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Una ola en manos de los ciudadanos: por qué en España se apuesta por no 'aplanar' la curva
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"SE HAN VISTO DESBORDADOS"

Una ola en manos de los ciudadanos: por qué en España se apuesta por no 'aplanar' la curva

La aparente menor gravedad de ómicron hace que no se hayan diseñado medidas específicas a pesar del aumento de contagio. Gran parte de la resolución de la escalada se fía a medidas de autogestión

Foto: Realización de PCR en La Coruña. (EFE/Cabalar)
Realización de PCR en La Coruña. (EFE/Cabalar)
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El pasado miércoles España superó los 100.000 contagios diarios. La incidencia volvió a alcanzar una nueva cima, disparándose por encima de los 1.500 puntos. El jueves, más de lo mismo. Aunque comenzase de la mano de delta, esta ola es la de ómicron, una variante del covid tremendamente más infecciosa que las anteriores, pero con los actuales datos en la mano, mucho menos letal. Un mérito, en gran parte, que se debe al alto grado de vacunación. Con los contagios desatados, las miradas se dirigen ahora al calendario, al mes de enero, momento en el que se verá si realmente el músculo hospitalario se ve desbordado o no por la reforzada capacidad del virus para replicarse. Porque el 20% de 200 es lo mismo que el 0,4% de 10.000.

Por el momento, la mutación ya ha colapsado una atención primaria que lleva varios días saturada, un problema que empieza a afectar a las urgencias de los centros médicos. Algunas comunidades autónomas han improvisado restricciones de cara a la Nochevieja, después de convencer al Gobierno de que recuperase algo tan criticado como la mascarilla en exteriores. Un blindaje de última hora que poco o nada se parece al de las pasadas fiestas. Y tampoco hay consenso sobre cómo de estrictas deben ser las medidas. En el bando de las más duras se sitúan Murcia o Cataluña, que ha recuperado incluso el toque de queda nocturno. En el contrario, Madrid, Extremadura o las dos Castillas, las únicas cuatro que no tienen ningún tipo de restricción. Y en medio, todas las demás, con un traje hecho a medida en cada uno de los casos.

Autogestión y "convivencia" con el virus

El pasaporte covid, la red de seguridad a la que se agarraban muchos, ha resultado ser una solución evadible por ómicron, con capacidad de reinfectar a los vacunados y los que pasaron la enfermedad en su momento. En este escenario, uno podría pensar en una batería de medidas para intentar reconducir el 'tsunami' de contagios y no jugársela a que el sistema sanitario no resulte finalmente tan tensionado como se vio al principio de este año, algo temido por los colectivos de profesionales sanitarios.

Pero no. Algunos gobiernos regionales, como el madrileño o el catalán, hablan abiertamente de autocuidado o autogestión. En la última Interterritorial se incluyó el autorrastreo en el protocolo, algo que Castilla-La Mancha ya había pedido a sus ciudadanos. Los confinamientos se han reducido a siete días para asintomáticos o aquellos que tengan molestias leves, algo impensable en otras fases de la pandemia. En el otro extremo, una eventual modificación o retraso de la vuelta al cole.

Foto: El 'conseller' de Sanidad, Josep Maria Argimon. (EFE/Marta Pérez)

Gran parte del futuro de esta ola parece estar en manos de los ciudadanos, los 'autotest' y su capacidad y responsabilidad para aislarse. El presidente Pedro Sánchez, incluso, habló de "convivir con el virus" en el balance anual que hizo en la Moncloa hace dos días. Algunos piensan que toda esta situación es producto de la improvisación ante una situación inesperada por una gran mayoría. Otros creen que en realidad es una apuesta "por no aplanar la curva" y empezar a tratar el covid como una enfermedad más. Intencionado o no, la cuestión es que ómicron circula más libre que sus antecesores. ¿Por qué?

"Es algo que no habíamos visto nunca. Desde el punto de la velocidad pero también desde el punto de vista de las consecuencias, más leves gracias a las altísimas tasas de vacunación, que han sido fantásticas en España", comenta Manuel Franco, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá. "Desde el punto de vista sanitario, la saturación de atención primaria es el gran caballo de batalla", explica este experto, portavoz de la Sociedad España de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). "Las medidas han sido muy flojas. Ya hemos visto que no han supuesto cambios sustanciales en las cifras de contagios. Hemos dejado pasar el tiempo antes y durante las Navidades y habrá que ver que efectos tiene eso".

Franco, que reconoce que efectivamente ómicron no está "por ahora" golpeando los hospitales, señala los riesgos de no desatascar los centros de salud. "Estamos intentando controlar el covid como podemos. Pero es una figura clave para el control también de las patologías no covid, que estamos dejando en parte de lado". Desde su punto de vista habría que rediseñar los semáforos que alertan de la situación pandémica para incluir la situación de la atención primaria.

Sobre la política de autocuidado de la población, el portavoz de SESPAS asegura que este término se usa "como nuevo" en la pandemia, pero tiene una larga tradición para el control de patologías crónicas como la diabetes entre otras. "Pero hay varios frentes que destacar. El primero, es que los test de antígenos que estamos pidiendo que se utilicen es que cuestan dinero. Y no todas las familias, especialmente las más humildes, se pueden permitir dejarse 100 o 150 euros en pruebas", añade. "Deberían ser gratuitos en estos casos y estar disponibles de manera mucho más fácil. Hemos visto cómo otros países han sido mucho más organizados con esto". Subraya otro punto: el traslado de esos positivos detectados de forma particular al sistema público y su volcado a las estadísticas oficiales. Esto es algo que no se hace en todos los casos y territorios. "Es fundamental, porque se pierden muchos datos. Si alguien es positivo pero el teléfono no se lo cogen, se pierden datos clave para la incidencia, cómo funcionan los casos y el rastreo".

placeholder Un joven se realiza un test de antígenos en Galicia. (Foto: EFE)
Un joven se realiza un test de antígenos en Galicia. (Foto: EFE)

"En una situación así el rastreo no tiene sentido. No tenemos capacidad de rastrear tanto ni de testar tanto. No es en absoluto lo del año pasado pero la situación está subiendo y superando cualquier cosa que nos pudiésemos imaginar en lo que nos referimos a contagios", opina Salvador Peiró, director del área de Investigación en Servicios de Salud de la Fundación Fisabio. Este especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública también avisa de la "falsa seguridad" que pueden generar los test de antígenos. "Hemos pasado de usarlo para detectar si alguien con síntomas era positivo a usarlo para irnos de fiesta. Bien utilizados son muy útiles, pero no siempre se dan las condiciones".

Joan Carles March, director de la Escuela Andaluza de Salud Pública, considera que todo esto ha pillado "descolocada" a mucha gente, "también a la gente de las administraciones y los ministerios". "Creo que se ha pecado de cierto triunfalismo en torno a las vacunas. Son eficaces, pero no infalibles. Eso se ha traducido en un alto número de contagios", añade este experto.

"La de las vacunas es una barrera. Pero hay que poner más"

"La de las vacunas es una barrera. Pero hay que poner más. Y cuando la decisión es recuperar una medida con escasa evidencia científica puedes transmitir la sensación de que hay poca gestión, de ir a verlas venir", opina el experto, uno de los firmantes de la carta que se publicó en 'The Lancet' pidiendo una auditoría independiente de qué es lo que había fallado en el sistema sanitario español, a todos los niveles, durante la pandemia. "Esa sensación de dejar circular el virus se refuerza cuando una de las principales medidas de contención que propones son los autotest en un contexto que es difícil conseguirlos y sin haber habilitado de manera generalizada espacios para la realización masiva, como fueron los vacunódromos".

Peiró también pone 'peros' a lo decidido en las últimas semanas. "No ha habido ninguna estrategia diferenciada, más allá de dos medidas que son bastante inútiles. La mascarilla en interiores es necesaria y ayuda. En exteriores no es así. La eficacia del pasaporte covid, que al principio tenía lógica y el fin de empujar la vacunación, se ha quedado diluida ya que ómicron puede contagiar a los ya inmunizados". A diferencia de los que destacan que la explosiva subida de ómicron puede tener una lectura positiva y puede suponer el principio del fin de la pandemia, este experto es muy cauto a la hora de lanzar estos pronósticos.

El clima de hastío

"Que todo vaya muy rápido significa que tenemos muchísimos casos que no atendemos. La mayoría van a ser leves, pero también vamos a tener un goteo de casos que serán graves", analiza. "Será un porcentaje pequeño, pero con este número de contagios, en números absolutos será una cantidad importante". Aunque las hospitalizaciones están aguantando, pide prudencia de cara a valorar realmente el peligro de la variante. "Pero hay que tener en cuenta que a las tres semanas llegan los datos de las UCI y a partir de la cuarta los fallecidos. Es algo que aún no tenemos claro, los casos que ahora están en la UCI son de delta".

Foto: Andrew Kelly. (Reuters/Andrew Kelly)

"Es cierto que si quieres ralentizar la ola, no te queda otra que reducir la interacción social y tomar medidas en este sentido", argumenta Peiró, que entiende lo difícil que es "tomar medidas" en lo que se refiere a la esfera pública. "Se decía antiguamente que en una pandemia es más importante conocer a la sociedad que la padece que a la propia enfermedad. Hay una sensación de hastío generalizada, la opinión pública está muy dividida en torno a la idoneidad o no de restricciones, tienes la amenaza de una fuerte disrupción social que afecte a servicios esenciales...", enumera, a la par que asegura que hay muchas más cosas que hacer más allá del confinamiento, como puede ser un mayor control de aforos, horarios, grandes eventos... "Lo que hay ahora mismo es una apuesta. Crees que la inmensa mayoría de los casos van a ser leves gracias a la vacunas y no va a repercutir en hospitalizaciones".

Una vez se apuesta por dejar circular un virus menos letal pero más transmisible, Peiró entiende que se opte por acortar las cuarentenas, una medida aprobada por Sanidad siguiendo la estela de países como Italia o EEUU, donde los CDC han pedido fijarlas en cinco días. "Es probable que en algún momento nos plantemos en los 200.000 o 250.000 positivos al día. Si a estos aislamientos sumamos el de los contactos estrechos, que puede ser cuatro o cinco por caso, nos encontraríamos que podríamos estar aislando a un millón o millón y pico de personas", reflexiona. "Iríamos casi casi a un confinamiento de facto. Eso tendría un impacto social tremendo, una disrupción enorme, porque no habría maquinistas, policías, retenes de bomberos... Es una medida razonable, especialmente en profesiones esenciales".

Si se opta por dejar circular el virus, es "lógico" recortar cuarentenas

El del Fisabio hace varias matizaciones al respecto. "No hay que olvidar que el CDC matiza muchísimo, habla de asintomáticos y cinco días de uso estricto de la mascarilla...", recuerda. "En el caso de los contactos estrechos, tengo clarísimo que es una buena idea". Apunta que es algo que se ha hecho desde hace un tiempo con los sanitarios en muchos puntos de España cuando tenían contacto con un positivo. Se les hace una PCR y si dan negativo, siguen trabajando, aunque por precaución se les aleja de los más vulnerables. "En el caso de los positivos, aunque sean asintomáticos, tiene un punto de riesgo la reducción del encierro. Hay casos, pocos al parecer, que siguen dando positivo en los test de antígenos a los siete u ocho días. Es cierto que el promedio es menor y dejan de ser contagiosos, pero los promedios tienen siempre cierta desviación".

placeholder Un centro de atención primaria en Cataluña. (Foto: EFE)
Un centro de atención primaria en Cataluña. (Foto: EFE)

No es la primera vez que se plantea esta dicotomía de economía versus salud pública. Lo hizo Reino Unido a principios de la pandemia. Lo hizo Suecia. Pero con el paso del tiempo tuvieron que recular y adoptar una postura más conservadora y restrictiva. "Es la primera vez que, gracias a la campaña de vacunación, la inmensa mayoría de casos es tan leve", apunta Peiró sobre una estrategia que no solo está sobre la mesa en España, sino en otros países como Israel. Eso sí, según su punto de vista, toca "rediseñar los protocolos" que están pensados para un periodo con un volumen importante de casos graves, con una distribución particular de recursos como las PCR y unos protocolos de seguimiento concebidos para esa situación. "Hay que darse una vuelta al calcetín, especialmente en el caso de las organizaciones sanitarias. Pero hay que hacerlo ya, que si se demoran, se habrá pasado la ola de ómicron".

Sobre el posible retraso de la vuelta al cole, las diversas fuentes consultadas coinciden en que en otros momentos más complicados ya demostraron "ser espacios seguros" aunque hay que monitorizar cómo evolucionan las cifras y el ritmo de vacunación en la franja de los 5 a los 11 años.

March también pone el acento en la necesidad de reforzar y transformar la atención primaria, una de las grandes olvidadas en esta crisis. "Hace falta un cambio similar al que se produjo cuando se pasó de los ambulatorios a los centros de salud", explica. "Hay que hacerlo en dos sentidos. Una a través de recursos y de personal, incorporando nuevos perfiles como farmacéuticos, fisioterapeutas. Pero también con recursos tecnológicos, que permitan ejecutar la teleasistencia de manera correcta. Donde se pueda mantener una videollamada en condiciones, donde se pueda tener en encuentro virtual entre el paciente, el médico de cabecera y el especialista si es necesario y así un largo etcétera".

El problema, explica, es que estos cambios se tenían que haber planificado y haberse puesto en marcha durante la pandemia. "Pero hacen falta recursos. Había que haber hecho inversión. No puedes ejecutar esos cambios quitando 30.000 sanitarios en un lado y no renovando a 8.000 sanitarios en otro, como ha ocurrido en Andalucía en plena pandemia...".

El pasado miércoles España superó los 100.000 contagios diarios. La incidencia volvió a alcanzar una nueva cima, disparándose por encima de los 1.500 puntos. El jueves, más de lo mismo. Aunque comenzase de la mano de delta, esta ola es la de ómicron, una variante del covid tremendamente más infecciosa que las anteriores, pero con los actuales datos en la mano, mucho menos letal. Un mérito, en gran parte, que se debe al alto grado de vacunación. Con los contagios desatados, las miradas se dirigen ahora al calendario, al mes de enero, momento en el que se verá si realmente el músculo hospitalario se ve desbordado o no por la reforzada capacidad del virus para replicarse. Porque el 20% de 200 es lo mismo que el 0,4% de 10.000.

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