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España necesita ya un confinamiento para frenar el covid, pero no como el de marzo
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No valen solo 15 días

España necesita ya un confinamiento para frenar el covid, pero no como el de marzo

Los expertos piden endurecer las medidas, pero rechazan un confinamiento duro: si es corto no serviría y es necesario preservar los paseos, la actividad deportiva y los colegios

Foto: Un hombre recibe la vacuna del covid. (Reuters)
Un hombre recibe la vacuna del covid. (Reuters)
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Tras alcanzar el récord diario de contagios de la pandemia, con 38.869 casos el pasado miércoles, y mantener ayer una elevadísima cifra de 35.878, España se enfrenta a una tercera ola de covid pavorosa. No sabemos hasta dónde puede crecer la curva y algunas UCI ya se acercan al colapso. Para colmo, las vacunas administradas aún no alcanzan al 1,5% de la población. Así que las comunidades autónomas han empezado a reaccionar con diversas medidas: ampliar los toques de queda, decretar nuevos cierres perimetrales, reducir el horario de comercios y hostelería o proceder a la clausura total de interiores en estos establecimientos son algunas de las más importantes. ¿Suficiente o hay que hacer algo más?

Andalucía, Murcia, Asturias y Castilla y León hablan directamente de confinamiento domiciliario, al menos, para pedir al Gobierno un cambio en el estado de alarma que permita utilizar esta herramienta en caso de necesidad. El Ministerio de Sanidad lo rechaza, como ya hizo en la segunda ola, mientras que algunos profesionales y organizaciones, como el Colegio de Médicos de Murcia, hablan de aplicar esta medida por un periodo breve, de unas dos semanas de duración. La idea es cortar de raíz los contactos con la máxima restricción posible para detener la cadena de contagios, una fórmula parecida a la de marzo, pero mucho más corta en el tiempo.

Foto: Uno de los primeros vacunados en Madrid. (EFE)

La mayoría de los epidemiólogos no comparte que una acción breve pueda ser realmente eficaz. “Ni sería cuestión de 15 días ni volveríamos a la tranquilidad”, afirma en declaraciones a Teknautas Óscar Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “El problema es la expectativa que se lanza: que nos vamos a confinar poco tiempo y, después, todos tan felices”, añade.

“Con dos semanas, no haríamos casi nada”, comparte Ignacio Rosell, asesor de la Junta de Castilla y León, “en ese tiempo, las cifras no bajan, incluso seguirían aumentando los casos por los contactos intrafamiliares”, de manera que cuando se levantase la medida, el virus seguiría circulando ampliamente. Por eso, considera que el mínimo sería de un mes, pero admite que habría muchas diferencias con respecto a marzo: “La gente podría salir al aire libre, a hacer deporte y a pasear; pero no a sitios cerrados, como bares, tiendas no esenciales u otras casas”, comenta.

Los expertos coinciden en que la gravedad de la situación exige tomar medidas, pero en su mayoría rechazan hablar de un nuevo confinamiento duro. “Son necesarias nuevas restricciones que en muchos países europeos llamarían confinamiento, pero aquí no, porque no se trata de repetir una situación como la de marzo”, asegura Pedro Gullón, experto de la Universidad de Alcalá de Henares y coautor del libro ‘Epidemiocracia’. Además de no ser necesario, argumenta, volver a una limitación semejante sería muy negativo “por las consecuencias secundarias que tiene”.

Lecciones aprendidas

En cualquier caso, admite que se necesitan “acciones rápidas y contundentes” similares a las que ya han tomado los países de nuestro entorno. “Cuando se dice que Alemania ha confinado, en realidad lo que ha hecho es parar la actividad económica no esencial y obligar al teletrabajo. Nos tendríamos que mover en esa dirección”, señala. El Reino Unido o Portugal también hablan de confinamiento, pero la gente puede salir a la calle, al igual que en la primera ola en la mayoría de los países.

placeholder El ministro de Sanidad, Salvador Illa. (EFE)
El ministro de Sanidad, Salvador Illa. (EFE)

Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), cree que “hay que aprender de los errores y aprender de los demás”. En ese sentido, “ya tenemos identificado dónde corremos riesgo y dónde no”, por lo que no tiene sentido restringir actividades al aire libre que no conlleven aglomeraciones. Más bien al contrario, salir a la calle es necesario para “evitar los problemas asociados de salud mental y de agotamiento que produjo el anterior confinamiento”. El aislamiento y la soledad no deseada también derivan en problemas de salud, a los que se añaden dramas sociales como el agravamiento de los casos de violencia de género.

España fue más estricta que otros países en marzo, probablemente de forma innecesaria, pero “hay una cosa que se hizo mejor en la primera ola que en la segunda: las medidas no se quitaron hasta que la curva bajó de verdad y se hizo de forma gradual”, destaca Gullón. “Es cierto que la desescalada fue rápida, pero estábamos con unas incidencias muy bajas”, añade, incluso sin registrar un solo caso en algunos sitios. En cambio, en la segunda ola, las comunidades comenzaron a relajar las restricciones con una incidencia acumulada en 14 días superior a 150 casos por 100.000 habitantes. Con esa base, el aumento de contactos de las fechas navideñas ha tenido un efecto multiplicador.

No obstante, la segunda ola también dejó lecciones positivas. “Hemos aprendido a evitar los extremos y a ver que podemos implementar medidas graduales que, en función de la situación epidemiológica, también pueden llegar a doblegar la curva si las mantenemos en el tiempo”, señala el epidemiólogo.

Para Zurriaga, otra enseñanza de este último año es que una medida indiscriminada, común a todos los territorios, genera situaciones injustas y de eficacia muy discutible. En concreto, “ya vimos que hay localidades pequeñas en las que el confinamiento no tenía sentido; aunque salgan todos los vecinos de casa, ni se ven. Todo no sirve para todos en todos los sitios”, afirma.

Medidas concretas

Entonces, si no es necesario llegar al confinamiento duro como el de marzo, ¿qué hay que hacer? “La diferencia entre un confinamiento total y parar la actividad económica no esencial es muy pequeña en términos de contagio, pero el balance entre riesgo y beneficio es muy alto”, asegura Gullón. “Dar paseos no contagia y la posibilidad de que haya reuniones privadas sin establecimientos abiertos y con toque de queda es mínima”, añade.

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Reuters.

Así que las principales medidas que se pueden tomar, en realidad, ya se han puesto en marcha en los últimos días en la mayor parte de las comunidades, especialmente en las más afectadas. La limitación de movimientos y contactos que implican los toques de queda, las restricciones a bares y comercios o los cierres perimetrales deberían dar sus frutos. “Lo lógico es esperar a ver los resultados, ponemos una medida y queremos que al día siguiente funcione, cuando sabemos que se necesitan 10 o 15 días para ver su eficacia”, advierte Zurriaga. “La situación es mala y no vemos en qué punto puede cambiar la tendencia, pero me gustaría pensar que a finales de este mes será así”, añade. Además, “a veces se nos olvida que no hay medida que salga gratis”.

Tampoco existe un manual de instrucciones que se apoye en la evidencia científica necesaria. “Hemos desarrollado mucha ciencia en la búsqueda de tratamientos, la vacuna o el conocimiento de la transmisión por aerosoles; pero poca relacionada con ciencias sociales y políticas, en el sentido de evaluar las medidas que funcionan”, comenta Franco. No obstante, sí hay datos preliminares y muchos indicios que, en esta ocasión, señalan las carencias.

Una de ellas es que, al margen de dictar medidas, hay que vigilar su cumplimiento. “Estamos presionando para que se pongan más medidas y no sabemos si se cumplen las que hay”, señala el vicepresidente de la SEE. El ámbito laboral es uno de los más complejos de monitorizar. “A pesar de la subida de casos, muchas empresas siguen planteando la vuelta a las oficinas cuando los beneficios del teletrabajo son muy altos, no solo para los propios trabajadores que se lo pueden permitir y evitan contagios, sino porque los transportes van más vacíos en beneficio de los que inevitablemente tienen que acudir a un empleo presencial”, destaca Gullón.

¿Qué hacer con los colegios?

Muy relacionado con esta cuestión está el debate sobre la apertura de los colegios. Si la situación lleva a plantear medidas cercanas al confinamiento domiciliario, ¿en qué lugar queda el mundo de la enseñanza presencial, que fue descartada en la primera ola, pero funcionó durante la segunda? “El sistema educativo es el que mejor ha funcionado a la hora de establecer protocolos y a la hora de reaccionar con flexibilidad para normalizar comportamientos”, comenta el portavoz de Sespas.

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EFE.

En su opinión, cuestiones como la ventilación, los grupos burbuja y la adaptación a las actividades 'online' han ofrecido “grandes resultados” y no hay motivo para cambiar. “Puestos a defender que haya trabajos esenciales, la educación debe mantenerse. Después de lo ocurrido el curso pasado, hay que hacer todos los esfuerzos posibles para salvar este”, opina.

Además, “es un pilar que sostiene la igualdad y apoya a los que más lo necesitan. Si no protegemos el sistema, quienes más lo sufrirán son las familias con pocos recursos tecnológicos en casa y los padres que trabajan”, asegura. El problema nos devuelve a los comienzos de la pandemia: “¿Niños a cargo de los abuelos mientras los padres trabajan?”, se pregunta Rosell, “hay que tener cuidado con eso”.

Tras alcanzar el récord diario de contagios de la pandemia, con 38.869 casos el pasado miércoles, y mantener ayer una elevadísima cifra de 35.878, España se enfrenta a una tercera ola de covid pavorosa. No sabemos hasta dónde puede crecer la curva y algunas UCI ya se acercan al colapso. Para colmo, las vacunas administradas aún no alcanzan al 1,5% de la población. Así que las comunidades autónomas han empezado a reaccionar con diversas medidas: ampliar los toques de queda, decretar nuevos cierres perimetrales, reducir el horario de comercios y hostelería o proceder a la clausura total de interiores en estos establecimientos son algunas de las más importantes. ¿Suficiente o hay que hacer algo más?

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