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Moderna vs. Pfizer vs. AstraZeneca: qué diferencia las vacunas que te van a inyectar
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Riesgos y promesas

Moderna vs. Pfizer vs. AstraZeneca: qué diferencia las vacunas que te van a inyectar

El anuncio de la eficacia de la vacuna de Moderna dispara las comparaciones con Pfizer y las expectativas ante los inminentes resultados del proyecto de la Universidad de Oxford

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Como esperaban los expertos, el anuncio de la alta eficacia de la vacuna de Pfizer y BioNTech de la semana pasada no era más que el pistoletazo de salida del verdadero esprint final en la carrera por la vacuna del covid. Una semana más tarde, la compañía estadounidense Moderna también ofrece los primeros resultados preliminares de la fase 3 de su ensayo clínico y, además, supera la eficacia. De “más del 90%” pasamos a un 94,5%. En medio, el proyecto de la vacuna rusa Sputnik V también adelantó que su eficacia llegaba al 92%. Ya solo queda esperar el siguiente anuncio y ver si la escalada de eficacia (y 'marketing') se mantiene.

En realidad, los números son muy similares. De los más de 30.000 voluntarios reclutados para el estudio de Moderna (la mitad recibieron la vacuna y la otra mitad un placebo), los investigadores estudiaron 95 casos infectados, de los cuales 90 pertenecen al grupo que no había recibido la dosis y solo cinco eran de los vacunados. Sin embargo, también hay algunas diferencias que, aunque pequeñas, pueden hacer que desde el punto de vista científico o logístico alguna de las dos apuestas, Pfizer o Moderna, sea más recomendable que la otra.

Foto: Personal médico suministra una vacuna a un paciente. (iStock)
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¿Nos inyectaremos alguna de las dos? No tan rápido. “De aquí a final de año, es probable que tengamos los resultados provisionales de cinco proyectos”, augura en declaraciones a Teknautas el experto en vacunas José Antonio Navarro Alonso, miembro de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Y si alguna vacuna de las que aún no han anunciado sus resultados preliminares tiene más papeletas para acabar en España, esa es sin duda la de la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca. A pesar de que tuvo que paralizar las pruebas unos días tras detectar enfermedades en dos voluntarios, es probable que el retraso no sea muy significativo.

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La estrategia de los grandes fabricantes ha sido realizar en paralelo las fases 1 y 2, reclutando rápidamente a los miles de personas necesarios para los ensayos clínicos en fase 3 y fabricando dosis desde el principio, incluso cuando no se sabía si funcionaría, una apuesta arriesgada pero que ahora puede dar grandes beneficios. Por eso, varios proyectos están ofreciendo resultados casi a la vez y lo seguirán haciendo. Si tomamos como referencia Pfizer, Moderna y AstraZeneca, ¿qué las diferencia? Vamos a compararlas.

Las técnicas

Tanto la vacuna de Moderna como la de Pfizer están basadas en ARN mensajero, un nuevo método de fabricación de vacunas. Tradicionalmente, inyectar una vacuna supone introducir en el organismo antígenos, que suelen ser patógenos debilitados para que no provoquen la enfermedad, pero sí logren estimular el sistema inmunitario de forma que reaccione si se produce la auténtica infección. En el caso de estas nuevas vacunas, el objetivo es que nuestras propias células fabriquen los antígenos.

Por eso, lo que se inyecta es ARN, un intermediario que transforma el ADN (nuestro código genético) en proteínas. En concreto, este ARN va envuelto en lípidos para llegar hasta las células humanas con las instrucciones para que ellas mismas fabriquen la proteína S. Esta molécula de la superficie del coronavirus es clave en la infección, porque le sirve al SARS-CoV-2, precisamente, para acceder a las células y replicarse. Las vacunas consiguen que la proteína S salga al torrente sanguíneo en grandes cantidades y así se desencadena la respuesta inmune, por medio de anticuerpos y células de memoria, elementos de protección que ya quedan listos para combatir el auténtico virus si llega a introducirse en el cuerpo. “La idea es sencilla, pero se han necesitado muchos años de investigación para llegar a tener vacunas de ARN mensajero”, comenta Navarro Alonso, y con esta tecnología a punto, ha sido más fácil desarrollarlas específicamente para la protección frente al coronavirus.

La técnica de AstraZeneca es diferente, porque no está basada en ARN mensajero, sino en un adenovirus de chimpancé. No obstante, busca exactamente lo mismo: que nuestro sistema inmunitario reaccione frente a la proteína S del SARS-CoV-2. En este caso, “es un virus de chimpancé que ha sido transformado genéticamente para que no se replique en el organismo, pero que también lleva un gen que provoca la síntesis de la proteína S”. En definitiva, “el vehículo que lleva la información para fabricar la proteína S es distinto, pero el objetivo es similar”.

Los resultados

Aunque los datos puedan parecer muy similares, hay algunos matices importantes. Más que diferencias, se trata de que Moderna ha facilitado algo más de información. Uno de los puntos más interesantes es que los 95 casos de coronavirus incluyeron 15 personas mayores de 65 años, un dato muy positivo porque es donde se concentran los casos graves. “No creo que haya mucha diferencia con Pfizer, porque al analizar los protocolos, sus objetivos eran básicamente los mismos y no había muchas diferencia en cuanto al perfil de voluntarios que reclutaban”, apunta Navarro Alonso.

Estos datos aún no se pueden comparar al mismo nivel con AstraZeneca, que aún no ha anunciado los resultados preliminares de infectados. Sin embargo, ya hace semanas que la compañía británica filtró de manera informal que en los mayores de 55 años lograba una buena respuesta en cuanto al desarrollo de anticuerpos y células T de memoria inmunitaria.

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Foto: Reuters.

Otro aspecto relevante de la información de Moderna es que especifica que 11 casos de covid detectados entre sus voluntarios fueron graves. Todos ellos se encontraron en el grupo de placebo y ninguno en el grupo vacunado. Esta información, que no fue tan específica en el anuncio de Pfizer, es esencial, ya que los expertos se preguntan qué clase de protección pueden ofrecer exactamente las vacunas: si evitarán casos graves y en qué medida, o también los leves y asintomáticos.

Desde el punto de vista logístico, Moderna también parece tener una ventaja para la distribución, ya que no necesita temperaturas de ultracongelación (-70ºC en el caso de Pfizer) para conservar la vacuna. “Sin duda, más fácil, cualquier congelador de los que tenemos en casa llega a -20ºC, pero hay que tener en cuenta que Pfizer está trabajando en la búsqueda de una vacuna más estable, pero incluso si no lo consigue, tratará de facilitar la distribución con contenedores de hielo seco. Tampoco AstraZeneca tendrá problemas, puesto que su vacuna no requiere ese nivel de frío.

¿Qué falta por saber?

El hecho de que los anuncios de las dos compañías que apuestan por la vacuna de ARN hayan llegado a través de comunicados de prensa y no en forma de artículos científicos ha levantado algunas suspicacias y deja ciertas dudas en el aire. “Los técnicos queremos analizar todos los datos para llegar a nuestras propias conclusiones, pero tanto el anuncio de Pfizer como el de Moderna son muy buenas noticias. Son datos provisionales de comunicados de prensa y sabemos que las compañías no van a mentir, pero también que faltan datos”, apunta el especialista de la AEV.

Conocer si alguna de las vacunas impide que el virus se replique en el aparato respiratorio superior es fundamental para el transcurso de la pandemia, porque si es así, podría impedir la transmisión del virus entre personas y, por lo tanto, proteger indirectamente no solo a los vacunados, sino a las personas con las que se puedan relacionar. En caso de que no sea así, podríamos estar ante vacunas que evitasen los casos leves, pero que no limitasen los contagios.

La duración de la inmunidad es otro aspecto que está por conocer, pero en este caso no se trata de que las farmacéuticas omitan esa información en sus comunicados, sino de que ha pasado aún muy poco tiempo para tener datos. Para el futuro, será un dato capital conocer si las vacunas ofrecen una protección prolongada o si, por el contrario, la inmunización es muy corta y será necesario vacunar periódicamente para controlar las epidemias, como pasa con la gripe.

Los acuerdos con la UE

La semana pasada, tras el anuncio de los resultados preliminares de Pfizer y BioNTech, la Comisión Europea anunciaba un acuerdo para la adquisición por parte de los 27 países miembros de 300 millones de dosis de esta vacuna, 200 de forma directa y una opción para la compra de otros 100. De ellos, unos 20 podrían acabar en España. Estas cifras hay que dividirlas entre dos para conocer la cobertura real, ya que se necesitan dos dosis para inmunizar a cada persona.

Con este último acuerdo, esta compañía se ponía al nivel de AstraZeneca, que hasta ese momento era la farmacéutica que había cerrado un mayor contrato con la UE, otros 300 millones de dosis. En el caso de Moderna, el compromiso era mucho más limitado, ya que se habían acordado unos 80 millones de dosis. ¿Las novedades de este lunes harán que la multinacional estadounidense también saque tajada de su anuncio?

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Foto: Reuters.

Es probable que lo tenga más difícil porque, en principio, su producto es mucho más caro: unos 60 euros por paciente, frente a los 18 euros de Pfizer y los 5,80 de AstraZeneca, que ya hace meses anunció que distribuiría al menos 400 millones de dosis a precio de coste, es decir, sin ánimo de lucro.

Otras vacunas muy próximas

En la carrera por comercializar cuanto antes una vacuna contra el covid, también China y Rusia cuentan con proyectos avanzados, en la fase 3 de los ensayos clínicos, pero las autoridades europeas no prevén incorporarlos. Sin embargo, hay otras dos apuestas occidentales que se pueden equiparar a los proyectos de Pfizer, Moderna y AstraZeneca y que se espera que también adelanten en breve los primeros resultados de eficacia: Janssen y Novavax.

La belga Janssen, que pertenece al grupo estadounidense Johnson & Johnson, está realizando ensayos clínicos con voluntarios españoles y de otros países y también tiene un acuerdo con la Unión Europea para la compra de 200 millones de dosis y otros 200 opcionales. Su vacuna, como la de AstraZeneca, está basada en un adenovirus modificado genéticamente, pero en este caso es un adenovirus humano. Una de sus ventajas en esta carrera internacional podría ser la administración en una única dosis, que los científicos no descartan en función de los resultados, aunque es posible que necesite dos, como sus competidoras.

Por su parte, la compañía estadounidense Novavax no ha cerrado acuerdos de distribución con Europa, pero tiene un proyecto prometedor porque está basado en una tecnología ya utilizada en el desarrollo de una vacuna contra la gripe que, además, estaba especialmente diseñada para aumentar la eficacia entre personas mayores de 65 años. Técnicamente, los investigadores hablan de una “vacuna de nanopartículas” que emplea un baculovirus que infecta a polillas y contiene un gen que también codifica la proteína S. Aunque ha sido la última en iniciar la fase 3, se espera un rápido desarrollo.

Como esperaban los expertos, el anuncio de la alta eficacia de la vacuna de Pfizer y BioNTech de la semana pasada no era más que el pistoletazo de salida del verdadero esprint final en la carrera por la vacuna del covid. Una semana más tarde, la compañía estadounidense Moderna también ofrece los primeros resultados preliminares de la fase 3 de su ensayo clínico y, además, supera la eficacia. De “más del 90%” pasamos a un 94,5%. En medio, el proyecto de la vacuna rusa Sputnik V también adelantó que su eficacia llegaba al 92%. Ya solo queda esperar el siguiente anuncio y ver si la escalada de eficacia (y 'marketing') se mantiene.

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