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La inmunidad natural contra el virus es persistente. Al menos, durante 226 días
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Sólo un 0,17% podría reinfectarse

La inmunidad natural contra el virus es persistente. Al menos, durante 226 días

Un estudio con casi 6.000 personas analiza que la grandísima mayoría siguen produciendo anticuerpos varios meses después de pasar el covid-19. Buenas noticias para la futura vacuna

Foto: Análisis de seroprevalencia de anticuerpos IgG realizado en India (EFE / EPA)
Análisis de seroprevalencia de anticuerpos IgG realizado en India (EFE / EPA)

Esta semana nos ha traído una peculiar guerra de manifiestos entre investigadores en epidemiología y salud pública. Por un lado, los detractores de los confinamientos han enarbolado la Declaración de Great Barrington, sugiriendo que lo más apropiado es proteger a los colectivos vulnerables y dejar que el resto de la población se infecte hasta alcanzar una inmunidad de grupo, un concepto discutido hasta la saciedad a lo largo de la pandemia, que como resultado acabaría protegiendo a ancianos y enfermos.

Por el otro lado está el Memorando de John Snow —en referencia al padre de la epidemiología moderna y autor del célebre mapa de un brote de cólera en el Londres decimonónico— que se opone a esa idea sobre la inmunidad grupal argumentando que se desconoce aún cuánto dura el efecto protector tras pasar el covid-19, también se desconoce la tasa de reinfección y por último, tampoco sabemos si quienes se exponen al virus acabarán padeciendo algún otro efecto secundario o tendrán más probabilidad de enfermar de otra cosa.

Precisamente estos días ha aparecido una publicación que ofrece algo de luz sobre este asunto. Investigadores de la Universidad de Arizona han analizado en la revista 'Immunity' —del grupo 'Cell' y una de las más prestigiosas en el campo de la inmunología— la trayectoria de 5.882 personas que en algún momento tuvieron covid-19 y han descubierto que la persistencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 permanecía en el cuerpo durante varios meses. En realidad, la máxima duración que se encontró fue de 226 días, lo cual tiene implicaciones muy interesantes sobre la inmunidad, la reinfección o las vacunas en desarrollo.

Foto: Tedros Adhanom Ghebreyesus. (Reuters)

En realidad, el estudio de Deepta Bhattacharya y sus compañeros tenía un objetivo distinto. "Lo que intentan es ver cómo abordar uno de los problemas que se dan habitualmente, que es el efecto de los falsos positivos en entornos con poca seroprevalencia", explica el virólogo Estanislao Nistal Villán, profesor en la Universidad CEU San Pablo. Estos investigadores descubrieron que cerca del 18% de personas que habían sido determinadas como positivo por un test ELISA no parecían producir anticuerpos neutralizantes y el problema estaba no tanto en su sistema inmune sino en los test de seroprevalencia, que se centraban en detectar principalmente una región de la proteína 'spike' del virus llamada RBD (del inglés Region-Binding Domain, una de las que se insertan en el receptor ACE2 de las células humanas) y no otras. Así que se propusieron utilizar otro método comparativo para determinar si la verdadera tasa de seroprevalencia en lugares con pocas infecciones era otra.

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Así es como llegaron a medir la evolución de distintos anticuerpos (RBD, S2 y neutralizantes) en personas infectadas con SARS-CoV-2. Los resultados son bastante alentadores, aunque como matiza Nistal Villán "tienen pocos datos todavía", dado que aunque cuentan con una población amplia de estudio, son pocos los casos prolongados de inmunidad que han llegado a ser estudiados. "No hay más de veinte pacientes que lleguen a más de tres meses".

"Hacia el día 30 se llega a un pico en la producción de anticuerpos y luego baja, ellos defienden en su estudio que luego existe un mantenimiento sostenido, al menos durante los siguientes seis meses", indica. "Los anticuerpos contra la región N del virus son los únicos que bajan en el tiempo, lo que parece estar correlacionado con el grado de enfermedad que se haya tenido", siendo los pacientes leves quienes antes los perderían.

En cuanto a las reinfecciones, Bhattacharya y compañía dicen que de todos los sujetos examinados, solamente uno carecía de anticuerpos neutralizantes contra el virus (aunque sí de los otros) o sea, un 0,017% sí que estaría expuesto a padecer una segunda infección, aunque fuese más leve que la primera, y da algunas pistas sobre por qué solo un puñado de personas han sufrido reinfecciones pese a que ya son más de 40 millones los pacientes de covid-19 en todo el planeta.

El estudio tiene sus limitaciones, por ejemplo solo han observado los niveles de anticuerpo en sangre pero no en la mucosa, que es otra fuente de inmunidad humoral. Pero en general arroja buenas noticias, principalmente que si la inmunidad natural es capaz de aguantar al menos seis o siete meses, bastaría con una vacuna al año para mantener al virus más o menos a raya. Dando por hecho, claro está, una vacuna realmente efectiva: "Si logra títulos similares a la infección natural, una buena inmunización al año igual proporciona inmunidad para dos, tres o cinco".

Esta semana nos ha traído una peculiar guerra de manifiestos entre investigadores en epidemiología y salud pública. Por un lado, los detractores de los confinamientos han enarbolado la Declaración de Great Barrington, sugiriendo que lo más apropiado es proteger a los colectivos vulnerables y dejar que el resto de la población se infecte hasta alcanzar una inmunidad de grupo, un concepto discutido hasta la saciedad a lo largo de la pandemia, que como resultado acabaría protegiendo a ancianos y enfermos.