será fácil declarar ese final de la pandemia o hacer un cambio de estatus para considerarla, simplemente, una nueva enfermedad coexistente con nosotros”, comenta Bassat.

placeholder Covid en China. (EFE)
Covid en China. (EFE)

Por el momento, el riesgo sigue estando presente en dos frentes. El primero son los países que tienen unas coberturas vacunales muy bajas (África sigue siendo el punto flaco), en los cuales “podría haber olas epidémicas con un impacto clínico mayor del que vemos nosotros”. Si en países como España existe una relativa tranquilidad es, sin duda, por la alta protección fruto de la suma de contagios y vacunas, pero “donde menos del 50% de la población está adecuadamente protegida, sigue habiendo la posibilidad de tener problemas”. El frente segundo estaría integrado por las personas “altamente vulnerables”, que aunque lleven las vacunas al día, siguen pudiendo enfermar gravemente si se infectan.

El artículo de 'Nature' reclama abordar estas cuestiones para poder avanzar. No es la primera vez que los expertos lanzan este tipo de análisis en busca de una mayor eficacia para afrontar la pandemia. "Nuestro estudio se hace eco de algunas recomendaciones anteriores, como las del Grupo Independiente de Preparación y Respuesta ante una Pandemia y el Plan 2022 de la OMS sobre Preparación Estratégica", señala Lazarus. "Pero lo que hace que este trabajo sea único es el gran número de expertos consultados, la amplia representación geográfica y el diseño, que hace hincapié en crear consenso y en identificar las áreas de desacuerdo. Puede resultar un modelo para definir respuestas a futuras emergencias sanitarias internacionales", asegura.

Ya nadie habla de incidencia acumulada ni cuenta las muertes. Aunque parezca que han pasado siglos, hace pocos meses las cifras del covid abrían telediarios y marcaban el ritmo de nuestras vidas, porque podían condicionar la aplicación de restricciones. Todo aquello se fue diluyendo como un azucarillo y, a día de hoy, no parece preocupar a la mayoría de la sociedad, aunque quedan resquicios como el uso de mascarillas en el transporte público y espacios sanitarios o la recomendación de que las personas vulnerables se sigan vacunando. No obstante, algunas preguntas y ciertos debates siguen siendo los mismos. ¿Es necesario mantener algunas medidas? ¿Hay grupos de población que siguen en riesgo? ¿Estamos protegidos frente a nuevas variantes? ¿Están llegando las vacunas, al fin, a todos los países? En definitiva, la pregunta es si debemos dar por enterrada la pandemia o es todavía es parte de nuestras vidas.

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