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El alto precio de la luz acerca a este pueblo a su sueño: generar el 100% de su electricidad
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ARAS DE LOS OLMOS, VALENCIA

El alto precio de la luz acerca a este pueblo a su sueño: generar el 100% de su electricidad

En esta localidad de 359 habitantes en el límite de Valencia, Teruel y Cuenca, planean comenzar este año a abastecerse con su propia luz. El objetivo es bajar el recibo un 70%

Foto: Baaddi, pastor de origen marroquí, cuida un rebaño de más de 700 ovejas en Aras de los Olmos. (Manuel Bruque/EFE)
Baaddi, pastor de origen marroquí, cuida un rebaño de más de 700 ovejas en Aras de los Olmos. (Manuel Bruque/EFE)

Como cualquier pueblo pequeño, Aras de los Olmos —359 habitantes en el límite entre Valencia, Cuenca y Teruel— carece de muchas cosas: el médico solo pasa consulta un rato cada mañana, hay un único colmado para comprar comida y el colegio local siempre está amenazado por la falta de niños. No obstante, tienen algo de lo que pocos municipios pueden presumir: una compañía eléctrica de propiedad municipal.

El pueblo tiene un largo historial de distanciamiento con las compañías de la luz, a las que nunca interesó demasiado invertir en un territorio fronterizo como este. Por su peculiar situación como final de línea, cualquier fallo del sistema en cualquier otro sitio acababa dejándoles a ellos sin electricidad. Los vecinos han crecido acostumbrados a continuos cortes en el suministro, tanto en invierno como en verano. La última fue en enero de 2017, cuando una nevada les dejó durante 36 horas seguidas aislados y sin electricidad.

placeholder Vista de Aras de los Olmos (Valencia) desde la ermita de su patrona. (A. V)
Vista de Aras de los Olmos (Valencia) desde la ermita de su patrona. (A. V)

Ahí nació la idea del actual alcalde, Rafael Giménez, de convertir a Aras de los Olmos en el primer municipio 100% autosuficiente. A principios del siglo XX, sus predecesores montaron un pequeño salto de agua para dotar de luz al pueblo. Solo se permitía una bombilla encendida por casa. Tuvieron que correr con todos los gastos e instalar ellos desde los postes de la luz a los contadores, por eso ahora toda esta infraestructura les pertenece a ellos y no a Iberdrola, Endesa o Naturgy.

El alcalde contactó con Carlos Roldán, catedrático de ingeniería eléctrica en la Universidad Politécnica de Valencia, y comenzaron a elaborar el plan, que dará sus primeros pasos este año. El pueblo contará con cuatro tipos de energías renovables. Dos de ellas, la eólica y la solar fotovoltaica, no son gestionables, por lo que es imprescindible darles respaldo con otras que sí puedan controlar. En este caso, un salto de agua hidroeléctrico que les permita también absorber los picos sobrantes de sol o viento para bombear agua hacia un embalse ubicado 300 metros más arriba. Por último, una planta construida con financiación pública permitirá aprovechar los inagotables purines de las granjas de cerdos, principal industria de Aras de los Olmos, para fabricar biogás a voluntad.

Tras acordar los primeros detalles, el alcalde reunió a los vecinos en el teatro municipal para contarles su ambicioso plan. En aquel momento, pudo prometer y prometió que el recibo de la luz se reduciría un 30% por lo menos. Por aquel entonces, el megavatio-hora estaba en torno a 50 euros, hoy supera con frecuencia los cien, por lo que el ahorro de los vecinos sería mucho mayor y la amortización del proyecto mucho más rápida.

"En el primer estudio que hicimos, con datos de 2016, calculamos que podríamos amortizar toda la inversión en 12 años, pero con los cambios que ha habido en el sector hoy sería menos", explica Mutaz Alajami, ingeniero jefe en el ayuntamiento y gerente de Sersuma (Servicios y Suministros Municipales de Aras), la eléctrica del pueblo. Además de la escalofriante subida en el precio de la luz y los múltiples bandazos regulatorios, hoy la energía solar es más eficiente y menos cara que hace cinco años.

Los investigadores con los que colaboran les han dicho que, de estar ya funcionando el proyecto, los vecinos estarían ahorrando hasta un 70% del recibo, pero desde el ayuntamiento prefieren ceñirse al porcentaje, más conservador, que emitió el alcalde en su momento para no pillarse los dedos.

Ajalami, que salió de Damasco hace 15 años para estudiar aquí el doctorado, vivía en Valencia empeñado en descubrir en la UPV las propiedades del óxido de zinc como material para paneles fotovoltaicos, pero lo dejó todo para venirse a vivir a este pueblo. Ahora está al frente de un proyecto que, a diferencia de la investigación básica, le ofrece resultados inmediatos como la felicitación de los vecinos por haber logrado reducir los frecuentes apagones a algún microcorte esporádico.

"Este año empezamos por la solar, la idea es empezar a introducir en 2022 la planta de biogás y el aerogenerador", explica Alajami. "Para más adelante está previsto el salto de agua y además en la universidad están desarrollando un 'software' que decidirá en tiempo real el mix de energías en función de la disponibilidad y la demanda". El plan prevé constituir una 'smart grid' que sea capaz de aportar a la red la electricidad sobrante, recibiendo dinero a cambio para las arcas municipales. "La promesa es tener un recibo de la luz más barato que el resto de España, con la idea de que sea un atractivo para atraer gente y negocios a Aras de los Olmos".

"La promesa es tener un recibo de la luz más barato que el resto de España"

La parte técnica del proyecto parece compleja, pero es coser y cantar en comparación con lo administrativo: papeleos, trámites y reuniones con todas las partes, desde las eléctricas —en un primer momento se barajó incluso salirse del sistema, pero se lo pensaron mejor— al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico para saber cómo encaja en la legislación vigente este proceso de independencia energética.

"Técnicamente es autoconsumo colectivo", indica el ingeniero, "aunque hay que ver lo que acaba siendo legalmente, es un proyecto singular".

Los vecinos, expectantes pero escépticos

Los fastuosos planes del alcalde han sido objeto de muchas noticias y en foros de sostenibilidad medioambiental es habitual escuchar el nombre del pueblo como laboratorio del futuro de la energía. Sin embargo, poco ha trascendido aún. A aquella reunión en el teatro apenas fueron 50 vecinos, el resto ha sido de boca a oreja y gran parte del contenido ha ido perdiéndose por el camino. El discurso del autoabastecimiento, con todos sus tecnicismos, no resulta fácil de asimilar, mucho menos en un pueblo donde la mayor parte de los habitantes supera los 70 años.

"Aquí no sabemos nada", se queja desde un asiento en la plaza José Antonio, nacido en el pueblo y que ha padecido los cortes de luz durante toda su vida. "Lo que peor veo es lo de la desconexión", protesta. A unos metros de allí, Alajami se apresura a desmentir que vayan a desenchufar al pueblo de la red.

placeholder Mutaz Alajami, ingeniero de la empresa municipal de servicios y suministros del pueblo. (A. V)
Mutaz Alajami, ingeniero de la empresa municipal de servicios y suministros del pueblo. (A. V)

Hay que subrayar que, el día de nuestra visita, a ningún vecino le había llegado aún el temido recibo que contendrá las mayores subidas de nuestra historia reciente. "Yo estoy a favor del proyecto, pero no tanto por la cuantía económica del recibo, sino por la salud del planeta", dice Mari Carmen, dueña del pequeño supermercado donde se abastecen todos los habitantes de Aras de los Olmos. "Siempre dependerás de algo, del clima y de muchas otras cosas, pero al menos no nos afectarán las fluctuaciones del petróleo". Este verano ha sido caluroso en la región y su negocio depende de tener encendidas las neveras y congeladores, por lo que aguarda expectante cualquier rebaja que el proyecto pueda traerles.

Otros vecinos fantasean con que la electricidad generada por Sersuma en su término municipal pueda ser gratis, pero esto es imposible porque aún tendrían que pagar los costes del sistema, empezando por los peajes o el mantenimiento y acabando por el IVA. Donde apenas pagarían nada es en la generación, dado que además una buena parte de la instalación de paneles fotovoltaicos o el aerogenerador estaría subvencionada.

placeholder Antonio Miguel Álvaro, ganadero de Aras de los Olmos, alimenta a sus ovejas. (Manuel Bruque/EFE)
Antonio Miguel Álvaro, ganadero de Aras de los Olmos, alimenta a sus ovejas. (Manuel Bruque/EFE)

Juan Carlos, el propietario del bar La Plaza, tiene otra de las facturas más abultadas del pueblo. Él, sin embargo, es más escéptico con todo el proyecto. "Van a destrozar una montaña, espero que sea por el bien del pueblo", dice en referencia al lugar, a unos tres kilómetros al norte del pueblo, donde se ubicará el aerogenerador, el salto de agua y la planta de biogás. Esta última, cofinanciada entre el ministerio, la Generalitat Valenciana y 5,7 millones de la Unión Europea, empleará bacterias optimizadas para transformar los residuos en combustible, de animales pero también de la abundante cubierta vegetal que desprenden los pinos de los alrededores y que conviene recoger cada año para evitar incendios.

Pensando en los malos olores, se escogió ubicar la planta a cierta distancia del pueblo, aunque los emplazamientos definitivos donde se producirá cada una de las energías aún no están cerrados. Probablemente, el consistorio tendrá que negociar con los propietarios de algunos terrenos y además, convencer a los de los terrenos colindantes, por lo que también se avecina un buen montón de papeleos en este otro frente. A algunos de los vecinos lo que les interesa no es tanto la tecnología empleada en el reactor de biogás —Manuel Porcar, del CSIC, es quien lidera este proyecto— sino si aquellos ganaderos que vendan sus purines a la planta recibirán una contraprestación o no.

"Aquí hay que hablar claro, ni de números ni de ciencia: ¿se va a pagar más?"

A Juan Carlos tampoco le hace gracia que los puestos de trabajo generados en la construcción de todo esto vayan a gente que no es del pueblo. "Si vienen a trabajar seis y no son de aquí, pues no sé qué beneficio sacamos de todo esto", añade. En su descargo hay que añadir que es cuñado del líder de la oposición en el ayuntamiento, pero todo esto es algo con lo que siempre hay que contar en cualquier pueblo. Mientras en Bruselas o Madrid se menciona con sorpresa el ejemplo pionero de esta localidad, en la esquina más cercana los ceños se fruncen ante la falta de información sobre el proyecto. La que se conoce resulta, además, poco comprensible a pie de calle. "A los viejos de aquí no se les puede hablar de números o de ciencia", añade el hostelero, "hay que hablarnos más claro: ¿va a haber algún beneficio, se va a pagar más?".

Como cualquier pueblo pequeño, Aras de los Olmos —359 habitantes en el límite entre Valencia, Cuenca y Teruel— carece de muchas cosas: el médico solo pasa consulta un rato cada mañana, hay un único colmado para comprar comida y el colegio local siempre está amenazado por la falta de niños. No obstante, tienen algo de lo que pocos municipios pueden presumir: una compañía eléctrica de propiedad municipal.

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