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La misión espacial que acortaría la distancia de la Tierra con Urano y Neptuno
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Menos de diez años de preparación

La misión espacial que acortaría la distancia de la Tierra con Urano y Neptuno

El punto más cercano está a 4300 millones de kilómetros de nuestro planeta, lo que dificulta el envío de dispositivos que aterricen en su superficie

Foto: Imagen de Neptuno obtenida por el Voyager 2 el 20 de agosto de 1989 (Creative Commons)
Imagen de Neptuno obtenida por el Voyager 2 el 20 de agosto de 1989 (Creative Commons)

Los planetas Urano y Neptuno no han recibido ninguna visita desde que fueran sobrevolados a finales de la década de 1980 como parte de la misión Voyager. De hecho, las únicas imágenes disponibles de los gigantes helados fueron obtenidas gracias a la nave espacial enviada en esa ocasión. Desde entonces, los científicos se tienen que conformar con mirar a través de su telescopio o con la ayuda del Hubble, y están ansiosos por encontrar nuevas sondas.

Paul M. Sutter, astrofísico de la universidad SUNY Stony Brook de Nueva York (Estados Unidos), cuenta en Space que estos planetas, compuestos principalmente por agua y hielo de amoniaco, pueden "sentirse solos en los márgenes exteriores de nuestro vecindario celestial". Explica que este retraso se debe a que el punto más cercano a Neptuno está a 4300 millones de kilómetros de la Tierra, lo que complica el lanzamiento de dispositivos que lleguen al lugar.

Foto: The Cosmic Reef. (NASA)

Sin embargo, el especialista anima a los amantes del cosmos a tener esperanzas ante una nueva oportunidad, la cual parece más cercana que los gigantes de hielo: "Si lanzáramos a principios de la década de 2030 un cohete suficientemente poderoso, como el Sistema de Lanzamiento Espacial de la NASA, este podría llegar a Júpiter en algo menos de dos años", explica. "A partir de ahí, una sola nave espacial podría separarse en dos componentes, uno que iría en dirección a Urano (alcanzándolo en 2042) y otro a Neptuno (llegando a la órbita un par de años después)".

Necesidad de una mejor tecnología

Al posible éxito obtenido en el aterrizaje y la posterior "estancia" de la nave espacial en los planetas, se suma la información obtenida por los dispositivos a lo largo de su viaje. Estas arrojarían luz sobre un tipo de ciencia distinta, la de las ondas gravitacionales. "En la Tierra, los físicos reflejan rayos láser que permiten medir las ondas gravitacionales que pasan", prosigue Sutter.

placeholder Los astrónomos tienen que conformarse con observar los planetas a través de su telescopio o del Hubble (Unsplash)
Los astrónomos tienen que conformarse con observar los planetas a través de su telescopio o del Hubble (Unsplash)

En el momento en que las ondas, que son ondulaciones en el tejido del propio espacio-tiempo, atraviesan la Tierra, "distorsionan los objetos, comprimiéndolos y estirándolos en series alternas". Una vez en el detector, estas modifican de forma sutil la longitud entre espejos distantes, lo que "altera la trayectoria en los observatorios de ondas gravitacionales en una cantidad mínima" que suele ser menor al ancho de un átomo.

Foto: rover-perseverance-marte-nasa-aterrizaje

En las comunicaciones por radio desde una misión espacial tan distante de la Tierra se produce un efecto similar. Si se da el caso de que una onda gravitacional se abre paso a través del sistema solar, la distancia de la nave espacial cambiaría. De este modo, "la sonda estaría un poco más cerca de nosotros, luego más lejos, luego más cerca de nuevo", explica el especialista. Si se dispusiera de dos naves que trabajasen al mismo tiempo, los astrónomos obtendrían imágenes más nítidas de esa alteración.

Aunque la tecnología es actualmente insuficiente, Sutter subraya que los físicos están ahora mismo trabajando en la creación de nuevos detectores de ondas gravitacionales basados en el espacio. Un ejemplo de esto es la Antena Espacial de Interferómetro Láser (LISA, por sus siglas en inglés) que requiere una tecnología similar. "Dado que la misión a un gigante de hielo aún está a casi una década de distancia, podríamos dedicar más recursos para el desarrollo de la tecnología necesaria", estima el especialista.

Los planetas Urano y Neptuno no han recibido ninguna visita desde que fueran sobrevolados a finales de la década de 1980 como parte de la misión Voyager. De hecho, las únicas imágenes disponibles de los gigantes helados fueron obtenidas gracias a la nave espacial enviada en esa ocasión. Desde entonces, los científicos se tienen que conformar con mirar a través de su telescopio o con la ayuda del Hubble, y están ansiosos por encontrar nuevas sondas.

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