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Por qué los colegios rodeados de tráfico son peores para el desarrollo cognitivo de los niños
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DESARROLLO COGNITIVO

Por qué los colegios rodeados de tráfico son peores para el desarrollo cognitivo de los niños

Una investigación en colegios de Barcelona indica que los niños entre siete y 10 años que sufren altos niveles de ruido tienen un peor desarrollo cognitivo, lo que afecta al aprendizaje

Foto: Niñas en clase. (EFE/Marcial Guillén)
Niñas en clase. (EFE/Marcial Guillén)

El primer requisito para concentrarnos en una tarea intelectual es que no haya ruidos que nos molesten. Lo sabemos casi de forma intuitiva, por nuestra propia experiencia, pero también la ciencia explica cómo el cerebro disminuye su rendimiento si recibe otros estímulos. Estudios recientes incluso han rebatido la idea de que escuchar música, por ejemplo, aumenta nuestra creatividad o nos ayuda a pensar mejor en el trabajo. No obstante, solemos creer que este problema es un hecho puntual, que solo nos afecta en el momento en el que intentamos realizar una tarea. Pero, ¿qué ocurre con los niños que están aprendiendo a concentrarse y a desarrollar sus habilidades cognitivas?

Una investigación publicada por 'The Lancet' en 2005 alertaba de que en los colegios situados muy cerca de los aeropuertos los niños tardaban más en aprender a leer. El despegue y aterrizaje de los aviones causa un estruendo que supone un importante lastre para los alumnos, según el estudio que se llevó a cabo en escuelas cercanas a Heathrow (Londres), Schiphol (Ámsterdam) y Barajas (Madrid). Desde entonces poco se ha profundizado acerca de estos efectos de la contaminación acústica, pero ahora un nuevo trabajo científico advierte de que también el ruido del tráfico puede dificultar no solo la lectura sino, en general, el desarrollo cognitivo infantil. ¿Hasta qué punto es grave este problema?

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La investigación, que acaba de publicar la revista 'PloS Medicine', se realizó en 38 centros escolares de Barcelona, con la participación de 2.680 niños y niñas de entre siete y diez años. Estos alumnos realizaron cuatro test cognitivos para analizar su evolución a lo largo de 12 meses. A los científicos les interesaban especialmente dos habilidades que se desarrollan con rapidez en los preadolescentes: la capacidad de atención y la memoria de trabajo. La primera supone atender a estímulos específicos de forma selectiva o centrarse en una tarea concreta durante largos periodos de tiempo, entre otros procesos. La memoria de trabajo, también llamada memoria operativa, permite retener y manipular información en periodos cortos de tiempo. Además, hay otra vertiente: si necesitamos procesar esos datos almacenados en la memoria de trabajo de forma continua y eficaz, los expertos hablan de memoria de trabajo compleja. Al mismo tiempo que evaluaban la mejora de estos parámetros en los niños, los investigadores del Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal), que lideran este estudio, midieron el ruido que tenían que soportar habitualmente en el interior de las aulas, en el patio y en el exterior de cada colegio.

Al analizar los resultados, las diferencias entre las escuelas con más y menos ruido precedente del tráfico fueron muy claras. Después de un año, la progresión de la memoria de trabajo, de la memoria de trabajo compleja y de la capacidad de atención fue más lenta en las escuelas que soportaban una mayor contaminación acústica. Un incremento de 5 decibelios (dB) en los niveles de ruido exterior se tradujo en un desarrollo de la memoria de trabajo un 11,4% más lento que la media y en un desarrollo de la memoria de trabajo compleja un 23,5% inferior. Asimismo, una exposición a 5 dB adicionales de ruido del tráfico exterior implicó un desarrollo de la capacidad de atención un 4,8% más lento que la media.

Foto: El 'smog' o nube tóxica que se desprende de la contaminación. A lo lejos, Madrid. (EFE/Ángel Díaz)

“En general, el ruido puede crear estrés y tener diversas repercusiones en la salud de los adultos; por eso nos planteamos cuál sería el efecto del ruido del tráfico, que es el más común de todos, sobre la salud infantil”, explica a Teknautas María Foraster, investigadora del ISGlobal que lleva 14 años estudiando esta cuestión como epidemióloga ambiental. Sin embargo, los autores decidieron centrarse en la cuestión del desarrollo cognitivo. “Es muy complejo y ocurre a lo largo de muchos años, pero escogimos analizar la capacidad de atención y la memoria de trabajo porque aumentan muchísimo entre los siete y los 10 años, de manera que en solo 12 meses podíamos ver las diferencias”, añade. Además, estas dos funciones determinan el rendimiento escolar y son “muy importantes para el aprendizaje de los niños”, destaca.

Afectan más los picos de ruido

Este tipo de estudios son muy escasos, pero el que publica ahora 'PloS Medicine' es especialmente completo y novedoso. Por primera vez la exposición al ruido se ha medido no solo fuera de la escuela, que es lo que se había hecho anteriormente en otros estudios más sencillos, sino también en el patio y el interior del aula. Además, registra dos tipos de medición acústica, la media de decibelios y las fluctuaciones. Gracias a esa distinción se ha podido conocer uno de los datos más reveladores del trabajo: la peor evolución de las habilidades cognitivas de los estudiantes no solo ocurre en los colegios que soportan un mayor nivel medio de ruido, sino también en los que sufren picos más acusados, es decir, variaciones puntuales en la intensidad del ruido del tráfico rodado. “Nuestra hipótesis es que esos picos son más disruptivos durante los momentos de concentración y, por lo tanto, podrían afectar más al aprendizaje”, destaca la investigadora.

Los colegios de Barcelona con niveles medios también registran en el estudio malos resultados en cuanto a la evolución de la capacidad de atención de los menores, pero no en los test de memoria de trabajo. A pesar de ese dato, los investigadores creen que no se puede desdeñar el perjuicio que supone el ruido moderado. La literatura científica demuestra que, aunque esta contaminación acústica sea constante y los niveles no sean especialmente elevados, “también nos hace mantener la tensión”, advierte Foraster, “aunque pensemos que nos adaptamos, en realidad no es así”.

placeholder Tráfico. (EFE)
Tráfico. (EFE)

La importancia de los picos de ruido es especialmente relevante porque las políticas sobre contaminación acústica y la legislación existente se basan en la media de los decibelios. Es decir, que no tienen en cuenta las características del sonido, como sus fluctuaciones, que a la vista de los resultados de este trabajo podrían ser igual o más perjudiciales tanto para los niños como para la población general. “Estos resultados se tienen que entender a nivel poblacional. Estamos hablando de que, de media, en la población infantil hay una disminución del ritmo de desarrollo cognitivo normal y que esto podría afectar al aprendizaje. Como hay muchos niños expuestos al ruido, este efecto podría repercutir en muchas personas”, advierte.

¿Por qué solo en la escuela?

En teoría, hay una cuestión que podría afectar a la validez del estudio. Evidentemente, el desarrollo cognitivo de niños y niñas no se produce solo en las horas que pasan en el colegio, pero los investigadores han conseguido demostrar que estos resultados son independientes del ruido que pueden soportar en sus casas. Para ello, recurrieron al mapa de ruido de tráfico rodado de la ciudad de Barcelona, con el que pudieron estimar los niveles medios que se registraban en el domicilio de cada uno de los niños participantes y no observaron que hubiera una relación entre el ruido en el lugar de residencia y el desarrollo cognitivo.

La hipótesis del ISGlobal es que sufrir ruidos en el colegio resulta más perjudicial porque afecta a momentos más vulnerables de concentración y a procesos de aprendizaje. Es decir, que la actividad que se desarrolla en la escuela es mucho más importante para el desarrollo cognitivo que han evaluado. No obstante, los datos que tienen no son directamente comparables, porque el mapa de ruido de la ciudad solo registra la contaminación acústica del exterior, mientras que el estudio realizado en las aulas es mucho más preciso.

Foto: Este altavoz es tan fino como un papel y se puede acoplar a distintas superficies. (MIT)

Aunque los resultados se publican ahora tras la revisión por pares, el trabajo de campo se desarrolló entre los años 2012 y 2013 en el marco del programa Breathe (Brain Development and Air Pollution Ultrafine Particles in School Children) del ISGlobal, dirigido por Jordi Sunyer. Desde entonces, los investigadores lamentan que este tipo de trabajos han tenido poca continuidad. El problema es que apenas hay conciencia sobre su importancia. “Pensamos que el ruido solo es una molestia a la que podemos acostumbrarnos y la consecuencia es que hay poca financiación, pocos recursos y escaso interés general”, comenta la experta. A pesar de todo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) relaciona el ruido del tráfico con enfermedades cardiovasculares en adultos, trastornos del sueño y estrés. En relación con la investigación sobre el desarrollo cognitivo de los menores, la intención del ISGlobal es continuar investigando porque “es importante entender los efectos sobre la salud de los niños, saber si se ven afectados desde el nacimiento o posteriormente, comprender las consecuencias y tratar de buscar soluciones”.

En este caso, “creemos que las políticas más eficientes pasarían por la reducción directa del tráfico delante de las escuelas”, indica Foraster. Otras posibilidades, como el aislamiento acústico, solo serían complementarias o temporales. “Sabemos que es mucho más eficiente reducir la fuente de emisión. Los aislamientos pueden ser complementarios, acciones a más corto plazo que ayudarían mientras resulte imposible bajar la intensidad del tráfico en una zona”, comenta. Además, tampoco se puede pretender tener siempre cerradas las ventanas, puesto que la ventilación también se encuentra entre las medidas básicas de salud e higiene.

En ese sentido, en estos últimos años algunas cosas pueden haber cambiado para bien y para mal. La pandemia ha obligado a abrir más las ventanas, con lo cual, cabe deducir que los escolares habrán soportado aún mayores niveles de ruido procedente del tráfico exterior. En el lado positivo de la balanza, la reducción de la velocidad del tráfico en algunas vías urbanas a los 30 kilómetros por hora, vigente en España desde hace un año, puede haber mitigado el problema en algunos casos puntuales.

El primer requisito para concentrarnos en una tarea intelectual es que no haya ruidos que nos molesten. Lo sabemos casi de forma intuitiva, por nuestra propia experiencia, pero también la ciencia explica cómo el cerebro disminuye su rendimiento si recibe otros estímulos. Estudios recientes incluso han rebatido la idea de que escuchar música, por ejemplo, aumenta nuestra creatividad o nos ayuda a pensar mejor en el trabajo. No obstante, solemos creer que este problema es un hecho puntual, que solo nos afecta en el momento en el que intentamos realizar una tarea. Pero, ¿qué ocurre con los niños que están aprendiendo a concentrarse y a desarrollar sus habilidades cognitivas?

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