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48 horas con un medidor de CO2

Identificamos los puntos calientes donde evitar nuevos supercontagios

Casa
Coche
Universidad
Metro
Autobús
Centro comercial
Oficina
Médico

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Antonio Villarreal

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Laura Martín Pablo L. Learte Carlos Muñoz Luis Rodríguez

Tras varios meses de pandemia, ha quedado demostrado que la principal vía de contagio del SARS-CoV-2 se produce mediante los aerosoles, es decir, respirando el coronavirus cuando éste es exhalado por una persona contagiada, tenga o no síntomas. Por eso se ha popularizado la recomendación de hacer actividades en exteriores: como la concentración de virus aerosolizado es muy pequeña, los riesgos de contagiarse también.

La cantidad de CO2 (aire exhalado por otras personas) en una cierta habitación es una medida del riesgo de contagio

“Se sabe por muchos estudios de rastreo de contactos que es 20 veces más fácil contagiarse en interiores que en exteriores”, explica a El Confidencial el químico atmosférico José Luis Jiménez, profesor en la Universidad de Colorado. “También se sabe, por las bases de datos de contagios en superpropagación, que hay muchísimos más en interiores que en exteriores, y los primeros tienen muchos más casos”.

Medidor de CO2 usado en este reportaje
Medidor de CO2 usado en este reportaje.

Jiménez, uno de los académicos más renombrados en el estudio de la correlación entre la concentración de aerosoles y los contagios de covid-19, apunta que la clave es compartir el aire en sitios cerrados con mala ventilación. “La cantidad de aire exhalado por otras personas en una cierta habitación es una medida del riesgo”, señala. Afortunadamente contamos con dispositivos capaces de cuantificar este riesgo: los medidores de CO2.

La cantidad de CO2 (aire exhalado por otras personas) en una cierta habitación es una medida del riesgo de contagio

La cantidad basal de CO2, como sabemos por los estudios de cambio climático, ha aumentado en los últimos años hasta sobrepasar las 400 partes por millón de moléculas de aire. Es lo que nos encontramos al caminar por el campo. Sin embargo, en interiores el peligro aumenta: “Si en una habitación hay 800 partes por millón esto quiere decir que el 1% del aire que respiramos lo estamos respirando por segunda vez”.

Equipados con uno de los medidores más precisos del mercado, nos lanzamos a comprobar dónde está realmente el riesgo en nuestro día a día. El indicador se pondrá en ámbar al superar el límite de 1.000 partes por millón y en rojo al superar las 1.400 ppm. El objetivo, por tanto, es ser capaces de vivir por debajo de las 800 en una ciudad como Madrid. Veamos si es posible.

01. Casa
568-1682 ppm
Personas: Dos
Medidas: Sin protección

Al llegar al apartamento, el medidor se dispara de 623 a 1682 ppm en cuestión de 15 minutos. Las ventanas están cerradas y la calefacción está puesta. Tras apagar la calefacción y abrir dos ventanas opuestas para que haya corriente, la concentración de dióxido de carbono vuelve a reducirse por debajo de 800. Una hora más tarde está en 585 ppm.

No es de sorprender que tantos de los brotes se produzcan en entornos domiciliarios. En una comida familiar no es normal adoptar medidas de protección pero mejorar la ventilación puede ayudar a que un solo infectado no acabe contagiando a todos los demás.

02. Viajar en coche
867-1103 ppm
Personas: Una - dos
Medidas: Sin protección

El segundo sitio donde el medidor registró mayores picos de concentración fue en los desplazamientos en coche. Cuando uno viaja solo puede estar fácilmente por debajo de los 700 ppm, pero si alguien más sube al coche y las ventanillas están cerradas, la aguja empieza a trepar rápidamente por encima de las 1.100 partes de CO2 por millón en apenas diez minutos.

Uno de los descensos más bruscos se produce, precisamente, al salir de un coche compartido. El medidor pasó en un par de minutos de 1098 a 484.

Son entornos muy sensibles. Un ascensor también lo es, pero apenas pasamos unos segundos compartiendo espacio en ellos. Sin embargo, en un coche uno puede pasar mucho más tiempo de trayecto compartiendo aire exhalado. Es importante, por tanto, extremar las precauciones cuando viajamos en un taxi o un coche ajeno, incluso con mascarillas.

03. En la universidad
440-484 ppm
Personas: 22
Medidas: Ventilación, control de aforo y separación de asientos

Muchas de las clases de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense se han trasladado al Paraninfo, un aula de techos altos, gradas semicirculares y ventanas abiertas. Eso permite que pese a que hay más de una veintena de personas en el aula, los niveles de CO2 se mantengan cómodamente entre las 463 y las 484 ppm.

Otra prueba, en uno de los pasillos de la facultad, arroja valores más o menos parecidos. Puede subir o bajar en 50 partes en función del número de gente que circule en cada momento, pero la concentración de aire suele mantenerse a raya por debajo de 500.

No es sorprendente que la mayor parte de contagios en la universidad se asocien a reuniones extracurriculares, colegios mayores o fiestas. El riesgo siempre existe, pero la posibilidad de un supercontagio en las facultades se minimiza mucho.

04. En el metro
545-829 ppm
Personas: Vagón medio lleno
Medidas: Ventilación, control de aforo, sin separación

El transporte público es habitualmente objeto de sospecha, pese a que Jiménez y otros estudiosos del asunto suelen clasificar los viajes en metro como de un riesgo medio-bajo. ¿Por qué? Principalmente, porque la gente va en silencio, los trayectos son generalmente breves y porque el flujo de aire es continuo entre la gente que entra y la que sale.

“En el transporte público depende mucho de qué metro en particular y qué autobús en particular”, apunta Jiménez. “Los metros modernos suelen tener mucha ventilación y un cambio de aire muy fuerte, lo cual es positivo. Si la gente dentro mantiene una distancia, llevan mascarillas y no hablan el transporte público puede ser bastante seguro”.

Un viaje en la Línea 6 desde Ciudad Universitaria hasta República Argentina sirve para apuntalar estas impresiones. Dentro del vagón, donde están ocupados todos los asientos (no existen medidas de separación) y algunas personas de pie, la concentración de dióxido de carbono oscila entre 603 y 829, en función de la ocupación del vagón.

En el andén, casi vacío tras marcharse el tren, es donde el aire goza de un nivel más bajo, 545 ppm.

05. En el autobús
549-707 ppm
Personas: Autobús a menos del 50% de ocupación (20 personas)
Medidas: Sin ventanas abiertas ni separación de espacios

El autobús es el otro transporte público donde mucha gente cree estar exponiéndose al contagio. Un recorrido en la línea 126 entre Barrio del Pilar y Nuevos Ministerios ayuda a despejar algunos temores.

La concentración de CO2 es incluso menor que en el metro. Dependiendo de lo lleno que esté el bus, se mueve entre los 707 y los 549 al final de la línea, cuando prácticamente estaba ya vacío.

“Es muy variable, hay autobuses más viejos que sí podrían tener concentraciones mayores de CO2, por lo que si las empresas no desvelan estas cantidades, los propios usuarios sí que podrían hacerlo”, dice Jiménez.

06. En el centro comercial
534-584 ppm
Personas: Más de 50 personas
Medidas: Sin medidas de separación

¿Es peligroso ir de compras? Como siempre, el tiempo que pasamos dentro de un edificio incrementa el riesgo, pero a priori, los espacios amplios que suele haber en estos recintos juegan en contra de cualquier evento de supercontagio.

Hacemos una prueba en El Corte Inglés de Nuevos Ministerios. Pese a ubicarnos lejos de la puerta y de cualquier salida de aire —todas las medidas que estamos haciendo reúnen estas condiciones— la concentración de CO2 permanece saludablemente por debajo de los 600 ppm.

07. En la redacción de El Confidencial
555-692 ppm
Personas: 20 - 30
Medidas: Separación de espacios, filtros ventilación

Muchos españoles pasan en un edificio de oficinas más de un tercio de sus días, lo cual es un problema dado que muchas de ellas no permiten la modificación de sus condiciones de ventilación: por ejemplo, no cuentan con ventanas y solo dependen de la climatización centralizada del edificio.

En el edificio de oficinas de Pozuelo de Alarcón donde se ubica este periódico, entre otras medidas anti-covid como el uso obligatorio de mascarillas, se está practicando la reducción de aforo y separación de puestos de trabajo. En función de las personas que haya en cada momento, los niveles de CO2 dentro de la redacción oscilan entre las 555 y las 676 ppm, lo cual es un indicador bastante prometedor, ya que las mediciones están hechas en torno a mediodía, en estos momentos la fase del día con más actividad dentro de la redacción.

08. Visita al médico
827-1205 ppm
Personas: 6 - 8
Medidas: Separación de espacios

Algunos estudios realizados en Reino Unido asocian entre un 6% y un 15% de los contagios a una transmisión nosocomial, es decir, producida en un hospital al que uno acude para tratarse cualquier otra enfermedad o afección.

Realizamos una visita rutinaria a un hospital ubicado en la calle Arturo Soria de Madrid. Algunas de las salas de espera, especialmente cuando se ubican en zonas de entreplanta o sótano, carecen de ventanas y suelen reunir a un número de personas durante tiempos que pueden llegar a ser prolongados, especialmente si hay retrasos.

Aquí la concentración superó las 844 partes por millón y en algunos momentos rozó las 1.200 ppm. Esto demuestra una vez más que, ante la ausencia de ventilación adecuada, sube enteros la importancia de otras medidas como la limitación de aforo o la separación de asientos, que permitieron que la afluencia en esta sala se mantuviera por debajo de las ocho personas continuamente.

Comparativas

¿Hay mucha diferencia entre comer en una terraza cerrada o en el interior de un bar bien ventilado? ¿Y dentro de casa? Para comprobarlo hemos empleado el medidor en dos situaciones diferentes. Estos son los resultados.

La primera noche, sin ventilar, la casa llegó a 1.566 ppm de CO2. La segunda, solo abriendo una rendija las ventanas, se mantuvo en torno a 750

Casa cerrada vs. casa ventilada

Cerrada
Ventilada

47 metros cuadrados, dos personas y un perro —que también emite CO2— en dos noches consecutivas. En la primera de ellas, todas las ventanas de la casa permanecieron cerradas. Aunque la casa a las 21:30 estaba aún ventilada, por efecto de haber abierto las ventanas durante la tarde, en cuestión de una hora ya superábamos las 1.000 ppm. A lo largo de la noche y hasta la mañana siguiente, el CO2 se mantuvo por encima de 1.200 y superó los 1.400 que delimitan la ‘zona roja’ en varias ocasiones.

La primera noche, sin ventilar, la casa llegó a 1.566 ppm de CO2. La segunda, solo abriendo una rendija las ventanas, se mantuvo en torno a 750

“Mucha gente que está empezando a medir nos dice lo mismo, que donde más concentración encuentran es en sus casas, que en España parecen estar muy bien selladas y apenas sale aire por las grietas o debajo de la puerta”, explica José Luis Jiménez.

La noche siguiente, tras una tarde sin apenas ventilación en casa, alcanzamos los 1.566 ppm de CO2 en torno a las nueve de la noche. En aquel momento abrimos simplemente una rendija las ventanas abatibles del salón y otra en la cocina, para establecer una ligerísima corriente.

Como resultado, el CO2 durante la noche, tras tocar fondo (599) poco después de las doce, se mantuvo consistentemente en torno a 750. Casi un 40% menos que la noche anterior con apenas un par de rendijas abiertas. El medidor permite comprobar también que la noche del 11 (con ventanas cerradas) la temperatura en casa estuvo entre los 18,5 y los 19,8ºC, mientras que la noche del 12 (con ventanas ligeramente abiertas) la temperatura osciló entre los 18,3 y los 19,9ºC, es decir, una diferencia imperceptible en el frío a cambio de una mejor calidad del aire.

Comer en terraza vs. comer en interior

Terraza
Interior

Desde que terminó el confinamiento, siempre solemos optar por comer en terraza para tener la mínima probabilidad de contagio, ¿pero cuál es realmente la diferencia?

En un bar de menús de la Avenida de Europa, optamos por comer en una de esas falsas terrazas, con un techo y un par de paredes pero una de ellas abierta al exterior. La buena noticia es que la concentración dentro de estos habitáculos —la ocupación era mínima en aquel momento— es casi similar a la que podríamos encontrar en terrazas totalmente al aire libre. Entre 440 y 467 ppm.

Para el café, sin embargo, optamos por el interior del bar, que afortunadamente cuenta con dos puertas enfrentadas y permanentemente abiertas. A pesar de contar con entre 15 y 25 clientes en todo momento, los niveles de CO2 no fueron tremendamente superiores a los registrados en la falsa terraza, entre 525 y 549 ppm de dióxido de carbono.

Es un experimento interesante para perder el miedo a entrar en determinados sitios. No es solamente el factor interior lo que importa, sino que es importante fijarse en que el local tenga al menos un par de salidas abiertas, separación entre las mesas y una ocupación media-baja.

“Mi impresión es que los sitios cerrados con poca ventilación, donde entras y huele… ya sabes que allí el aire no se está cambiando mucho, pero lo importante no es tanto fiarse de las impresiones sino medirlo con estos aparatos”, concluye el profesor de la Universidad de Colorado en Boulder.

“A los alumnos les decimos que hay que venir a clase bien abrigados y no quitarse el abrigo”

Su uso comienza a extenderse

Recientemente, la Comunidad de Madrid ha sugerido a la hostelería hacerse con este tipo de sensores, pero lo cierto es que muchas instituciones ya se han adelantado.

Miguel Palacios, profesor en la ESCP Business School, escuchó de primera mano de su primo José Luis Jiménez las maravillas de los medidores de CO2 como centinelas del riesgo de contagio y propuso aplicar en la escuela, donde da clase de Innovación y Gestión de Empresa Familiar, todas estas medidas. Además de las habituales recomendaciones de aforo o toma de temperatura, el campus, ubicado en la zona de Puerta de Hierro, cuenta hoy con una veintena de medidores en las clases.

“A los alumnos les decimos que hay que venir a clase bien abrigados y no quitarse el abrigo”

Cada uno de ellos informa de la concentración de CO2 que hay en el aula, lo cual permite al bedel, que tiene todos los medidores controlados en una tableta, descubrir cuándo alguien ha cerrado la ventana de la clase, algo que salta inmediatamente a la vista porque las medidas de CO2 en una de ellas empiezan a escalar.

De un simple vistazo pueden observar cómo se encuentra la ventilación de todo el edificio. “Cada diez minutos recibimos los datos actualizados”, explica. Además de esto han incorporado purificadores de aire en cada aula. El resultado es que desde principio de curso no han registrado ningún contagio en sus instalaciones. Por supuesto, estas medidas no eliminan por completo el riesgo de un contagio, pero sí de un supercontagio.

El único precio a pagar es un poco más de frío. “A los alumnos les decimos que hay que venir bien abrigados y no quitarse el abrigo”, indica Palacios.

Metodología

Los medidores usados en este reportaje son de la marca letona Aranet y el modelo 4 Home, uno de los pocos del mercado que cuentan con tecnología NDIR o de medición por infrarrojos. Para Jiménez son de los más homologables a los medidores que él utiliza en laboratorio. Aunque este último tiene un precio más elevado (entre 199 y 299 euros dependiendo del modelo) que otros medidores, la demanda ha sido tan grande en las últimas semanas que cuesta bastante encontrar uno.

En realidad, aunque menos precisos o con mayor margen de error pueden encontrarse dispositivos capaces de medir el CO2 desde 30 euros y la gran mayoría están por debajo de 100. “No hace falta que sea lo mejor posible, pero sí que no sea malo”, dice Jiménez. “Hay algunos que están basados en narices electrónicas e igual te suben el CO2 cuando te pones gel hidroalcohólico o hay humedad”.

“Lo más importante es que el medidor que vamos a comprar tenga un sensor NDIR incorporado ya que esto nos aportará una mayor precisión en la medición de CO2”, indica Cristian Navarro, manager en España de Aranet. “Normalmente nuestros clientes han sido investigadores o empresas que quieren mejorar la calidad del aire en su entorno, pero ahora la demanda es muchísimo mayor: desde particulares a universidades, restaurantes, empresas con oficinas, escuelas…”

Para realizar todas estas mediciones hemos establecido varias normas: guardar una cierta distancia interpersonal para ubicar el medidor, ya que la respiración podría afectar a los registros, no situarlo en puertas o corrientes para que la medida sea lo más representativa posible del aire que se está respirando en un entorno y por último, dejarlo al menos un cuarto de hora en un mismo sitio (el medidor empleado toma medidas cada 5 minutos) para que sea algo representativo.