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Marginados del Nobel: por qué España lleva un siglo (y lo que queda) sin premio en ciencia
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Marginados del Nobel: por qué España lleva un siglo (y lo que queda) sin premio en ciencia

Aunque España es la décima potencia por publicaciones científicas, ni huele los mayores premios de la ciencia. La financiación y la endogamia lastran la excelencia

Foto: La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, durante el acto de presentación del ‘Año de Investigación Santiago Ramón y Cajal’. (EFE/Sergio Pérez)
La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, durante el acto de presentación del ‘Año de Investigación Santiago Ramón y Cajal’. (EFE/Sergio Pérez)

El sueco Svante Pääbo ganó este lunes el Premio Nobel de Medicina o Fisiología. Inmediatamente, la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, aprovechó para barrer para casa, asegurando en un tuit que este pionero de la paleogenética y director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania) “mantiene desde hace años una estrecha relación con la investigación que se hace en España”. Aunque la afirmación es estrictamente cierta, provocó reacciones en contra, como la de un investigador en el extranjero que respondía que nuestro país jamás habría financiado un trabajo como el del galardonado.

Lo cierto es que la lista de los premios Nobel españoles en el campo de las ciencias es extremadamente corta. Santiago Ramón y Cajal ganó el de Medicina en 1906 y Severo Ochoa, en la misma categoría, en 1959. Sin embargo, este último no tiene mucho que ver con España, porque trabajaba en Nueva York y tenía la nacionalidad estadounidense cuando lo logró. En Física y en Química ni siquiera hemos estrenado palmarés y casi nadie confía en que algo así vaya a ocurrir a corto plazo. ¿Por qué?

Foto: Premio Nobel de Física.

Preguntarse por esta cuestión comienza a ser un tema recurrente en la semana de los Nobel e incluso motivo para hacer humor en las redes sociales. Si algún español ganase este premio, “¿tiene que pedir un certificado de haberlo obtenido a la organización para que le cuente en la Aneca?”, bromeaba este martes una usuaria de Twitter en referencia a la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, que ahoga en un mar de burocracia absurda a los científicos españoles, según denuncia una gran mayoría de ellos.

Lo peor es que, más allá del humor, los criterios con los que el sistema mide sus méritos dejarían en mal lugar incluso a los galardonados por la Academia Sueca de las Ciencias (la institución que otorga el de Física y el de Química) o el Instituto Karolinska (Medicina). Por eso, detrás de las chanzas se esconde una verdadera crítica que intenta entrever, al menos, parte del problema. Cuando nos preguntamos por qué España no triunfa en los Nobel, algunas respuestas pueden estar relacionadas con la idiosincrasia propia de estos premios, pero la mayoría tienen que ver con los problemas clásicos que arrastra la investigación científica en este país: es inevitable hablar de financiación, endogamia, carrera investigadora y deficiencias estructurales.

“Es estadísticamente significativo que en más de 100 años hayamos tenido un único premio Nobel en ciencias experimentales, creo que este dato da para reflexionar sobre cómo se organiza el sistema de ciencia en España”, comenta en declaraciones a Teknautas Xosé Bustelo, profesor de investigación del CSIC y vicedirector del Centro de Investigación del Cáncer en Salamanca. “Por supuesto, los premios Nobel no pueden definir todo un sistema, pero sí creo que reflejan la capacidad para generar descubrimientos importantes y para hacer investigación rompedora, y claramente nosotros no lo estamos logrando”, añade.

placeholder Svante Pääbo. (EFE)
Svante Pääbo. (EFE)

El físico, matemático e informático Francisco Villatoro, profesor de la Universidad de Málaga, tiene un olfato muy fino para estos premios, ya que acertó el nombre de los tres galardonados con el Nobel de Física este martes: Alain Aspect, John F. Clauser y Anton Zeilingier. Por eso, es uno de los mejores expertos a los que poder preguntarle por la ausencia de españoles y también coincide en destacar que faltan las condiciones para que surjan investigadores pioneros, “capaces de crear nuevas áreas de la ciencia”, que es, en definitiva, lo que reconocen los Nobel.

Resulta curioso que los científicos españoles no llegan a ese último escalón de la excelencia a pesar de que por número de publicaciones científicas somos la décima potencia mundial. “El número de publicaciones es muy relativo. Creo que no se pueden ganar carreras de Fórmula 1 con un SEAT 600 y mucho de lo que se publica no es realmente trascendente o acaba en revistas que no son realmente punteras en sus respectivos campos”, comenta el científico del Centro de Investigación del Cáncer. De hecho, “hay grupos muy competitivos y haciendo ciencia excelente, pero el sistema en sí mismo no tiene la suficiente capacidad de ampliar fronteras en el conocimiento que te permitan avanzar hacia descubrimientos trascendentales como los que premian los Nobel”.

Villatoro matiza este argumento: “Muchos investigadores se dedican a publicar, pero sin plantearse que sus artículos sean grandes contribuciones a la ciencia. Simplemente, cumplen con lo que les piden, unos mínimos para concederle proyectos de investigación”, afirma. De alguna manera, “estamos fomentando un 'café para todos' científico en el que es muy difícil que destaquen figuras con luz propia”. Y cuando lo hacen, se van al extranjero con mejores condiciones. Es lo que sucede con los fichajes deportivos: “Si quieres un equipo de fútbol que gane a nivel internacional, tienes que contratar a los mejores del mundo”.

placeholder Xosé Bustelo y su equipo. (EFE)
Xosé Bustelo y su equipo. (EFE)

Visto así, puede parecer un problema esencialmente económico y en gran parte lo es. No obstante, en esta ocasión los científicos no critican solo la cuantía total que se destina a I+D+i, sino también cómo se distribuye: el 75% de los proyectos que financia la Agencia Estatal de Investigación están dotados con menos de 150.000 euros, según la convocatoria de 2021, la última que se ha resuelto, de acuerdo con el análisis que hace José Antonio Esteban, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

Una estructura que no apuesta por el riesgo

A pesar de todo, “no es solo una cuestión de dinero, sino de ir haciendo reformas para que todo el sistema sea mucho más ágil a la hora de traer talento extranjero y fomentar que el talento español brille”, insiste el profesor de la Universidad de Málaga. Volviendo al ejemplo del fútbol, ¿qué pasa si en lugar de fichar a los mejores, el responsable de un club decide quedarse con sus colegas de siempre y que nadie le haga sombra? Apostar por la cantera es una opción legítima, pero complica la posibilidad de ganar títulos. “Lo que vemos en otros países es que cuanto menos endogámico es el sistema, más se promociona que los mejores ocupen los puestos”, apunta Villatoro. Sin embargo, en España “tenemos problemas estructurales heredados de los años 70”, cuando comenzó a despegar el sistema científico. En muchas universidades y centros de investigación “se montó una jerarquía que aún supone un lastre porque marca las directrices de cómo funciona el sistema”.

No obstante, en un sistema científico débil tampoco es sencillo romper con el 'café para todos' que sustenta este modelo. Cuando el presupuesto es muy limitado, “todo el mundo recibe algo, porque nunca sabes de dónde van a surgir los resultados”. Saber 'a priori' si una persona o un proyecto de investigación van a tener éxito resulta imposible. De hecho, cuando se sabe es porque en realidad el planteamiento es poco arriesgado y no va a abrir nuevos caminos para la ciencia, justo lo contrario de lo que premian los Nobel.

placeholder Alain Aspect, uno de los ganadores del Nobel de Física. (EFE)
Alain Aspect, uno de los ganadores del Nobel de Física. (EFE)

El mejor ejemplo es el premio de Medicina de este año, que ha sido reconocido por haber conseguido la secuenciación completa del genoma neandertal. “Cuando Pääbo empezó a investigar este tema parecía obvio que era absolutamente imposible secuenciar ADN fósil y menos de otras especies humanas, porque hablamos de al menos 30.000 años”, afirma Villatoro, “pero ante lo imposible uno puede optar por intentarlo y, si avanzan las técnicas y tienes un equipo brillante y al final lo logras, te dan un premio Nobel”. ¿Cómo se hace eso como país? ¿Esperando 100 años a que surja un genio, un nuevo Ramón y Cajal? No, más bien se trata de lograr las condiciones adecuadas, “mecanizar el sistema, conseguir que sea tan robusto que financie bien a un gran número de grupos”, recomienda el investigador de la Universidad de Málaga.

Bustelo explica que, de alguna manera, todo está encadenado: “Obviamente, la financiación es muy baja”, destaca el investigador del CSIC, “y no puedes hacer trabajos demasiado arriesgados porque el dinero es el que es”. Sin embargo, las repercusiones de ese primer obstáculo son decisivas, porque “genera un problema estructural, ya que el sistema no capta talento internacional”. En cualquier caso, “tendríamos que ver si el modelo de carrera científica que tenemos es el más adecuado para promover la productividad científica y la innovación”, añade.

¿Qué habría pasado con Francis Mojica en EEUU?

Sin embargo, lograr premios Nobel no es una cuestión que se pueda ceñir únicamente al ámbito de los recursos o de la gestión de la ciencia. En 2020 la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna ganaron el de Química por desarrollar la técnica de edición genómica CRISPR/Cas9. Algunos científicos españoles echaron de menos que no se hubiera añadido un tercer nombre, el de Francis Mojica, investigador de la Universidad de Alicante que en los años noventa descubrió en microorganismos los aspectos básicos que dieron paso a esta nueva tecnología que algunos llaman “tijeras moleculares” y que han abierto un enorme campo de posibilidades en biomedicina y biotecnología. “Si Mojica hubiera pertenecido a una universidad estadounidense, hubiera acabado con el premio Nobel, con toda seguridad”, afirma Villatoro.

placeholder Francis Mojica. (EFE)
Francis Mojica. (EFE)

La diferencia es que en un país con más músculo científico, un investigador como Mojica hubiera comenzado a patentar sus descubrimientos y a desarrollar aplicaciones biotecnológicas porque habría tenido el respaldo adecuado. De hecho, “a principios de los años 2000 pidió un proyecto de investigación en esa línea y no se lo concedieron, no le dieron ni un duro”. Definitivamente, tenía razón el tuitero que le respondió a la ministra: no, España no parece financiar esa ciencia arriesgada y de vanguardia. Como no lo hizo él, otros utilizaron sus conocimientos en otros países, incluidas Charpentier y Doudna. “Has tenido un momento brillante en tu carrera pero no has dado el siguiente paso”, lamenta.

Aun así, ni siquiera eso era definitivo. Según Villatoro, habría bastado una promoción fuerte de Mojica para que se conociera su hallazgo. “Imaginemos que el Gobierno hubiera destinado simplemente un millón de euros para que diera seis conferencias al año por el mundo para que asociaran su nombre con la palabra CRISPR. Al final los que tienen que nominar piensan en unos cuantos nombres y el suyo no estaba. Es justo que se llevaran el premio Charpentier y Doudna, pero había sitio para un tercero y seguramente Mojica no tuvo las nominaciones suficientes”, comenta. “Las grandes universidades estadounidenses y europeas hacen esas campañas, pero aquí no tienen dinero y el Gobierno tampoco se encarga”, añade.

Con este panorama, ¿veremos algún Nobel de ciencias español? Juan Ignacio Cirac, director de la división teórica del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Garching (Alemania) es uno de los que más suenan. Este físico es ampliamente reconocido por sus investigaciones en computación cuántica y óptica cuántica, pero algunos se preguntan si, precisamente, este martes perdió una oportunidad, porque los elegidos para el Nobel de Física de este año son de su campo. “Yo estoy seguro de que va a ganarlo, pero tiene 56 años, creo que vivirá más de 80 y cuando tenga alrededor de 70 se lo darán”, afirma Villatoro. Otro gran candidato es el también físico Pablo Jarillo-Herrero, del MIT. Sin embargo, ambos están desarrollando su carrera fuera (en la NBA o el Bayern de Múnich de la ciencia), así que como en el caso de Severo Ochoa, en realidad, “no será un Nobel para España”.

El sueco Svante Pääbo ganó este lunes el Premio Nobel de Medicina o Fisiología. Inmediatamente, la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, aprovechó para barrer para casa, asegurando en un tuit que este pionero de la paleogenética y director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania) “mantiene desde hace años una estrecha relación con la investigación que se hace en España”. Aunque la afirmación es estrictamente cierta, provocó reacciones en contra, como la de un investigador en el extranjero que respondía que nuestro país jamás habría financiado un trabajo como el del galardonado.

Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
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