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Con los ancianos vacunados, ahora los obesos llenan las UCI... pero para ellos no hay vacunas
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EEUU y Reino Unido sí los tienen en cuenta

Con los ancianos vacunados, ahora los obesos llenan las UCI... pero para ellos no hay vacunas

La obesidad no está entre los condicionantes de riesgo que contempla el plan de vacunación, pese a que multiplica por dos las probabilidades de sufrir formas graves de covid

Foto: Operación de cirugía para tratar la obesidad mórbida en el hospital La Inmaculada de Granada. (EFE)
Operación de cirugía para tratar la obesidad mórbida en el hospital La Inmaculada de Granada. (EFE)

Miguel (seudónimo para preservar su intimidad) tiene 52 años, mide 1,70 y la última vez que se pesó rondaba los 200 kilos. Lleva un año y medio sin ver a su familia porque sabe que sus probabilidades de morir por covid-19 son mucho mayores que las de una persona sin obesidad, pero para recibir la vacuna tendrá que esperar, como casi todos, a que le llegue el turno que le corresponde por su edad. "Yo solo pido sobrevivir al virus y poder ver a mi hija casarse algún día", cuenta a El Confidencial.

Las personas con obesidad mórbida tienen el doble de riesgo de ser hospitalizadas por covid-19 y de sufrir complicaciones graves, según un estudio elaborado por el Instituto de Salud Global de Barcelona y citado por el Ministerio de Sanidad en su documentación técnica. La estadística se hace palpable en las UCI, donde ahora que la mayoría de los ancianos se han vacunado el perfil de paciente grave ha cambiado. "En la última semana, no ha ingresado nadie por encima de 60 años. Eso es excepcional", detalla Raúl de Pablo, jefe del Servicio de Médicos Intensivistas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. "La obesidad sigue asociada a bastantes ingresos. Obesos, hipertensos y diabéticos ha habido desde siempre, pero ahora llama más la atención porque ingresa gente más joven", sostiene.

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La obesidad es un factor de riesgo que los especialistas médicos contemplan desde el principio de la pandemia. Otro estudio, con datos de 4.035 pacientes de covid-19 hospitalizados en 127 hospitales españoles hasta el 17 de abril, muestra que el 74% de los ingresados tenía alguna comorbilidad, y un 27%, al menos tres a la vez: el 51% presentaba hipertensión arterial, el 22%, diabetes, y el 18%, obesidad. "En muchos casos, vienen en el mismo 'pack", explica Vicente Soriano, especialista en enfermedades infecciosas y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). "Esto se llama síndrome metabólico y suele producirse cuando se combinan vida sedentaria y dieta hipercalórica, que normalmente no se basa en productos frescos. Muchos de estos pacientes son obesos, hipertensos y diabéticos al mismo tiempo".

Foto: Una enfermera de UCI sujeta la mano de un paciente de covid-19. (EFE)

Soriano explica que las razones por las cuales las personas obesas tienen un riesgo añadido son dos: "Por una parte, las personas obesas tienen una mayor dificultad mecánica para expansionar los pulmones, sobre todo cuando están tumbadas, pero también cuando están de pie. Es decir, la capacidad para inspirar y espirar es menor porque en la cavidad abdominal tienen más dificultad para que el diafragma baje. La otra gran causa es que, a partir del décimo día de infección por covid, aparece lo que se conoce como tormenta de citoquinas [el cuerpo responde al agente infeccioso de forma desproporcionada]. Las personas obesas tienen una respuesta inflamatoria más intensa. Ocurre por un tema metabólico: las personas obesas tienen una alteración del metabolismo, sobre todo de los lípidos [grasas] y de los glúcidos [hidratos de carbono]".

La condición de obeso también complica el tratamiento del paciente, de acuerdo con De Pablo: "Por ejemplo, un tratamiento al que tenemos que someter a los pacientes es el decúbito prono, que consiste en ponerles bocabajo. Con las personas obesas, es más difícil. No solo por el peso, porque para ello bastaría con hacerlo entre más gente, sino también porque hace falta que tengan el tórax y el abdomen libre". "El respirador también puede ser un problema. Aunque normalmente lo hacemos por peso ideal, en algunas ocasiones necesitas más presión de la que te gustaría para ventilar a los pacientes", argumenta.

Reino Unido prioriza la obesidad severa y en EEUU se recomendaba vacunar a toda persona con obesidad después de sanitarios y ancianos

Este criterio se ha tenido en cuenta para trazar el rumbo de la vacunación en Reino Unido, cuyo servicio nacional de salud (NHS) incluye a los pacientes de obesidad severa (índice de masa corporal superior a 40) entre los grupos de riesgo prioritarios, además de a quienes padecen enfermedades cardíacas y diabetes. También en Estados Unidos, donde los centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron vacunar a obesos graves y a obesos (índice de masa corporal superior a 30), junto con quienes sufren otras patologías de riesgo, en la fase 1C, solo precedidos por los sanitarios, las personas de 75 años o más y los trabajadores esenciales no relacionados con la atención médica.

España hizo un amago de tomar la misma decisión. Cuando el plan de vacunación estaba todavía en una fase embrionaria, se mencionaba la obesidad en el apartado de factores de riesgo asociados a una mayor morbilidad y mortalidad, pero se cayó de la lista a medida que la estrategia se concretaba. En las primeras actualizaciones, únicamente se hacía referencia a los internos y trabajadores de residencias, así como al personal sanitario y sociosanitario. No fue hasta la cuarta actualización cuando se incluyó a los menores de 60 años con condicionantes de alto riesgo, y hasta la quinta cuando se concretó que las personas con trasplantes, hemodiálisis, pacientes de varios tipos de cáncer, VIH y síndrome de Down recibirían vacunas Comirnaty (Pfizer y Moderna) de forma paralela a los mayores de 70 años. Ni en esta ni en sucesivas actualizaciones aparece la obesidad.

placeholder Los que llegan a las UCI ahora son más jóvenes y progresan más rápido en su gravedad. (Reuters)
Los que llegan a las UCI ahora son más jóvenes y progresan más rápido en su gravedad. (Reuters)

"La obesidad se considera patología de riesgo, pero no se tiene en cuenta como patología de altísimo riesgo y, por tanto, no entra en el grupo 7", explica Jesús Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Personas Obesas (Asepo) e inscrito en el Plan Estratégico de Vacunas de Andalucía (Andavac). "Si hay un chaval con 20 años que tiene obesidad mórbida, esa persona tardará mucho en vacunarse, a pesar de que puede tener más riesgo que una persona de más edad sin patologías. Nosotros creemos que no se debe considerar solamente una categoría para decidir el orden de vacunación", proclama.

"No es fácil dar prioridad a los obesos cuando muchos no tienen conciencia de la enfermedad y puede que no hayan acudido nunca al médico"

Jesús sufre obesidad de grado 1, asma alérgica severa e insuficiencia venosa. Durante los últimos meses, asegura haber recibido un aluvión de consultas de otras personas en situaciones parecidas a la suya que no entienden por qué no se les da prioridad en la vacunación cuando la ciencia les avala. "No es solo algo estético, no es solo que tengamos un aumento de nuestro tejido adiposo, sino que además es una enfermedad asociada a insuficiencia respiratoria, problemas articulares y problemas inflamatorios que nos hacen más vulnerables ante el covid-19".

Foto: (Foto: Reuters)

Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), coincide en la necesidad de vacunar cuanto antes a los obesos, pero advierte de que existe un hándicap importante: "Hemos insistido en que deben priorizarse en la vacunación, sobre todo ahora que vemos que los pacientes de las UCI han bajado de edad y un porcentaje alto son pacientes con obesidad. También es cierto que no es fácil realizar esa priorización cuando muchos de los obesos de nuestro país no tienen conciencia de la enfermedad y puede que no hayan acudido nunca a sus centros de salud".

El 82% de los obesos no reconoce que lo es

Incluso si la obesidad se incluyera en los planes de vacunación, habría muchos pacientes de riesgo que se quedarían sin vacunar por no estar diagnosticados. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) estima que la mitad de la población española pesa más de lo que debería. Sin embargo, el 82% de los obesos no reconoce que lo es y un 12% opina que tiene un peso normal, de acuerdo con una encuesta de Seedo.

El segundo punto que falla está en las consultas. En la actualidad, se considera que una persona tiene sobrepeso si su índice de masa corporal (IMC) —que se obtiene dividiendo el peso en kilogramos por la altura en metros cuadrados— es superior a 25, y obesidad cuando es más de 30. El problema de basarse solamente en este criterio es que el IMC no informa de la distribución de la grasa corporal y puede ser un mal indicador de las complicaciones de la obesidad en personas de baja estatura o edad avanzada.

"La evaluación inicial debe incluir una historia clínica, exploración física completa y la realización de pruebas analíticas para valorar la tolerancia hidrocarbonada, o la presencia de dislipemia aterogénica, hiperuricemia, alteración de la bioquímica hepática, marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva y función tiroidea", considera la SEEN en un informe sobre el diagnóstico de la obesidad. En otras palabras, el diagnóstico y la atención de los obesos deberían estar en manos de especialistas.

Jesús Díaz cree que se trata de un problema de base: "Los estudiantes de segundo de Medicina aprenden que, cuando se llega a la hipertrofia adiposa, es irreversible a nivel celular. Por tanto, se convierte en una enfermedad crónica irreversible, porque no se puede llegar a curar, solo a tratar. La OMS la considera un malestar, habla de prevalencia, incluso de pandemia, pero no la cataloga enérgicamente como una patología con un origen metabólico. A partir de ahí ya está todo mal. Porque yo ahora voy a un médico de familia y lo primero que hace es tratarme él mismo. Saca una dieta del cajón y me recomienda ejercicio, pero eso no encaja dentro de una consulta especializada".

Miguel (seudónimo para preservar su intimidad) tiene 52 años, mide 1,70 y la última vez que se pesó rondaba los 200 kilos. Lleva un año y medio sin ver a su familia porque sabe que sus probabilidades de morir por covid-19 son mucho mayores que las de una persona sin obesidad, pero para recibir la vacuna tendrá que esperar, como casi todos, a que le llegue el turno que le corresponde por su edad. "Yo solo pido sobrevivir al virus y poder ver a mi hija casarse algún día", cuenta a El Confidencial.

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