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Tras el fin de las mascarillas, Asturias da el primer aviso: ¿y si se disparan los casos?
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UNA NUEVA FASE PANDÉMICA

Tras el fin de las mascarillas, Asturias da el primer aviso: ¿y si se disparan los casos?

El Gobierno de Asturias recomienda usar la mascarilla nada más levantarse la obligación de llevarla en interiores. Su incidencia es elevada, pero hay pocos casos en UCI. ¿Qué hacer?

Foto: La normalidad sin mascarillas se abre paso, aunque con cautela.
La normalidad sin mascarillas se abre paso, aunque con cautela.
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Decir adiós a la mascarilla en interiores es uno de esos gestos que marcan un antes y un después, un indicador importante de que la pandemia ya no es lo que era. Sin embargo, el covid nos ha dado demasiados sustos como para estar seguros de que ya es cosa del pasado. Para muchos expertos, la supresión de medidas ha ido demasiado rápido en los últimos tiempos y existe el peligro de que se produzcan repuntes más graves de lo que se pensaba. De hecho, casi al mismo tiempo que se levantaba la obligación de usar el cubrebocas a nivel nacional, el Gobierno de Asturias lanzaba el mensaje opuesto al recomendar seguir utilizándola “mientras la comunidad autónoma mantenga la actual situación epidemiológica”. ¿Qué está pasando en una de las regiones que mejor han controlado la crisis sanitaria en estos dos años?

Asturias entró en la semana del fin de las mascarillas en interiores en nivel de alerta alto, con la mayor tasa de ocupación hospitalaria del país (9,38%) y una incidencia acumulada en mayores de 60 años de 978 casos por 100.000 habitantes, casi el doble que en el conjunto de España. Ante estos datos, las autoridades del Principado optaron por la prudencia. Aunque no podían enmendar una norma estatal justo un día después de que se publicara en el BOE, decidieron pedir a los asturianos que aguanten un poco más antes de desprenderse de la emblemática prenda que les ha acompañado toda la pandemia. Asimismo, las autoridades sanitarias de esta comunidad optan por intensificar la monitorización, con más pruebas diagnósticas, y piden al Ministerio de Sanidad “adelantar la segunda dosis de recuerdo a las personas mayores de 80 años y residentes de centros sociosanitarios”.

Foto: Miembros de la UME desinfectan el área que rodea al Hospital Universitario Central de Asturias en Oviedo. (EFE)

El empeoramiento de los datos es especialmente acusado en Asturias, pero se produce en toda España, que alcanzó el pasado viernes los 555 casos de incidencia acumulada en mayores de 60 años, antes incluso de que se pueda notar el posible impacto negativo del fin de la mascarilla en interiores. ¿Servirán para algo las recomendaciones del Principado y las medidas que han tomado o sugerido, tan suaves si se comparan con otros momentos de la pandemia? ¿Qué podemos hacer si los casos vuelven a desbocarse? ¿Tendría esto un impacto real en la asistencia sanitaria?

El primer problema al que se enfrentan ahora las autoridades sanitarias y los expertos en salud pública es que la calidad de los datos de incidencia ya no es tan buena como antes. La nueva estrategia de vigilancia y control del covid, que entró en vigor el pasado 28 de marzo, implica que ya no se realizan test de forma generalizada ni en los centros de salud, ni en ingresos hospitalarios ni por contactos estrechos. Los autotest tampoco cuentan si no hay confirmación. En definitiva, las cifras no están reflejando la verdadera circulación del virus. No obstante, la nueva referencia para el 'semáforo covid' que alerta sobre la situación son exclusivamente los mayores de 60 años, donde se concentra la población de riesgo, y este indicador se considera relativamente fiable, porque a las personas mayores se les realiza un mayor seguimiento.

Datos confusos

“La incidencia real debe ser muy superior a la que detectamos, pero si la circulación del virus estuviera creando graves problemas hospitalarios, lo veríamos”, afirma en declaraciones a Teknautas Ignacio Rosell, epidemiólogo del grupo de expertos en Castilla y León. Esta comunidad también ha visto crecer los casos en las últimas semanas de una forma importante. “El número de ingresos casi se ha duplicado desde que empezó la nueva estrategia, el 28 de marzo, pero la UCI se mantiene estable: aunque parece repuntar un poco, no tiene nada que ver con lo que sucedía en otros momentos de la pandemia”, asegura.

placeholder Una persona mayor, tras recibir la vacuna. (EFE)
Una persona mayor, tras recibir la vacuna. (EFE)

Una de las claves para entender los datos de hospitalizaciones es que generalmente no se distinguen ingresos 'con' covid y 'por' covid. Es decir, que no podemos estar seguros de que todos sean una consecuencia directa del virus: muchos casos que engrosan estas cifras pueden haber acabado en el hospital por una causa distinta, pero cuentan para las estadísticas del covid porque han dado positivo en la prueba. “Hay extremos claros, como que te atropelle un camión y des positivo al ir al hospital; o el contrario: que no tengas ningún otro problema de salud previo y el coronavirus te haya provocado una neumonía”, explica Rosell. Sin embargo, en muchas ocasiones la distinción no está tan clara: “¿Hasta qué punto el covid no ha sido decisivo en un ingreso? ¿Hasta qué punto no ha descompensado lo suficiente para que una persona que tiene otros problemas de salud haya acabado en el hospital?”, se pregunta el epidemiólogo. En ese término medio, un paciente que sufre un proceso crónico como el cáncer puede haber ingresado porque el covid haya agravado seriamente sus problemas. Aunque los médicos pueden emitir un diagnóstico principal y otro secundario, esta valoración se realiza más bien en el momento del alta.

En cualquier caso, los datos de hospitalización son un signo de que el virus está circulando más o menos. En cuanto a las cifras que se registran en las UCI, que en la actualidad se mantienen en niveles bastante bajos, parecen indicar que a partir de la vacunación generalizada de la población (más del 92,5% de los mayores de 12 años) y el contagio masivo que supuso la sexta ola, “la letalidad ha bajado mucho”, según el experto. Por eso, todo indica que “el virus está circulando mucho, pero nos preocupan menos las consecuencias de la enfermedad”.

No obstante, el hecho de que las hospitalizaciones se hayan convertido en el dato clave para seguir la evolución de la pandemia “es un problema”, según la opinión de Joan Carles March, epidemiólogo de la Escuela Andaluza de Salud Pública. “Habernos quedado sin datos es un error, porque la información es necesaria para tomar decisiones y si no contamos con ella, no sabemos si las medidas son las correctas o no”. En ese sentido, este y otros expertos consideran que la retirada de las mascarillas ha sido precipitada.

placeholder Sin mascarilla y con mascarilla en interiores. (EFE)
Sin mascarilla y con mascarilla en interiores. (EFE)

El impacto real de la ausencia de mascarillas

No obstante, es muy difícil estimar qué impacto puede tener esta medida, entre otras cosas, por la menor precisión de los datos que se manejan en la actualidad. “Estamos hablando de un virus que se transmite sobre todo por vía respiratoria en interiores, así que quitar esa barrera seguro que tendrá consecuencias. Es física pura: partículas que encuentran un obstáculo o no lo encuentran”, comenta Rosell. “Por lo tanto, se puede notar en la incidencia”, añade, “otra cosa es que podamos contabilizarlo o que tenga claras repercusiones para el sistema sanitario”.

Aun así, cabe pensar que el incremento de la transmisión no sea especialmente relevante por varios motivos. El primero es que las mascarillas siguen siendo obligatorias en espacios sensibles como el transporte público, los centros sanitarios y las residencias. El segundo, es que muchas personas las mantendrán por decisión personal, tal y como vemos por la calle a pesar de que hace mucho que ya podemos ir sin ellas al aire libre. Y el tercero es que, en la práctica, la mayor parte de la gente ya se la quitaba habitualmente durante mucho tiempo en bares o restaurantes.

En ese sentido, el cambio más relevante puede estar en los centros de trabajo. “El impacto puede ser relativo, habrá un pequeño incremento, no muy importante. Sin embargo, me preocupan quienes están de cara al público, como las cajeras de los supermercados”, comenta el experto de la Escuela Andaluza de Salud Pública, que pone otro ejemplo fruto de una reciente experiencia personal: “El otro día estaba en una peluquería y una cliente decía que estaba resfriada, pero nunca sabes si de verdad es un resfriado o es covid”, señala.

Foto: El teletrabajo va a jugar una baza importante en estos perfiles. (Getty Images/F. Godall)

Medidas alternativas

De todos modos, llegados a este punto, ¿con qué herramientas cuentan las comunidades autónomas que, como Asturias, se vean en apuros ahora o en los próximos meses? “Siempre se puede retroceder en la aplicación de las medidas. De hecho, la mascarilla en exteriores se recuperó en Navidad. Aunque era una medida absurda, es un ejemplo de un paso atrás en un momento delicado”, señala March. No obstante, esa sería una competencia estatal y por eso el Gobierno de Asturias se limita a realizar una recomendación.

“La verdad es que Asturias no dice nada distinto de lo que pone el BOE, pero en lugar de recogerlo en el articulado, lo hace en la exposición de motivos, donde se recomienda un uso responsable de la mascarilla en los espacios cerrados”, reflexiona Rosell. “Es como pedir que se siga usando sin que lo recoja la normativa”, añade. En opinión de este experto, no se pueden descartar nuevos cambios en función de la situación epidemiológica. “Es posible que se vuelva a sugerir el uso de la mascarilla el próximo otoño o invierno porque el virus esté circulando mucho, porque haya una variante más peligrosa o porque la protección de las vacunas disminuya. Si llegamos a esa situación, no hay que verlo como un paso atrás, sino una evolución más de un virus que funciona por olas”, asegura.

placeholder Cautela ante el fin de las mascarillas en interiores. (EFE)
Cautela ante el fin de las mascarillas en interiores. (EFE)

En ese sentido, “me preocupa que la sensación que tenemos de final de pandemia haga levantar la guardia”, asegura este experto, que no deja de recordar en redes sociales que los casos están subiendo notablemente en Castilla y León desde hace más de un mes. En todo caso, la situación no tiene nada que ver con las primeras olas en cuanto a mortalidad ni con la incidencia de la sexta ola. “Poco a poco va influyendo menos en la sociedad y en la vida, pero sigue sin haber acabado”, afirma.

Para March, España se ha quedado muy corta con respecto a la mejora de la ventilación. “El trabajo que se ha realizado en relación a la calidad del aire ha sido muy pobre. Todas las aulas de los colegios, los bares, los restaurantes, los gimnasios y los lugares de trabajo deberían contar con medidores de CO2 y filtros HEPA”, propone. De hecho, “aún estamos a tiempo, pero eso implica afianzar la explicación de que los aerosoles son un elemento fundamental para el contagio”. En ese sentido, las mascarillas son herramientas individuales muy útiles, pero hay otras soluciones colectivas que podrían tener un papel importante impulsadas por las administraciones. En concreto, mejorar la ventilación implicaría “algún tipo de subvención para que los locales se pudieran adaptar”.

Otro tipo de actuaciones, como acelerar la segunda dosis de refuerzo para los mayores de 80 años, tal y como pide la Consejería de Salud asturiana, aún parecen algo lejanas. “Aún no hay una decisión clara y podría retrasarse hasta después del verano”, apunta Rosell. En cualquier caso, todo indica que la mayoría de las medidas ya no van a estar orientadas al conjunto de la población, sino que se centrarán en personas mayores, residencias y otros colectivos de riesgo.

Decir adiós a la mascarilla en interiores es uno de esos gestos que marcan un antes y un después, un indicador importante de que la pandemia ya no es lo que era. Sin embargo, el covid nos ha dado demasiados sustos como para estar seguros de que ya es cosa del pasado. Para muchos expertos, la supresión de medidas ha ido demasiado rápido en los últimos tiempos y existe el peligro de que se produzcan repuntes más graves de lo que se pensaba. De hecho, casi al mismo tiempo que se levantaba la obligación de usar el cubrebocas a nivel nacional, el Gobierno de Asturias lanzaba el mensaje opuesto al recomendar seguir utilizándola “mientras la comunidad autónoma mantenga la actual situación epidemiológica”. ¿Qué está pasando en una de las regiones que mejor han controlado la crisis sanitaria en estos dos años?

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