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Más baratas, potentes y eficaces: así es la 2ª generación de vacunas que está por llegar
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hacia las vacunas 'low-cost'

Más baratas, potentes y eficaces: así es la 2ª generación de vacunas que está por llegar

A pesar del éxito de las primeras vacunas, decenas de proyectos siguen adelante y tratarán de abrirse paso en el mercado perfeccionando la inmunización o gracias a sus ventajas económicas y logísticas

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Cuando los primeros corredores cruzan la meta dejamos de mirar la competición por mucho que estén ocurriendo cosas interesantes. Algo parecido sucede a veces con la investigación científica. La lista de candidatas a vacuna contra el covid de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabiliza ya 87 en ensayos clínicos, es decir, que se están inyectando a voluntarios de forma experimental. Otras 186 aún no han llegado a esa fase, pero siguen adelante y en muchos casos con buenas perspectivas, incluidos los proyectos españoles más relevantes. Sin embargo, lo hacen ya lejos de los focos, porque desde hace semanas nos preocupa mucho más cuándo nos van a llamar para recibir el pinchazo de Pfizer o Moderna o qué sucede con los trombos de AstraZeneca.

Con el tiempo se verá si estas iniciativas aún son necesarias, por ejemplo, de cara a nuevos procesos de vacunación en el caso de que la inmunidad vaya disminuyendo o en el caso de que surjan nuevas cepas del virus que esquiven la protección que ofrecen las vacunas actuales. Si es así y tienen su hueco en el mercado, tendrán que demostrar alguna ventaja competitiva con respecto a las existentes, que al haber llegado primero, en teoría, tendrían más fácil su aceptación o su adaptación frente a otras variantes. Entonces, ¿en qué consistiría esa ventaja?

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Podrían ser más eficaces, pero también más fáciles de producir, más baratas u ofrecer más facilidades de cara a su distribución. “Con que la logística sea más sencilla podría ser suficiente, no haría falta mucho más”, afirma en declaraciones a Teknautas Jaime Pérez Martín, experto de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Entre otras cosas, aunque ya no se hable de esta cuestión, los requisitos de temperatura siguen siendo un obstáculo para su distribución en algunos países del mundo. Por otra parte, cabe pensar que también podrían ser más seguras. Los expertos consideran que las aprobadas hasta ahora ofrecen suficientes garantías, pero quizá gran parte de la población tendría menos recelos frente a vacunas nuevas que ante algunas de las actuales debido a las dudas que se han generado en relación a los efectos secundarios.

Lo cierto es que la mayoría de los proyectos son muy similares. Entre los ensayos clínicos que contabiliza la OMS, hay 12 vacunas basadas en ARN, como las de Pfizer-BioNTech y Moderna, y otras 16 que utilizan un vector viral, como AstraZeneca y Janssen. Sin embargo, hay enfoques más originales, precisamente, por el tipo de tecnología que emplean o incluso por la forma de administrarlas: casi todas son inyectables pero dos de las 87 utilizan la vía oral.

placeholder Una persona recibe una dosis de vacuna en el Wizink Center de Madrid. (EFE)
Una persona recibe una dosis de vacuna en el Wizink Center de Madrid. (EFE)

En términos de efectividad, “las vacunas de ARN están dando datos de resultados muy buenos, superarlas no va a ser sencillo”, afirma Martín Pérez, sobre todo porque están consiguiendo demostrar incluso que protegen frente a la infección. No obstante, “hay un dato que nos falta, que es la duración de la inmunidad, pero eso solo lo vamos a saber a largo plazo”. En general, esta nueva tecnología, nunca usada antes en vacunas comerciales hasta la llegada del coronavirus, ha resultado “mejor de lo que esperábamos los más optimistas”, añade. Incluso si las mutaciones del SARS-CoV-2 pusieran en peligro la protección que ofrecen, todo indica que podrían adaptarse con rapidez y lanzar nuevas versiones contra cualquier variante. De hecho, muchos expertos utilizan la expresión “segunda generación” no para referirse a nuevas vacunas contra el covid, sino a las modificaciones de las que ya conocemos.

Así que la gran baza de los proyectos que están por venir podría estar en cuestiones como la logística. El despliegue actual se justifica por una situación inédita y excepcional, pero si la vacunación contra el covid se convierte en periódica, al estilo de la gripe estacional, habría que buscar nuevas fórmulas. “Cuando no haya pandemia este modelo de repartos semanales para llegar con la vacuna a todos los sitios no es sostenible ni siquiera para los países más avanzados”, opina el experto. Las características de las vacunas actuales, con requisitos muy establecidos para su producción y distribución, hacen que la tarea sea compleja.

Huevos de gallina hiperproductivos

En los últimos días, ha llamado la atención de la comunidad científica la vacuna NDV-HXP-S, porque acaba de iniciar sus ensayos clínicos en Brasil, México, Tailandia y Vietnam, y está basada en un nuevo enfoque que, según los investigadores, no solo la haría más eficaz sino también más barata. Aunque su antígeno es la proteína S del virus, la misma estrategia que usan otras vacunas, a través de un diseño molecular más complejo “conseguiría una mejor adhesión de los anticuerpos a la proteína”, explica Pérez Martín; “es muy interesante, pero todavía faltan muchos datos”.

placeholder Luis Enjuanes, del laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB). (EFE)
Luis Enjuanes, del laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB). (EFE)

Sin embargo, no son esos detalles técnicos lo que más destacan sus desarrolladores (originariamente, la Universidad de Texas en Austin, la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EEUU, NIAID), sino el hecho de que su producción es más sencilla, porque la primera generación de vacunas del covid incluye ingredientes muy específicos y muy costosos, en particular las de ARN, que necesitan fábricas especializadas.

En cambio, estos investigadores han apostado por desarrollar la vacuna NDV-HXP-S en huevos de gallina embrionados. El proceso “no tiene ningún misterio, así se fabrican las vacunas de la gripe o las vacunas veterinarias”, apunta Raquel Carnero, consultora de la industria farmacéutica experta en vacunas. Es el embrión del pollo quien produce el antígeno. La novedad es que este proyecto ha conseguido que un solo huevo produzca entre cinco y diez dosis de vacuna, según sus promotores, utilizando virus de la enfermedad de Newcastle a los que se agrega la proteína S del coronavirus que debe reconocer el sistema inmunitario humano.

Esto no solo haría posible una gran producción, sino que la pondría en manos de decenas de países del mundo aunque no tuvieran una tecnología muy avanzada, porque el sistema de producción de vacunas a partir de huevos se utiliza desde 1930. Para ello, la Universidad de Texas permitirá que unos 80 países puedan usar sus avances para fabricar sus propias vacunas. De momento, Brasil ha recogido el guante y hace pocos días anunció que a partir de mayo fabricará esta vacuna con el nombre de ButanVac. El objetivo es producir 40 millones de dosis y empezar a inmunizar a la población brasileña, una de las más castigadas por el covid en todo el mundo, con este nuevo producto.

Sin embargo, no todo el mundo está convencido de la viabilidad de la idea. “Tiene buena pinta, pero ahora mismo hay una crisis con el suministro de este tipo de huevos, precisamente porque se necesitan para fabricar las vacunas de la gripe”, explica Carnero. A pesar de que este proyecto pretende sacarle mucho más rendimiento a cada uno “no hay suficiente producción a nivel mundial, así que no es tan fácil”. Incluso los fabricantes de vacunas de la gripe se encuentran en la tesitura de que “no dan abasto” y que en algunos casos incluso “tienen vendidas más de las que pueden producir”. En estos momentos, no tendrían capacidad para aumentar su producción y, por lo tanto, tampoco para asumir una supuesta producción de estas vacunas contra el covid. En definitiva, las plantas que ya fabrican otras vacunas con este sistema tendrían problemas para liberar recursos o personal y, si se ponen en marcha nuevas instalaciones para este fin, es difícil garantizar que tengan los suministros que necesitan.

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Foto: Reuters.

Incluso de cara a la adaptación a futuras variantes, “los métodos de fabricación que empleamos ahora mismo en las vacunas de ARN son más precisos que con el huevo”, advierte Pérez Martín. Además, “estamos viendo que las vacunas de ARN tienen una capacidad de producción muy grande. La cuestión es que podemos necesitar más fábricas y ahora mismo la demanda que hay es infinita”, reconoce. Asimismo, el problema del precio de las vacunas podría ser menos relevante de lo que algunos venden. “Para el mundo occidental no parece un problema; e incluso para los países en vías de desarrollo, con los fondos de ayuda que hay o el precio que tiene AstraZeneca, tampoco debería serlo”, comenta.

Una alternativa española sólida pero lenta

Entre los proyectos futuros más sólidos y originales podría estar el del laboratorio de Luis Enjuanes e Isabel Sola en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), según los expertos. El objetivo es que sea una vacuna de una sola dosis y que se aplique de forma intranasal, gracias a un espray, tal y como ha destacado recientemente el propio investigador. En teoría, de esta manera podría ofrecer mayor protección en las vías respiratorias, la puerta de entrada del SARS-CoV-2 al organismo. Además, utilizaría varios del propio virus y sería “autoamplificable”, lo que quiere decir que se puede multiplicar hasta 5.000 veces la dosis inicial. Esto la convierte en una vacuna muy potente.

“Ya existe una vacuna de gripe atenuada intranasal y funciona bien; si consigue el efecto de la protección de mucosas al mismo tiempo que la protección sistémica, es una cuestión importante”, destaca el experto de la AEV. La diferencia entre esa inmunidad sistémica y la inmunidad en las mucosas respiratorias es que esta última genera un tipo de anticuerpos determinado, las inmunoglobulinas IgA, que tienen cuatro sitios de unión al virus, de manera que son más eficaces para neutralizarlo.

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Foto: EFE.

La administración intranasal no es exclusiva de este proyecto español, pero tampoco es muy común, porque solo está prevista en siete de los ensayos clínicos que contabiliza la OMS. El problema es que esas iniciativas están más avanzadas porque el laboratorio de Enjuanes aún no ha comenzado esas pruebas en personas, de manera que, según sus propias previsiones, probablemente la vacuna no esté lista hasta principios de 2022. Incluso los proyectos de Mariano Esteban y de Vicente Larraga, también del CSIC, van más adelantados. ¿Tendrán hueco en el mercado las alternativas españolas?

¿Y si ya se ha producido la revolución?

Muchos creen que el covid va a traer una revolución en el ámbito de las vacunas, aunque probablemente ese cambio ya se ha producido con las de ARN. Su éxito frente al coronavirus ha disparado la euforia y ya se habla de su aplicación frente a muchas otras enfermedades. “Las vacunas de ARN van a suponer una revolución total. Lo que falta es solucionar la logística y, si lo consiguen, van a ser tan buenas que la competencia va a estar complicada”, destaca el vacunólogo de la AEV.

Algunas farmacéuticas, como Moderna, ya se han embarcado en el reto, hasta ahora imposible, de lograr una vacuna eficaz frente al VIH, pero ni siquiera con la tecnología del ARN será tan sencillo. “El VIH es un virus muy variable. Para el desarrollo de una vacuna es importante ver si el sistema inmunitario humano ha sido capaz de derrotar al microorganismo y en este caso no es así, hace falta un tratamiento antirretroviral”, explica. Si un microorganismo escapa de forma tan fácil a la inmunidad humana, es muy complicado desarrollar una vacuna cuyo objetivo es, precisamente, lograr una respuesta inmune. Aun así, “hay alguna que tiene datos muy buenos, así que esperemos que se logre”.

Al margen de ejemplos concretos, lo que parece cantado es que las vacunas de ARN tendrán muchas utilidades a partir de ahora, incluso para enfermedades que ya disponen de otro tipo de vacuna. El covid ha supuesto un terremoto sin precedentes en este campo de la investigación y, más allá de solucionar esta pandemia, los frutos se verán en la medicina de los próximos años.

Cuando los primeros corredores cruzan la meta dejamos de mirar la competición por mucho que estén ocurriendo cosas interesantes. Algo parecido sucede a veces con la investigación científica. La lista de candidatas a vacuna contra el covid de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabiliza ya 87 en ensayos clínicos, es decir, que se están inyectando a voluntarios de forma experimental. Otras 186 aún no han llegado a esa fase, pero siguen adelante y en muchos casos con buenas perspectivas, incluidos los proyectos españoles más relevantes. Sin embargo, lo hacen ya lejos de los focos, porque desde hace semanas nos preocupa mucho más cuándo nos van a llamar para recibir el pinchazo de Pfizer o Moderna o qué sucede con los trombos de AstraZeneca.

Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Pfizer OMS
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